Cuando me pongo a evocar es que no
paro, porque, servidora de ustedes es muy evocadora y
también tiene muchas virtudes, mejorando los presentes y eso
lo sabe todo el mundo. Ya saben, mi faceta evocativa y mi
faceta virtuosa .
Así que llega el 75 aniversario de la República Española,
para mi una de las etapas más espantosas de nuestra Historia
de España y no es nada personal. Solo que me parece muy
genocida el que torturaran y asesinaran a cien mil católicos
por razón de su fe. A los cien mil del montón no les dieron
matarile por ser soldados o falangistas, que ya se sabe que
las guerras son como son y se va a matar o a morir. Pero no,
los curitas, las monjas, los de Acción Católica, los de la
Adoración Nocturna, las beatas del pueblo, el que tenía una
imagen en su casa o Pepe el de los Palillos al que, un
vecino con malas entrañas denunciaba por ser cristiano. Nos
mataron a cien mil católicos y los destrozos del arte y del
patrimonio son incalculables, porque, como los rojos eran
tan bestias, en lugar de robar retablos y tallas góticas o
románicas o expropiar las iglesias para hacer hoteles con
encanto con vistas privilegiadas al campo de batalla, pues
lo achicharraban todo, arde que te arde.
Y, por cierto ¿Los descendientes políticos de aquellos
animales les han pedido a ustedes perdón por la masacre? A
mi desde luego no y no es que sea rencorosa ni que tome el
tema como algo personal, aunque se cepillaron a la mitad de
mi familia, solo que me jode la prepotencia teñida de
victimismo de los descendientes políticos de aquellos
asesinos ¡Y no digamos cuando se ponen, entre farrucos y
lastimeros a ondear la bandera republicana con esa franja
morada que parece que lleva luto por todos los que mataron!
¡Más yuyu me da!. Porque me pongo a evocar y me remonto a mi
pueblo, Nador, donde los moros rifeños, cuando querían
definir algo calamitoso y que era caótico decían “Esto es
ona Repobríca” y si la cosa iba a peor y tenían que llamar a
los mejannis para que llegaran pegando palos, como cuando en
el cine de mi padre ponían una película de Antonio Molina,
entonces era peor, porque era “Ona Repobríca Ispaniola”. En
el antiguo Protectorado la fama de los republicanos era, a
todas luces, pésima.
Horrorosa. Como cuando, en diferentes puntos de nuestra
geografía, han salido los republicanos a autohomenajearse,
seguramente por lo bien que arrasaron los conventos en 1931,
a darse parabienes y a asegurar que “las heridas siguen
abiertas” en flagrante sintomatología de hemofilia política.
Venga a ondear la tricolor y a cantar himnos lúgubres con el
puñillo en alto, en plan muy sentido y no digamos cuando
empiezan con esa siniestra marcha eslava que es la
Internacional y que comienza con unas estrofas muy
optimistas “Arriba parias de la tierra, en pie famélica
legión” A mi me llaman “paria” y me acusan de pertenecer a
una legión famélica y yo me ofendo, a mi me duele, porque
tengo mi dignidad y soy pobre pero no “paria” parias serán
las señoras putas madres de quienes cantan , yo soy pobre
pero honrada y he aprendido en el libro de la educación y de
la vergüenza. Y cuando he ido a Paracuellos del Jarama, a
dejar unas flores en cualquier lugar, sin saber exactamente
cual es la fosa común donde reposa mi tío Lorenzo Iniesta,
de veinte años, estudiante de segundo de derecho, asesinado,
como tantos chavales de su clase por el venerable,
homenajeado, venerado y jaleado Santiago Carrillo. Esa
basura…
Entonces me entra una cosa… Que mejor no meneallo, ni por un
lado ni por el otro, mejor dejarlo estar porque, los grandes
pecados tienen largas sombras y no es cosa de que se pongan
a moquear, gemir, recitar poesías cursis y añorar la II
República, porque hay que ser un auténtico hijoputa para
añorar el 1931 y las checas. ¿Qué luego el Franquillo les
dio pa el pelo? Cosas de las guerras, siempre hay quienes
ganan y quienes pierden. Y perder suele joder bastante la
autoestima, porque uno se plantea que ha jugado mal sus
cartas y que ha errado en su opción vital. Eso si, los
progresistas de salón añoran mucho aquel periodo de
libertades, donde, te levantabas y te llevabas por delante a
unos cuantos relamidos de Acción Católica y encima los
brigadistas te reían la gracia y a los niños se les mandaba
a la Madrecita Rusia, ese gran país staliniano cuna de
libertades y de felicidad.
Les digo, les cuento, que a mi la tricolor me da un mal
vagío que no vean ustedes. Será porque soy rifeña y desde
muy niña aprendí lo de “la Repobríca”. Y peor aún lo de la
“Repobríca Ispaniola”.
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