Me acuerdo de aquello que decía la
sabia de mí abuela cuando aumentaba, en determinados
momentos, el número de personas. Siempre decía lo mismos: “
no cabíamos en casa y parió la abuela” .
Nosotros, en esta tierra nuestra, como si no hubiésemos
tendio poco con el agua caída el viernes santos, que impidió
la salida procesional de varias cofradías nos viene, el
pasado sábado y domingo una plaga de zánganos que inundó
Ceuta. Con la llegada de la mencionada plaga, a uno le da
por repetir lo que decía la sabia de mí abuela “no cabíamos
encasa y parió la abuela” ¡Será por zánganos, señor!.
Nos dimos cuenta y nos apercibimos de la existencia de la
plaga, cuando nos encontrábamos, justamente, a la altura de
la puerta principal del Palacio Municipal, cuando uno de los
zánganos, de los que componían la plaga que inundaba Ceuta
naturalmente, por poco nos rompe el cristal de las gafas al
chocar contra el correspondiente al ojo derecho.
El pobre quedó para el arrastre y el cristal ni se inmutó
ante el golpe recibido. Creo, y esto no quiero que se tome
como un intento de apuntarme ningún tanto, que evité, con el
cristal de mis gafas, que el zángano se colara en el Palacio
Municipal.
No, por favor, no tirarme bocadillos de jamón que me voy a
mosquear, que evitar aunque sea con el cristal de unas
gafas, que un zángano se cuele en el Palacio Municipal lo
hubiése hecho cualquiera aunque, en el intento, como es mi
caso, se hubiése roto el cristal de las gafas.
Ni te cuento serrana del alma, la que se hubiése armado de
colarse, en el Palacio Municipal, una parte de esa plaga de
zánganos. El dineral que le hubiése costado a las arcas
municipales, en esas que invertimos todos los ceutíes con
nuestros impuestos, en acabar con la plaga de zánganos que
hubiésen tomado por asaltos las distintas dependencias, con
el consiguiente susto a todas aquellas funcionarias, cuando
hubiésen llegado el lunes a ocupar sus puestos de trabajo y
ver, junto a ellas, a todos aquellos zánganos.
Ahora, como la cosas están como están, ¿se imaginan ustedes,
lo qué hubiése pasado, si les da por intervenir a algunos de
esos que tanto defienden a los animales y no podemos matar a
los zánganos.?
El problema que se nos plantearía, no se rían por favor, que
no es para tomarselo a risas, no es tan fácil como algunos
puedan pensar. Puesto que la Ciudad tendría que cubrir los
gastos de alimentación que tuviésen estos zánganos que se
habían colado, así como quien dice por la cara, en el
Palacio Municipal.
Menos mal que se largaron y no continuaron entrando en el
Palacio Municipal, porque si llegan a aumentar el número de
zánganos, hubiésemos tenidos que gritar, con todas nuestras
fuerzas: ¡Por favor, más zánganos, no!.
Como los partidos políticos están preparando las próximas
elecciones municipales quiero advertir, sin cobrar ni un
sólo euro por ello, uno es así no lo puede remediar, que los
zánganos no son más que el macho de las abejas , que me lo
he leído en un diccionario que tengo colocado, desde hace
una jartá de años, en la mesilla de noche. O sea, algo así,
para que nos enteremos todos, el marido de la abeja Maya
También queremos advertir, que los zánganos son más flojos
que un bastón de chicle y se pasan la vida sin dar un palo
al agua. Esto, por supuesto, también me lo he leído en mi
particular diccionario, ese que tengo en la mesilla de noche
y que me sirve para enterarme de todo lo que no sé. Ni te
cuento, serrana del alma, la jartá de ignorante que soy. No
sé, de verdad, qué sería de mi sin ese diccionario que tengo
en la mesilla de noche, que me paso la vida leyendo una y
otra vez. Oiga, amigo guardia, la de cosas que he aprendido
gracias a él.
Digo todo esto, no vaya a ser que, algunos políticos, se
confundan y lleguen a creer que estos zánganos, por supuesto
ilegales, se pueden legalizar y contar con sus votos para
las próximas elecciones prometiéndoles, a todos ellos, que
en caso de ganar se les buscaría un puesto de trabajo bien
renumerado. El que avisa no es traidor.
Puede que algunos de esos que, siempre, dicen que tengo una
gran imaginación y que me invento las cosas, incluidas las
noticias, como pueden ser las aspiraciones de cierto
personajillo a ocupar un puesto político, y que para
conseguirlo se ha convertido en el pelota y lameculo número
uno de otro personajillo, no me crean lo de los zánganos.
A todos ellos, les recomendaría que mirasen en el
diccionario y se enteren de que, una vez más, no me invento
nada, porque nada tengo que inventarme, ni me he inventado a
lo largo de más de cincuenta años pegándole a las teclas,
como periodista que soy, según dice una cosa que tengo
parecida a un pasaporte con el número 14.007 en el Registro
Profesional de Periodistas.
Un consejo gratis, no te cobro, deja de ser pelota y
lameculos y trabaja alguna vez en tu vida porque, sigues
siendo, el mejor representante de los zánganos. Adiós,
meapilas.
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