Las vacaciones abrileñas y
semanasanteras, tras una operación salida de consecuencias,
como siempre, espeluznantes y macabras, estos días de
asueto, traen ,como cada año, perfume de azahares.
Será que, el embellecer las aceras con naranjos, es un icono
del sur, una costumbre meridional en estas tierras que
buscan las sombras en los calores y el aroma entrañable de
la flor de azahar en cada primavera. Eso si, desde Málaga
les digo y les cuento, que nunca encanta con más fuerza la
flor del naranjo que cuando defiende, a empellón limpio y
oloroso su fragancia ante los efluvios salinos del levante
marinero. Mares y flores ¿Hay quien de más?.
Eso si, en dura competencia con el turismo rural, en esta
especie de fiebre restauradora de casas rústicas para
alquilárselas a los veraneantes que intentan evaporar el
estrés volviendo a la Madre Tierra. Para mi, en verano, lo
de la casa pintoresca en entrono rural me parece agradable,
pero en primavera prefiero la pasión cultureta de vivir
nuestra Semana Santa y perseguir a nuestro arte y nuestra
cultura por las calles.
Los hay que compatibilizan procesiones y días tempranos de
playa, mañanas al solanero y atardeceres de incienso y
varales. No es mi caso,Servidora no toma el sol desde hace
veinte años, así tengo la piel de mi cara de pandereta, que
parece tetica de novicia. Lo dicho. La mujer llega a la
treintena y hay que huirle al sol más que a la gripe aviar,
porque eso del bronceado es puro camelo.La piel responde a
la agresión de los rayos solares generando melatonina y
bronceándose, es un mecanismo defensivo. ¿Qué para eso están
los filtros solares? Vale, palian los efectos, pero la
arruga acecha y lo mejor son los bronceadores sin sol de
última generación, que no son como los de antes que te
hacían parecer una especie de leopardo a manchas naranjas.
Los de ahora son más suaves y proporcionan un tona natural,
eso si, siempre que no se busque el look renegrío tipo
Marbella, donde hay contingentes de cincuentonas que parecen
recién salidas de ultrasesiones de rayos UVA y encima todas
van peliteñidas con mechas rubias. Parecen clones.
Las pechás de sol yo se las dejo a la juventud, porque son
osados y no les importa gastar con rapidez ese capital solar
que es la cantidad de sesiones brutales capaz de aguantar el
pellejo antes de que aparezcan pecas, manchas y melanomas.
Nosotras a resguardarnos, a evitar solaneros y a practicar
lo cultureta, que es pasear las ciudades, será que, las
ciudades españolas, en general, son para pasearlas, sobre
todo en primavera y ante todo cuando como las ciudades
sureñas, ofrecen avenidas sombreadas y arboladas a la
búsqueda de la fresquita y hay muchas fuentes, pasión
heredada de antaño, cuando conjugar el sonido del agua era
un arte. Ahí están los jardines del Generalife, un parque de
sonidos acuáticos y pasadizos de arrayanes.
Por cierto, la flor del arrayán es blanca y tiene forma de
estrella, la flor del granado es coralina y la flor del
limonero, el pomelo y el naranjo es también estrellada
aunque mucho más fragante. Las ciudades, sean o no sean
vacaciones, son para vivirlas con los sentidos, ese es el
truco de esa calidad de vida por la que todos desesperamos y
que, a veces, está extraordinariamente cercana, solo basta
con darse cuenta y disfrutarlo, poner en juego la
inteligencia emocional que es, hoy en día, el tipo de
inteligencia más buscado por las empresas y paladear cada
instante. La clave, según los modernos gurús de la
psiquiatría está en ese “darse cuenta” y hacerlo con un
sentimiento de gratitud ante la belleza o la plenitud de
cada instante.
¿Qué dicen ustedes? ¿Qué todos deseamos de forma abrumadora
unas vacaciones impregnadas de azahares? Pues no se
preocupen, ya es sabido que hay que elegir cuidadosamente lo
que se desea porque, a partir de ese instante, el Universo
comienza a conspirar para que lo alcancemos.
Pero no deseen bronceados caribeños, porque ahí no conspira
el Universo, ahí nos achicharramos nuestra agredida piel,
invitamos a la irrupción de las arrugas y los únicos que
pueden ser capaces de conspirar en un futuro son los
cirujanos estéticos con peelings agresivos de ácido glicóico,
láseres, rellenos con diversas sustancias de nasogenianos
marcados, inyecciones de botox que te dejan la boca con la
expresión de la Duquesa de Alba y muchos miles de euros para
paliar los efectos secundarios de las solaneras. Elijan los
azahares antes que el sol.Es un consejo.
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