Vamos a tratar sobre aquel medico militar, joven, soltero,
cuyo primer destino que ejercía le correspondió hacerlo en
una de esas Intervenciones Territoriales que el Gobierno
Español había creado en su Zona de Protectorado en
Marruecos, donde su única distracción era la lectura, aparte
de las tareas profesionales que le ocupaban demasiado
tiempo, o el deporte de la caza que podía practicar con el
Interventor y el Maestro, únicos residentes europeos en el
lugar, actividad que no le agradaba lo más mínimo. Aunque
también se ocupaba de gestionar su traslado a una capital
andaluza de la que era oriundo, donde residían su familia y
su prometida con las que solo se comunicaba a través del
correo ordinario, pues en aquella época, hace mas de
cincuenta años, era difícil conectarse telefónicamente a no
ser que se desplazara a la capital del Protectorado, cosa
que le imposibilitaba su ocupación, ya que podría incurrir
en “abandono de servicio”.
O sea, que nuestro protagonista se las veía y deseaba por
buscar la fórmula de que le asignaran un destino en la
península. Y he aquí que conoce la llegada al lugar del
General Jefe de la Zona, gran aficionado a la caza,
principalmente de la perdiz, que venia a disfrutar de unas
jornadas cinegéticas, dándose la causalidad de que, estando
en la comarca, le afectaron una fiebres que necesitó de la
asistencia del galeno por lo que fue requerido nuestro
protagonista a fin de que le atendiera. Ni que decir tiene
que el joven médico militar se prestó solícito a atenderle
viendo así la posibilidad única de plantearle su demanda de
ser destinado a su lugar de origen, por lo que conociendo de
las debilidades del superior por la cacería de la perdiz, le
recomendó unos días de estancia en la Intervención hasta su
total recuperación a lo que éste último accedió.
A continuación nuestro protagonista se empapó del arte de la
cinegética (que para eso el Interventor disponía de
documentación al caso), entablando al día siguiente con el
General, ya muy repuesto éste de su afección, una agradable
conversación, detallando el joven médico todos los
pormenores de las diversas especies de aves galliformes como
la perdiz roja (Alectoris rufa), de tamaño medio, plumaje
pardo-grisáceo, garganta blanca y collar negro, alas cortas
que le permiten el vuelo rápido, aunque no sostenido, y cola
corta. Su área se extiende, continuó explicando al General,
por el Suroeste de Europa siendo en España muy frecuente y
apreciada por su excelente carne. También hizo gala de sus
conocimientos de la fauna autóctona y pasó a referir datos
relativos a otras especies como la perdiz marroquí (Alectoris
bárbara) cuya área se extiende por el África Nor-Occidental,
Córcega y el Peñón de Gibraltar; la perdiz nival, la griega,
perdiz gris o pardilla…ampliando su charla con datos de
puesta de huevos, nacimiento de pollos, alimentación de que
se nutren, o sea, una completa información relativa a estos
vertebrados amniotas.
Luego mostró sus conocimientos sobre la variación genética
de las principales especies que se dan en el orbe, haciendo
hincapié en las necesidades que plantea la naturaleza
multidisciplinar; mencionando que si se cambia el
emplazamiento del área recreativa, las primitivas se ven
sustituida por otras más resistentes. Total: sometió a
criterio de su superior todo un tratado de los recursos
naturales que nos proporciona el globo terrestre. Sería
obvio relatar que el General se mostró altamente complacido
de los profundos conocimientos y explicaciones del galeno a
quien, no teniendo cosa que comentar ante la erudición
demostrada, al tiempo que para agradecerle lo amena, grata y
placentera explicación en materia tan de su gusto, se
ofreció a él en lo personal y oficialmente para cuanto fuese
de su necesidad. Ni que decir tiene (y aquí empieza el
cuento) que el joven Teniente aprovechó la coyuntura para
solicitarle el cambio de destino que, como no podía ser de
otra manera, a la semana siguiente le fue oficialmente
concedido.
Moraleja: ¿Cuántos se han servido, medrando, para prosperar
y escalar puestos conociendo que era muy difícil lograrlos
por méritos propios y para ello emplearon la astucia?.
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