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OPINIÓN - VIERNES, 21 DE ABRIL DE 2006

 

OPINIÓN / EL OASIS

La diosa Fortuna
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Fue acabar el partido del Villarreal frente al Arsenal, donde el equipo español salió herido pero no muerto, y comenzar la entrevista del Loco de la Colina a Felipe González. Quien, por cierto, sigue teniendo tirón televisivo. A pesar de que no creo que ni él mismo se reconozca en aquella fotografía de los años de la Transición donde cautivaba a las jóvenes y hacía suspirar a las señoras metidas ya en berenjenales de hormonas alocadas. Fueron los años del Felipe torero, que así me lo definió Carmen Romero en una entrevista, que arrasaba en las urnas y tenía en la palabra un arma decisiva. Palabra que, sin poder, no vale nada; pero que tras ganar las elecciones del 82, hicieron de él un gobernante todopoderoso

A lo que iba: a la entrevista. Cuando Jesús Quintero le preguntó a su entrevistado por el actual presidente del Gobierno, dijo: “Parece un hombre tranquilo. Y en su favor hay que decir que es un hombre de suerte, y que ésta le sigue acompañando”.

La respuesta de González, conociendo al personaje, es de las que ZP podría muy bien llamarlo para darle las gracias o bien para acordarse de todos los muertos de Felipe en plan andaluz. Aunque bien mirado, el mundo antiguo no sólo se pirraba por la suerte sino que la consideraba una manifestación divina. Y, de paso, sus políticos decidían que casi todas las magistraturas tenían que ser sacadas a suerte, a fin de mantener la estricta igualdad inicial de posibilidades.

De todas formas, no olvidemos que la diosa Fortuna es veleidosa, y que dueña de un timón es capaz de cambiar de rumbo y dejar sumidos en la miseria a sus protegidos. De ahí que los afortunados harían muy bien en ayudar a su buen bajío e irse preparando para navegar cuando no soplen vientos alisios.

Y hablando de lo que llamamos vulgarmente potra, no conviene olvidar que Juan Vivas, nuestro presidente, es de los que no deben quejarse. He aquí, pues, otro gobernante acogido al manto de la diosa Fortuna. Aunque en su caso, justo es decirlo, pone todo su empeño en molestarla lo menos posible para ir retrasando su posible desamparo. Que en esta vida, cuando uno menos lo espera, se arma una marimorena y no hay benefactora que te evite el tener que salir corriendo por la puerta de servicio.

La ayuda que Juan Vivas debe prestarle a su buena suerte para que ésta no decaiga en el ánimo de seguir arropándole, es muy clara: alejarse de todo discurso fatalista y vocinglero, que su partido crea necesario propalar para ganar las próximas elecciones generales. Esa es misión que corresponde a los parlamentarios del PP y nunca a él, como presidente que es de todos los ceutíes.

Un presidente a quien, por encima de cualquier otra virtud, se le valora porque sus actitudes no son excesivas. Y es en la moderación donde encuentra el respaldo, casi general, de unos ciudadanos que le vienen demostrando en las urnas que es así como quieren que se mantenga. Por más que en ciertos momentos algunos le hayamos pedido que es bueno golpear en la mesa. Si bien entiendo que ello le sentaría, por estar desacostumbrado, como una bufanda a un oso polar.

Lo que sí creo, conociendo a Vivas, a mi manera y no tan íntimamente cómo otros parecen conocerle, es que ya estará pensando en la posibilidad de que los socialistas ganen las próximas elecciones generales. Un hecho más que factible y que le obligará, aún más, a continuar ejerciendo su cargo con el suficiente tino y equilibrio, para que desde Madrid no consigan darle jaque mate a su suerte.

Que hay procedimientos insoportables hasta para una diosa entregada a la causa.
 

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