Ya les contaré . ¿Qué dicen
ustedes? ¿Qué no les interesan mis historias de abuela
Cebolleta? Gracias, muy amables. Tómense algo. Pero apuesten
cualquier cosa a que, la nueva experiencia que voy a
acometer si despertará una sombra de expectación, mayormente
por saber como me irá en el evento. Se trata de que, el mes
próximo, Dios mediante, quiero apuntarme a la reserva activa
del Ejército Español, ni tengo edad, ni tengo forma física,
mis dioptrías son muchas y mis ardiles pocos, pero yo voy a
alistarme, porque soy de esa leche, desde que Luisico, mi
padre, allá por el Rif, me enseñara a cuadrarme ante dos
palabras : Dios y España. Llaman a mi quinta “la del
colesterol” mi hermana Eva, que tiene seis años menos, se
apuntó, hizo el campamento y juró bandera. Porque en mi
casa, que es la de ustedes, somos todos de esa leche. Yo no
voy de soldado, porque como tengo estudios universitarios me
dan otro grado superior, que no se cual es. Mi ilusión sería
servir en la Legión o en Regulares, que son los que siempre
me han tirado, no obstante comprendo mis limitaciones y soy
realista. Aunque siempre podría ocurrir algún milagro y
conseguir dinero suficiente como para operarme la miopía.
¿Qué dicen ustedes? ¿Qué quien no cree en los milagros no es
realista? Ustedes plagian, eso lo dijo mi querido y admirado
Mosé Dayan. ¡Ay! (Eso es un lamento) ¡Que pedazo de Ejército
el Ejército Judío! ¡La madre que los parió a todos juntos!.
Bueno, no voy a alistarme en la armada israelita, es
evidente, sino en mi Ejército Español y ya he ido a
informarme, lo de las pruebas médicas, que hay que llevar
los diplomas con los títulos, hacer una especie de test de
no ser drogadicta y cosas así.
Fui emocionada ¡Una cosa me daba! Ahora que yo tenía que
preguntar algo que era requisito indispensable para
enrolarme “Me diga usted ¿Hay lesbianas? Es que, a
servidora, las lesbianas le dan susto” Y es verdad, con los
maricones no me pasa y si son de Cadiz y cuentan chistes me
lo paso pipo, pero las lesbianas…Disculpen los lectores, que
el temor es libre y soy una catetilla de Nador que salí de
esas tierras áridas con diecinueve años y la primera vez que
ví un edificio de más de cuatro plantas me dio un ataque de
vértigo, en mi Nador no habían lesbianas, bueno, ni tampoco
maricones, es que, en esa tierra mía árida, donde hasta los
lagartos tienen sed, nacen más hombres y mujeres con los
cojones del caudillo Abdelkrim que con la cosa de la
homosexualidad, que en el Palo de Málaga se dice también “homosersualidá”.
Vamos, que no estaba de moda ni se pregonaba, que era cosa
de la intimidad lo que cada cual hiciera con su pichurrina o
con aquella parte de la anatomía femenina que “se lava y se
estrena”. Yo lo quería tener claro antes de alistarme y
echar la firma, pero es que ahora no te pueden garantizar
nada porque sería discriminatorio y tema insconstitucional y
atentatorio de los derechos humanos. Por eso me llevé los
papeles y los estudio antes de echar el garabato. Mi hermana
Evita tuvo una de las experiencias más bellas y emocionantes
de su vida. Hizo magníficas amistades, se llevó sus propios
botines porque no existían botas de su número y se hartó de
llorar jurando bandera, que esa experiencia es lo más grande
que le puede acontecer a un español. ¡Ay quien pudiera!
Alistarme en el Tercio y vivir un sábado legionario, pero
iré adonde me manden, aunque ya he avisado que soy muy mala
para comer y que no soy Rambo, eso si, me gustan los
Ejércitos donde te enseñan, antes que nada, a matar y a
morir.
Yo no quiero ser reservista para repartir yogures ni hacer
determinadas misiones humanitarias. Las únicas misiones
humanitarias que acepto y respeto son las de las misioneras
y misioneros católicos que hacen maravillas con sus escasos
medios. No me gusta la moral onegetista y en el Ejército
huyo de los eufemismos como del demonio. No lo puedo
soportar. No trago que tengan que ir nuestros soldados a
jugarse los huevos a cualquier país de mierda y que traten
de maquillar su prueba de valor y de testiculina aclarando y
explicando mil veces que van “en labores humanitarias”.
Vale, ayudan a la población, pero también se arriesgan y
supongo que si les disparan o atacan tendrán que responder,
aunque la respuesta equivalga a una sesión parlamentaria
acerca del derecho de los militares a responder a la
violencia con violencia. Supongo que más de un jilipollas
alegaría que, nuestros muchachos y muchachas, caso de ser
atacados, deberían responder con el diálogo y la tolerancia,
la solidaridad y, como mucho, un posterior comunicado de
rechazo, repulsa y condena.
Vamos, que nos matan a un español en cualquier país de
cafres adonde vamos a ayudar y como mucho tenemos derecho a
guardar un minuto de silencio.¡Y una mierda!. No creo en el
Ejército descafeinado, ni en que existan soldados en perenne
excusa “somos humanitarios, somos humanitarios”.Vale.
Y que Dios se lo premie, pero si hay que defender España,
nuestra civilización o nuestros principios, ahí van a estar
ellos y vamos a estar los reservistas de la quinta del
colesterol a hacer lo que se hace en las guerras: matar o
morir por nuestra Patria y por defender lo nuestro.
Servidora es muy castrense. ¿Qué dicen ustedes? ¿Qué todo
“esto” es “muy” políticamente incorrecto? Muchas gracias por
el halago, si me llamaran políticamente correcta jubilaría
el teclado de mi ordenador, para mi sería un insulto en los
tiempos que corren verme alineada con los cobardes, los
renegados, los seguidistas, los trepaollas y los mindundis.
¿Qué quieren que les diga? Yo quiero jurar mi roja y gualda
y hacerlo llena de ardor guerrero, soy de esa leche.
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