La nueva Ley Orgánica de Educación, la LOE, ya ha sido
aprobada, pese a que sólo contó con el apoyo de poco más de
la mitad del Congreso. La sexta reforma educativa en España
desde el comienzo de la democracia. Volvió a quedar patente
que, cuatro leyes escolares en veinte años, no han logrado
el pacto que todos los sectores reclamaban, y del que los
políticos hablan con más énfasis cuando están en la
oposición que cuando gobierna. Tras su paso por el Senado
–que no ha servido para nada- la LOE es ya una realidad. La
comunidad educativa, que viene reclamando una norma a la que
agarrarse, podrá contar ya con un texto con el que poner
orden a un empatanado sistema, que lleva sufriendo durante
años, los vaivenes políticos. No en vano, esta es la sexta
reforma educativa en España durante veintisiete años de
democracia.
A partir de ahora, profesores, padres y alumnos lo tendrá
claro. Entre las novedades, la creación de Educación para la
Ciudadanía, la promoción con dos y hasta con tres suspensos
en Secundaria y la posibilidad de repetir dos veces en
cuarto, siempre que no se haya consumido las convocatorias
en cursos anteriores…
Más de medio millón de docentes se encargarán de aplicar el
nuevo modelo entre los cerca de siete millones de alumnos de
los niveles de enseñanza no universitarios. Quienes tienen
en sus manos la educación, afirman que se trata de una ley
de dudosa calidad, y encomiendan a los desarrollos
normativos sus opciones de mejorar. Se duda que la reciente
aprobada Ley no resolverá el fracaso escolar, ni acabará con
la indisciplina, ni, por supuesto, con la violencia que
sufren las aulas. Los escépticos profesores, piensan que la
ley por sí misma no lo hará y dependerá de otras medidas de
desarrollo, de la voluntad de trabajo de los profesores de
la colaboración de las familias y de la sociedad en general.
A la aprobada Ley, el Gobierno tendrá que publicar un Real
Decreto en el que ponga fecha a cada una de las medidas que
contempla la nueva norma y que sacará a la luz antes del
verano. Se extiende su horizonte de tiempo hasta el curso
2009-2010. Y hasta dentro de dos cursos académicos los
estudiantes de toda España no se verán afectados por las
medidas de la reforma.
Se piensa que, con mayor negociación, la polémica Ley,
hubiese mejorado. El problema se sitúa en la opción política
que pretende el cambio por el cambio. Con tal de modificar
las decisiones adoptadas por ele ejecutivo anterior, el
Gobierno actual manifestó desde el principio su
planteamiento revisionista, que añade un nuevo hito al
vaivén permanente al que está sometido el sistema educativo
español. Existe desde hace año un clamor social en la
comunidad educativa, acerca de la necesidad de un pacto
escolar más allá de las coyunturas políticas. El camino
emprendido conduce, sin embargo, a la dirección contraria.
De hecho, el apoyo parlamentario, como hemos dicho
anteriormente, a la nueva Ley, ha sido el mínimo
imprescindible para su aprobación, y no es aventurado su
poner que la LOE, refrendada después de una larga
tramitación, nace como una Ley muerta.
Vendría bien recordar, por su oportunidad, el informe del
Consejo de Estado sobre el anteproyecto de la LOE, en el que
advertía la ausencia de justificación para derogar la
legislación anterior que ni siquiera había llegado a entrar
en vigor, porque el actual partido mayoritario en la
oposición , no actúo con el apremio del Gobierno actual, de
forma que la LOCE, aprobada al final del segundo mandato del
gobierno anterior se reflejaban las soluciones a buena parte
de los fracasos contrastados del sistema educativo, LOGSE.
Además, el Consejo de Estado lamentaba la indiferencia de la
nueva Ley por “la educación en el mérito y la capacidad
individual”, o, “la confusión del esfuerzo individual” con
“tareas colectivas”.
El comentario de un comprometido profesor, que previamente
se cuestiona hasta cuándo durará la LOE, va en ese sentido:
“La LOE es una mala Ley. No resuelve los inconvenientes de
la LOGSE, puesto que continúa sin estimular el esfuerzo de
los alumnos, no potencia la autoridad de los profesores, no
garantiza a los padres la libertad de elección del tipo de
educación que desean para sus hijos y condena a muerte la
Religión, al no permitir su validez académica ni que tenga
alternativa. Y encima permitirá la manipulación ideológica
de los alumnos a través de la nueva asignatura de
Ciudadanía. Parece que ha primado más el afán de igualdad
–que no tiene por qué identificarse con la equidad- que la
libertad, la autonomía y la búsqueda de la excelencia, que
no representa a todos, y que la Sr. Ministra de Educación,
no está en lo cierto cuando afirma que “es una ley que nos
va llevar tan lejos como queramos”. ¡Al precipicio!”
Es comprensible que padres y profesores hayan mostrado
suposición a una ley -recordamos las manifestaciones de
protesta llevadas a cabo por movimiento LOE-NO- que es
incoherente con la importancia teórica que tiene la
enseñanza pública para el Gobierno actual. En un tiempo en
el que hay que hacer frente a la expansión de la violencia
escolar, del aumento del consumo de drogas y alcohol, del
incremento de fracaso académico, de la pobre situación
comparativa de España respecto de los demás países europeos,
de la desmotivación del profesorado y de la desorientación
de la familia ante el problema de los hijos, la nueva Ley ha
apostado por embarcar al sistema educativo público en una
nueva etapa de inestabilidad y decadencia.
Sustituir a la Ministra de Educación y Ciencia, al día
siguiente de la aprobación definitiva por las Cortes
Generales de la LOE, supone el reconocimiento de un fracaso
sin paliativos. Todo queda ahora en manos de su sustituta,
persona con buen currículo académico y que cuenta con toda
la confianza del Sr. Presidente. Es el momento de demostrar
su valía. Casi toda la tarea está por hacer. El desarrollo
reglamentario y el calendario de aplicación de la LOE son
tareas urgentes, aunque tenemos la impresión que todo su
esfuerzo lo va a dedicar a reformar la Ley de Universidades,
donde también hay mucho descontento con lo hasta ahora
proyectado.
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