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OPINIÓN - JUEVES, 13 DE ABRIL DE 2006

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Jefe como pienso que ya, usted, a largado todo lo que de política tenía que largar me gustaría, si no tiene inconveniente, que hablásemos algo de nuestra Semana Santa. Si ese no es su deseo, porque quiere seguir largando, pues le dejo sólo como ayer y hasta mañana que será otro día.

Es que lo suyo, jefe, debe reconocerlo es increíble. Tiene el cerebro carcomido por el gusanillo de la política y no ve más allá de sus narices. Claro que en su descargo se podría decir que hay una cantidad enorme de politiquillos que tienen el cerebro carcomido por el gusanillo de la ignorancia y están, todo el día hablando de política. En algunas ocasiones, por su bien se lo digo, debe de darle un descanso a la política y dedicarse a hablar de otras cosas.

- De acuerdo, enano, sólo hablaremos de nuestra Semana Santa, pero me tienes que prometer que antes de volver, de nuevo a Marbella, me contestarás a un par de preguntas que te quiero hacer.

- Se lo prometo. El lunes cuando la Semana Santa haya acabado le contestaré, con mucho gusto, a cuanto quiera preguntarme, dos o cien preguntas que eso me da, exactamente, igual.

Se acuerda, usted, cuando éramos niños el arrastrar las latas el domingo de Resurección. El escándalo que armábamos, en la calle, todos los chiquillos del barrio arrastrando la tira de latas amarradas a una cuerda.¡Que tiempos aquellos, jefe!.

- Todo se va perdiendo con el paso del tiempo. Las cosas de aquella época al momento actual han cambiado una jartá. Cómo serán los cambios producidos enano que creo, no estoy muy puesto en el asunto, que ya no resucita el domingo.

Ya no existen aquellos bares famosos, como el Niza, Rejano o Los Gallegos, por citar a algunos, que los viernes santos no había forma de coger una mesa, para que las familias se comieran los consabidos calamares fritos.

- Me acuerdo, jefe, del Niza que era donde me llevaban mis padres a comernos los calamares fritos. El Niza estaba situado en la plaza de Los Reyes donde hoy está ubicado el nuevo edificio. Para llegar a él había que bajar unas escaleras que sólo tenían tres escalones.

Mis recuerdos, de aquella época de mi niñez, están todos centrados en el bar pero, sobre todo, en la balanza que había donde todos los niños nos pesábamos una y otra vez , sólo por el placer de ver la aguja desplazarse de sitio al marcar nuestro peso.

Los viernes santos, en esta tierra, eran únicos ,jefe, porque salía toda la familia a presenciar las procesiones y, como es natural, a sentarse en uno de esos restaurantes mencionados para compartir la ración de calamares fritos. Y eso, si que era una ración de calamares, que había más calamares que plato. Vamos, jefe, para no mentir, con una ración comíamos toda la familia. ¡Peazo de rodajas de calamares!

- Enano, se te olvida decir que era la única fecha del año en la que se podía ver a toda la familia reunida fuera de la casa.

hay que reconocer , porque era así en aquella época, la única ocasión en la que el marido salía junto a su esposa a sentarse en un bar a tomar algo. La situación económica de aquellas fechas, en la mayoría de las casa, no les permitía al matrimonio salir, nada más que el viernes santos a realizar un gasto extra.

-LLeva, usted, razón jefe, pero no olvide también decir, porque se faltaría a la verdad que, en aquella época, no era algo muy normal, sino todo lo contrario ver a un matrimonio tomar copas y tapitas en los bares cualquier domingo.

En principio, porque se estaba más seco que una mojama en tiempo de poniente fuerte, y en segundo lugar, que no deja de ser tan importante como el primero, que la esposa debía lavarle la ropa al marido el domingo para que se la pusiera limpia el lunes al volver al trabajo.

Tiempos duros, tiempos difíciles, los que nos tocaron vivir pero que, al fin de cuentas, los recuerdo con gran alegría a pesar de las escasas satisfacciones que nos proporcionó la vida. Esas satisfacciones eran escasas, pero que buenas eran, tan buenas que, aún, con el paso de los años, las recordamos con verdadero placer.

- Enano, como sigamos por ese camino nos va a dar la llantina de tantas y tantas emociones vividas. Déjemos de acordarnos de esos tiempos malos de nuestras vidas y hablemos sólo de lo que, a pesar de todo, disfrutamos de los mismos. Y, sobre todo ya que has insistido tanto, hablemos de la Semana Santa, que también tenemos cosas que contar de aquella época.

- Recuerdo, jefe, la calle real atestada de público para presenciar los desfiles procesionales. Entonces, eran pocas las personas que se desplazaban hacia otros lugares. Sólo lo hacían los pudientes y no había muchos de esa categoría por estos lares. Se podían contar con los dedos de las manos y, si me apuran, creo que hasta nos podrían sobrar dedos.

- Llevas razón, eran pocas las personas pudientes de esta tierra y todos, en ella, conocíamos los nombres y apellidos deesa escasa familias, algunas de las cuáles tenían coches.
 

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