Tras una larga temporada, esta Asociación de Licenciados y
Doctores en Filosofía y Letras, Geografía e Historia y
Humanidades de Ceuta vuelve a la prensa local. Pedimos
disculpas por no prodigarnos durante meses. Sin embargo, el
“pacto atlántico” requiere reuniones regulares y un buen
grado de información previa sobre los asuntos tratados. En
ese sentido, el tiempo no ha transcurrido en balde.
Hemos cumplido catorce meses desde que nos constituimos como
asociación y, como nuestro nombre griego indica, continuamos
dispuestos a colaborar, como buen soporte, para aguantar el
peso derivado del orbe cultural.
Entre nosotros hay docentes, gestores del patrimonio,
arqueólogos, agentes de la difusión bibliófila,
investigadores, etc….por ello nos consideramos legitimados
para opinar sobre aspectos relacionados con nuestra
formación y profesión. Las tendencias políticas, religiosas,
etc… son diversas y dicha pluralidad determina un debate
independiente, crítico pero a la vez constructivo y
consensuado.
Celebramos asambleas, viajes y almuerzos que han fomentado
la camaradería entre socios y simpatizantes. Naturalmente,
están invitados todos aquellos que, reuniendo o no las
condiciones académicas y profesionales descritas, mantengan
idénticas inquietudes y quieran conocernos.
No todo es diversión, nos preocupa el debate interno
relativo a la proyección que alcanzan las disciplinas objeto
de nuestros estudios académicos, cuyas vertientes
profesionales a veces se evidencian marginadas a nivel
local. En otro registro, cuestionamos aspectos relacionados
con la proyección cultural de nuestra ciudad, y aunque
parezca fácil, la crítica constructiva que pretendemos no es
una tarea sencilla.
En ese sentido, a lo largo de estos meses hemos debatido
diversas cuestiones que pueden resultar de interés general y
crear corriente de opinión relativa a la gestión cultural en
Ceuta. Por eso hoy queremos darlas a conocer.
Especial protagonismo en nuestras discusiones desempeña el
patrimonio local, pues todos admitimos que el maravilloso
paisaje natural y urbano de Ceuta se degrada progresivamente
con proyectos urbanísticos vulgares y desmesurados, ajenos a
toda consideración histórica o artística.
También resulta inquietante la puesta en valor de monumentos
sin contar con el concurso de licenciados en Historia y sin
que en los trabajos se apliquen los criterios básicos de la
restauración y conservación, como ha sucedido con la reforma
de la fachada de la iglesia de África, los Baños Árabes o
Hamman medieval del paseo de la Marina, las murallas de la
calle Queipo de Llano y el paseo de las Palmeras, etc… con
métodos improvisados que priman la libertad de actuación
arquitectónica sobre el valor histórico y patrimonial del
monumento. En el mismo sentido nos tememos que será
ejecutada la proyectada rehabilitación de la catedral. El
colmo, entre los defectos detectados, lo merece el arco
recreado que se erigirá en la plaza de los Reyes, que es una
impostura impropia de una ciudad que se precie de histórica.
Mientras, se provoca la ruina de edificios singulares como
el cuartel de la Reina (54) o el parque de Artillería en las
Heras, impresionantes construcciones militares del siglo
XVIII que se pierden para el patrimonio local, sin que las
medidas de protección legal, pertinentes a dichos efectos,
sean invocadas.
Igualmente, el rigor de la política arqueológica sólo es
aparente. La ordenanza urbanística, modificada en 1999, al
incluir zonas de protección pudo haber constituido un hito
en dicha dirección; sin embargo, su irrelevancia se traduce
en tres palabras relativas a la tramitación de expedientes:
“cuando resulte procedente”. De este modo, la vertiente
profesional y cultural de la arqueología, queda supeditada a
labores puntuales que no garantizan la integridad del
patrimonio arqueológico local, si alguien considera más
prioritarios los intereses inmobiliarios en juego.
En contrapartida, nos alegramos con los recientes hallazgos
arqueológicos en Ceuta, subvencionados por el Gobierno de la
Ciudad. Debemos destacar que dichas excavaciones han sido
llevadas a cabo sobre el terreno por un licenciado en
Historia, especializado en Arqueología, el Sr. D. José
Suárez, cuya pericia profesional ha revolucionado nuestro
conocimiento sobre el pasado de Ceuta. Sin embargo los
indicios de un poblamiento fenicio junto a la catedral, no
autorizan a poner “S. VII a. de C.” precisamente sobre las
ruinas de un aljibe medieval. Lo cual provoca un equívoco
cultural en los visitantes que no beneficia a nadie.
