Los vecinos de la calle Santander, en el comienzo de la
subida hacia el Recinto Sur y a la altura de uno de los
miradores más próximos a la calle Velarde, vivieron en la
tarde de ayer un susto que será difícil de olvidar. Hacia
las seis de la tarde, un reguero de agua corría pegado a la
acera sin que los vecinos supieran de dónde procedía ni le
dieran demasiada importancia. Minutos más tarde, unos pocos
testigos presenciales observaron cómo la acera se desprendía
de la calzada, dejando un voluminoso espacio por donde el
agua pasaba a borbotones. “De repente el agua dejó de pasar,
desapareció sin más, y al momento el mirador y la acera
cedieron, derrumbándose por el terraplén”, explicó uno de
los vecinos que presenció el desplome desde el balcón de su
casa.
Enseguida llegaron policías y bomberos para sellar la zona
ante el desconcierto de los vecinos que temían un nuevo
desprendimiento que alcanzase sus casas. La llegada de la
consejera de Fomento, Elena Sánchez, menos de una hora
después, sirvió para tranquilizar a los habitantes de la
barriada, a quienes se les aseguró que no corrían peligro
tras una consulta con los técnicos y arquitectos
municipales, ya desplegados sobre la zona. Poco después
llegó el consejero de Gobernación, Juan Antonio Rodríguez
Ferrón, y el presidente de la Ciudad, Juan Jesús Vivas,
quien se personó en el Recinto para conocer el suceso y
tomar las decisiones oportunas.
Causas del desprendimiento
Tras una primera valoración, los técnicos municipales
aseguraron que el desprendimiento se debió a la rotura de
una tubería de trasvase, que se encontraba en carga pese a
no estar en uso. La presión del agua sobre la superficie
arcillosa, junto con la antigüedad del muro que lo sujetaba,
fue reblandeciendo y erosionando el terreno hasta que el
peso del pavimento fue excesivo y se desprendió. La tubería
en la que se produjo la fisura estaba en desuso y servía de
interconexión y trasvase de agua entre depósitos.
Tanto Elena Sánchez como Juan Jesús Vivas coincidieron en
que lo más importante fue que ninguna persona resultó dañada
y quisieron incidir en que los vecinos de la zona no corren
ningún peligro. El Recinto permanecerá cerrado al tráfico y
las obras de remodelación comenzarán el mismo lunes, tras la
aprobación de un presupuesto de urgencia por parte del
Gobierno. El segmento de carretera afectado por el derrumbe
quedará cerrado al paso de peatones.
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Se cortó el área para los fieles de las Penas
Las primeras medidas que se
tomaron en el mismo lugar de los hechos, además de la
realización de un ‘bypass’ que garantice el funcionamiento
del alumbrado, fue el levantamiento de un vallado sobre una
losa de hormigón para evitar, tanto el paso de vehículos,
como de personas. Por su parte, la procesión de las Penas,
que debía pasar en la tarde de ayer por la calle Velarde,
fue finalmente autorizada tras una valoración de los
técnicos, aunque prohibieron el seguimiento de la misma por
parte de los fieles para evitar la aglomeración de personas
en esta zona ante la posible de otro posible, aunque
improbable, desprendimiento.
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