¿Lo ven ustedes? ¿Aperciben lo
malamente que están diseñadas nuestras existencias? Que voy
que vengo, de aquí pallí, llegamos pertrechados de bártulos,
bañadores, sombrillas, cestas y neveras portátiles, los
juguetes de los niños, las tablas de surfear, pechá de cosas
incómodas que hacen aparecer nuestros vehículos como esos
costrosos automóviles cargados de objetos inidentificables
que torpedean por las carreteras patrias al olor de la
Operación Paso del Estrecho. Que me digo yo que lo único que
debe servir para algo en ese batiburrillo moruno es el
volante, seguido por el freno y el acelerador, el resto
asemeja material a reciclar ¡cosas más estrambóticas cargan
mis paisas.!
Lo dicho, se llega en plena exasperación y se comienzan a
bajar foeles, se cansa uno con las actividades vacacionales,
porque aprovechar el tiempo y tener mucha prisa por
divertirse agota mucho. Se de buena tinta que más de una vez
se ha de añorar el hogar dulce hogar en el sentido de
siestas frente al televisor, el mando firmemente atrincado
para repeler tentaciones, quien controla el mando controla
la familia.
Pero en vacaciones todo es más rápido, porque vacacionar
resulta caro y hay que amortizar al máximo, aunque no se
vaya a ese sitio de arquitectura dantesca que ahora
publicitan continua y machaconamente en televisión “Marina
D´OR. Ciudad de Vacaciones. El mayor balneario de agua
salada del mundo” ¡Más raro el lugar! Piscinas que parecen
el sueño de Julio Verne, vengan redondeles y vengan caños de
aguas límpidas, a cualquier Jeque del más perdido de los
emiratos, le encantaría la aglomeración de columnas,
capiteles dorios y frigios, cúpulas y techos imaginativos,
es como una mala pesadilla bizantina y me parece, ustedes
disculpen si no coinciden conmigo, más hortera que un ataúd
con pegatinas. Hortera y agobiante, un atentado frontal al
minimalismo y eso que yo paso del minimalismo porque me
parece un sieso manío y aburridísimo, además de que,es una
de esas tendencias que parecen estar siempre intentando
impactarte y a servidora no le impacta una poco mierda, con
perdón de la palabra, a servidora le desagrada.
Se vaya donde se vaya, se ponga el huevo temporalmente acá,
allá o acullá, llega un momento en el que hay que empezar a
recoger para regresar. Y lo que antes cabía a presión en el
coche ahora no cabe, hay que estrujarse más, hasta que,
prácticamente, falte el oxígeno y al salir, sudorosos y
malhumorados, se cae en la cuenta de que se ha olvidado en
la encimera de la cocina la bolsa de los bocadillos, que ya
no hay tiempo para volver y que habrá que parar en una venta
de carretera para ingerir la manduca y neutralizar el riesgo
de desfallecer. La Operación Retorno presenta, en mi
opinión, más riesgos que la operación salida, porque se
conjugan factores susceptibles en incrementar la mala leche
. Si hay niños tienen sed y quieren mear, si hay abuela se
queja de incontinencia y pide su tena lady que ayuda a
frenar las pequeñas pérdidas, el conductor se desespera,
será porque, como se están perdiendo las bellas y delicadas
costumbres de antaño , en el salpicadero, ya no aparecen
enmarcadas en dorado las fotos de los chiquillos junto al
slogan “Papá no corras” ni tampoco el San Cristóbal de toda
la vida. Como mucho algunos oportunistas ponen una foto del
arcángel San Rafael que es el santo a quien hay que
encomendarse para encontrar aparcamiento, te encomiendas y
el santo te lo apaña, milagroso es. El conductor va como
gato rabiando y enciende un cigarro ante las protestas del
asiento trasero “¡A joerse!¡Al que le moleste el humo que
abra la ventanilla!”Calada pacificadora, rápida colleja
dirigida a bulto al los ocupantes del asiento trasero y que
impacta en la abuela que chilla “¡Juan de Dio, gasta cuidáo,
coño!.
Maniobras de la Operación Retorno, todo muy convencional,
menos la pareja de civiles que muerde la movida y pone las
luces, no por nada personal, solo por empapelar a un
tontilucio, primero por ir fumando, sesenta eurillos del ala
“¡Oiga que no está prohibido fumá!” El picoleto escribe muy
seriecito “No está prohibido pero usted iba distraído y eso
es un riesgo y además se ha acercado algo a la oreja ¿era un
movil?”El estragado conductor suspira “No, no era un movil,
era un dedo que me he metido por el agujero porque he cogío
otitis en la piscina y voy rabiando” Los picoletos hacen
señas de inteligencia “¿Lo ve? Con una mano fumaba y con la
otra se escarbaba con la uñilla en el cerumen ¡Distracción
total! Sesenta euros más ¿Paga ahora?”.No, el hombre no paga
y en su radio berrea Paquito el Chocolatero, pero la
contaminación acústica espantosa no es de la incumbencia de
los guardias, que se despiden más cumplidos que un luto.
Multas, regaños, pipises y caravanas de entrada a las
grandes ciudades, el retorno es, a menudo, un mix de hiel y
acibar. Pero debe compensar, porque cada año se reincide.
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