Dos ideas básicas: “mejor no hacer nada que hacer cualquier
cosa” y “las víctimas en situaciones de emergencia son todas
iguales”. Así comenzaron las primeras jornadas
teórico-prácticas sobre Psicología de Urgencias, Emergencias
y Catástrofes. El psicólogo clínico madrileño, Alfredo
Guijarro, que formó parte del grupo de actuación durante los
días posteriores al 11-M, arrancó con estas palabras su
ponencia para aclarar que el apoyo moral y el trabajo médico
asientan la base para superar cualquier tragedia.
En la historia española hay dos momentos históricos en este
área: el desastre del camping de Biescas (1996) y el 11 de
marzo de 2004. Esta fecha “supuso el despegue en asistencia
psicológica masiva en nuestro país”. Desde entonces, apuntó
Guijarro, la sociedad y los medios de comunicación “han
cambiado muchísimo”.
A su juicio, la actuación del equipo de asistencia que
trabajó con los afectados directos y colaterales del
atentado fue “brillante”. Sin ceder a la indulgencia,
reconoció que “hubo fallos” y, por esta razón, consideró
necesario que los expertos sean “autocríticos”. A este
respecto, aseguró que gracias a situaciones dramáticas como
aquella, aprendió sobremanera con los pacientes porque le
“ayudaron a reflexionar”.
Volver a la normalidad
En situaciones catastróficas (las más complicadas por la
falta de preparación previa), es “fundamental” que haya una
‘cabeza visible’ para guiar a la masa social. La misión del
profesional consiste en “retornar a la situación normal”. La
respuesta por sencilla, no es obvia. La sociedad “ya tiene
su tratamiento de seguimiento en su vida habitual, retornar
a eso, es lo primordial”, explicó Guijarro. En el caso del
11-S, el alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, “apareció
en todos los medios de comunicación para dar sensación de
seguridad”. En cambio, durante los días de máxima tensión
del 11-M, “no hubo una figura clara representativa”, criticó
el experto en situaciones de crisis.
En este contexto, informó de dos términos imprescindibles en
el ámbito psicológico y social: ‘Deterrencia’ y
‘resiliencia’. El primer concepto se denomina también
‘adrenalina social’ y se refiere al poder de los
profesionales para manejar la información y mantener a la
población en una situación de alerta que les ayude a vencer
el drama. La ‘resiliencia’ es la capacidad del ser humano
para resistir un hecho traumático. Darwin, siempre presente.
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“No se puede romper el duelo cultural”
En el marco contextual de Ceuta,
reconocida como la ciudad de las cuatro culturas, Guijarro
aseguró que es “muy importante” no romper el duelo de cada
cultura en una situación catastrófica.
La idiosincrasia particular de cada grupo social “debe
respetarse” porque, en caso contrario, “se generarían
problemas entre el profesional que les atiende y sus valores
personales”. El profesional de emergencias “debe” conocer
las características de cada cultura porque cada grupo social
“se enfrentará de forma diferente” a la crisis, argumentó.
En el caso de la Ciudad Autónoma, el proceso de adaptación
será “probablemente” un plan intergrupal de diferenciación
social. La ponencia de Guijarro culmina hoy tarde.
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