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OPINIÓN - LUNES, 17 DE ABRIL DE 2006

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Operación retorno
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

¿Lo ven ustedes? ¿Aperciben lo malamente que están diseñadas nuestras existencias? Que voy que vengo, de aquí pallí, llegamos pertrechados de bártulos, bañadores, sombrillas, cestas y neveras portátiles, los juguetes de los niños, las tablas de surfear, pechá de cosas incómodas que hacen aparecer nuestros vehículos como esos costrosos automóviles cargados de objetos inidentificables que torpedean por las carreteras patrias al olor de la Operación Paso del Estrecho. Que me digo yo que lo único que debe servir para algo en ese batiburrillo moruno es el volante, seguido por el freno y el acelerador, el resto asemeja material a reciclar ¡cosas más estrambóticas cargan mis paisas.!

Lo dicho, se llega en plena exasperación y se comienzan a bajar foeles, se cansa uno con las actividades vacacionales, porque aprovechar el tiempo y tener mucha prisa por divertirse agota mucho. Se de buena tinta que más de una vez se ha de añorar el hogar dulce hogar en el sentido de siestas frente al televisor, el mando firmemente atrincado para repeler tentaciones, quien controla el mando controla la familia.

Pero en vacaciones todo es más rápido, porque vacacionar resulta caro y hay que amortizar al máximo, aunque no se vaya a ese sitio de arquitectura dantesca que ahora publicitan continua y machaconamente en televisión “Marina D´OR. Ciudad de Vacaciones. El mayor balneario de agua salada del mundo” ¡Más raro el lugar! Piscinas que parecen el sueño de Julio Verne, vengan redondeles y vengan caños de aguas límpidas, a cualquier Jeque del más perdido de los emiratos, le encantaría la aglomeración de columnas, capiteles dorios y frigios, cúpulas y techos imaginativos, es como una mala pesadilla bizantina y me parece, ustedes disculpen si no coinciden conmigo, más hortera que un ataúd con pegatinas. Hortera y agobiante, un atentado frontal al minimalismo y eso que yo paso del minimalismo porque me parece un sieso manío y aburridísimo, además de que,es una de esas tendencias que parecen estar siempre intentando impactarte y a servidora no le impacta una poco mierda, con perdón de la palabra, a servidora le desagrada.

Se vaya donde se vaya, se ponga el huevo temporalmente acá, allá o acullá, llega un momento en el que hay que empezar a recoger para regresar. Y lo que antes cabía a presión en el coche ahora no cabe, hay que estrujarse más, hasta que, prácticamente, falte el oxígeno y al salir, sudorosos y malhumorados, se cae en la cuenta de que se ha olvidado en la encimera de la cocina la bolsa de los bocadillos, que ya no hay tiempo para volver y que habrá que parar en una venta de carretera para ingerir la manduca y neutralizar el riesgo de desfallecer. La Operación Retorno presenta, en mi opinión, más riesgos que la operación salida, porque se conjugan factores susceptibles en incrementar la mala leche . Si hay niños tienen sed y quieren mear, si hay abuela se queja de incontinencia y pide su tena lady que ayuda a frenar las pequeñas pérdidas, el conductor se desespera, será porque, como se están perdiendo las bellas y delicadas costumbres de antaño , en el salpicadero, ya no aparecen enmarcadas en dorado las fotos de los chiquillos junto al slogan “Papá no corras” ni tampoco el San Cristóbal de toda la vida. Como mucho algunos oportunistas ponen una foto del arcángel San Rafael que es el santo a quien hay que encomendarse para encontrar aparcamiento, te encomiendas y el santo te lo apaña, milagroso es. El conductor va como gato rabiando y enciende un cigarro ante las protestas del asiento trasero “¡A joerse!¡Al que le moleste el humo que abra la ventanilla!”Calada pacificadora, rápida colleja dirigida a bulto al los ocupantes del asiento trasero y que impacta en la abuela que chilla “¡Juan de Dio, gasta cuidáo, coño!.

Maniobras de la Operación Retorno, todo muy convencional, menos la pareja de civiles que muerde la movida y pone las luces, no por nada personal, solo por empapelar a un tontilucio, primero por ir fumando, sesenta eurillos del ala “¡Oiga que no está prohibido fumá!” El picoleto escribe muy seriecito “No está prohibido pero usted iba distraído y eso es un riesgo y además se ha acercado algo a la oreja ¿era un movil?”El estragado conductor suspira “No, no era un movil, era un dedo que me he metido por el agujero porque he cogío otitis en la piscina y voy rabiando” Los picoletos hacen señas de inteligencia “¿Lo ve? Con una mano fumaba y con la otra se escarbaba con la uñilla en el cerumen ¡Distracción total! Sesenta euros más ¿Paga ahora?”.No, el hombre no paga y en su radio berrea Paquito el Chocolatero, pero la contaminación acústica espantosa no es de la incumbencia de los guardias, que se despiden más cumplidos que un luto. Multas, regaños, pipises y caravanas de entrada a las grandes ciudades, el retorno es, a menudo, un mix de hiel y acibar. Pero debe compensar, porque cada año se reincide.
 

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