La comunidad hebrea inició, ayer noche, los actos de
celebración de la tradicional ‘Pésaj’ que se prolongarán
durante los próximos siete días como recuerdo de la
liberación del pueblo judío de la esclavitud. La pascua, que
se concibe como un encuentro hogareño y religioso, comenzó
con la cena que exige un orden “muy metódico”: lectura de un
relato sobre la salida de Egipto, elaboración de platos
típicos ( ‘jarosset’, ‘jremzelej’, tortas, ‘matza’) entre
todos los miembros del clan, y ausencia de pan. A partir del
primer almuerzo, se van variando los platos, pero se
mantiene un orden “escrupuloso” en el festejo.
Uno de los puntos más importantes de la ‘Pésaj’ es la
omisión de productos fermentados (levadura, harina) durante
estos días. “La comida es una rememoración de la esclavitud
del pueblo. La huida a toda prisa de Egipto les obligó a
dejar el pan sin fermentar”, explica el presidente de la
comunidad judía en Ceuta, José Bentolila. El producto
sustitutivo es la ‘matza’ (torta de harina y sal) que se
come durante toda la semana.
La preparación de los platos es minuciosa y se caracteriza
por el uso de especias y frutos secos con un profundo
simbolismo. Así, el ‘jarosset’ (dátiles, canela, manzanas,
plátanos y frutas abrillantadas) cobra un aspecto final
similar al barro “para recordar los trabajos duros que
realizaba el pueblo”. El ‘jremzelej’ (buñuelos de manzanas y
pasas) se presenta acompañado con unas hierbas amargas “para
rememorar las amarguras y las penurias de la huida” y el
plato fuerte de estos días es el símbolo más conocido; el
cordero pascual. Además se incluye la sopa pascual ‘dayenu’
y las ‘latzkes de patatas y matza’.
Rezos
La ‘Pésaj’ recuerda el éxodo del pueblo judío de Egipto por
lo que la celebración en las sinagogas es más pronunciada.
La asistencia habitual a los rezos genera, durante estos
días, presencia “obligada” entre los miembros de la
comunidad.
Los dos primeros y los dos últimos días de la pascua son
‘Yamim Tovim’, son las fechas “más importantes”, y los
cuatro que promedian, se denominan ‘Jol Hamoed’, es decir,
de media fiesta.
El último aspecto fundamental de este festejo es la
coincidencia con la primavera. Esta festividad sella el
vínculo del pueblo judío con la naturaleza y exterioriza su
vocación campesina.
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