Siguiendo con otros temas, gran parte de los asociados
queremos destacar el buen nivel musical de Ceuta, sustentado
con conciertos excepcionales impulsados por la Asociación de
Amigos de la Música en la Catedral, por las actividades
culturales de Caja Madrid (en el local de nuestra caja de
ahorros de Ceuta), por el Conservatorio, por la dinámica
Masa Coral “Andrés del Río Abaurrea” y por las peñas
flamencas que mantienen la profunda afición por el cante en
Ceuta.
También el teatro subvencionado mitiga a muy buen precio las
necesidades del hambriento aforo local. Sin embargo el salón
de actos del instituto Siete Colinas, magnífico para serlo
de un centro de enseñanza secundaria, no constituye una
alternativa consecuente para una ciudad que ha contado con
excelentes escenarios.
La criba patrimonial indiscriminada no ha sido clemente con
los teatros locales. De ellos sólo persiste el Teatro
Cervantes, que remontando a las primeras décadas del siglo
XX, resta en la memoria sentimental de la ciudad. Los que
recordamos su patio de butacas, platea, gallinero y
magníficos palcos, pensamos que una vez rehabilitado
complementaría y revestiría de tradición la gran manzana
cultural de Siza, pues en Ceuta no sobran escenarios y menos
los edificios patrimoniales. Además parece incoherente que
el Gobierno local, que defiende con una lógica aplastante el
castellano como única lengua oficial de Ceuta, pretenda al
mismo tiempo derribar el único teatro centenario que nos
queda, por sí mismo todo un símbolo del entronque histórico,
sociológico y cultural de la ciudad en la lengua de
Cervantes.
También las salas cinematográficas de la segunda mitad del
siglo XX, se fueron al traste a favor de los multicines
especializados en películas americanas, algunas muy buenas.
Sin embargo, muchas cintas de gran calidad producidas en
todo el mundo, jamás llegan a exhibirse en esta ribera del
Estrecho porque no contamos con una semana o foro
especializado en cine. Por ello, pensamos que si fuera
salvado de la ruina el espléndido Cine África o si fuera
rescatado el no menos imponente Cine Terramar, tendríamos en
dos extremos de la ciudad, sedes espectaculares para llevar
a cabo acontecimientos cinematográficos u otras actividades
culturales que pudieran desarrollarse alternativamente.
En la sección de Bellas Artes del Museo de Ceuta, desde hace
años sólo se muestran unos cuantos cuadros de la colección
municipal, mientras la mayor parte de los fondos se
mantienen en la clandestinidad. Por eso, para conocimiento
general, sería conveniente dar a conocer regularmente qué
obras guardan los almacenes del Museo. En general, quizás
hacen falta más exposiciones para enriquecer la perspectiva
local. No obstante, los aficionados a la imagen
afortunadamente cuentan con la Asociación de Acuarelistas,
la Asociación Fotográfica y otra más de pintores recién
creada, que con sus actividades e inquietudes, salvan a la
afición del tedio total.
En otro registro queremos aludir a las estatuas de toda
materia y condición colocadas por Ceuta. Las más simpáticas
son las pavanas que asoman a diestro y siniestro por las
esquinas y para el resto se antojan disparatados los
emplazamientos y combinación anacrónica que se procura con
el entorno urbano, señales de tráfico, farolas variadas,
chorros de agua, letreros, etc… que en muchos casos, sin ser
consensuados con los artistas que las crearon, rompen su
encanto u originalidad.
No queremos finalizar sin reconocer el certamen literario de
relato corto de la librería Tótem y el esfuerzo que con
medios precarios realiza la Asociación de Libreros
participando, año tras año, en la Feria del Libro de Ceuta,
lo cual constituye un ejemplo excelente de la aportación
profesional al dinamismo cultural de la Ciudad.
En resumen el conjunto de aspectos analizados, pretende ser
una leve muestra de diversas expectativas culturales de
Ceuta, a veces ninguneadas y en otros limitadas a un plano
superficial, lo cual contrasta con la riqueza histórica y la
pluralidad cultural de nuestra Ciudad, que acaso merecería
una proyección singular.
Por ello, quizás no bastan las buenas intenciones del
Gobierno local, ni las cuantiosas partidas destinadas al
efecto, mientras la mayor parte de las actividades y
proyectos culturales del municipio se soslayen con la
endogamia revestida con una fórmula banal: mucha arena y
poca cal.
|