Mucho tendrían que cambiar las cosas para que, conforme a
las leyes de la lógica, no consideremos como número uno de
la candidatura del Partido Popular a otro que no fuera el
actual Presidente de la Ciudad Autónoma Juan Jesús Vivas
Lara. Y es que, creemos, se tiene bien ganado al puesto por
diversas, numerosas y positivas circunstancias. A saber:
viene empleando su total dedicación al cargo; está
demostrada su capacidad profesional dados su versados
conocimientos de la ciencia económica durante las distintas
etapas en que ha venido sirviendo a la ciudad tanto desde su
condición de empleado municipal como la de político; está
bien considerado en todos los ámbitos de la ciudad, por lo
que, en definitiva, nadie mejor que Juan Vivas conoce la
problemática social, empresarial, económica y de todo orden
con respecto a Ceuta, como así se lo reconoció el electorado
otorgándole una mas que suficiente mayoría (diecinueve de
los veinticinco escaños de que se compone la Asamblea)
Juan J. Vivas tiene habilidad suficiente, aparte de
conocimientos profesionales, para hacer llegar al Gobierno,
aun de distinto signo que el suyo, la afinidad política a
fin de conseguir la mejor cooperación y lealtad
institucional, con objeto de lograr aumento de la inversión
y del gasto público para servicios fundamentales ya llevada
a cabo aun cuando no con toda la importancia que debería
tener, sin que les haya supuesto a los ceutíes un incremento
en sus impuestos, como así expuso en el reciente debate del
Estado de la Ciudad.
Tiene, a mi entender, una cuestión de la que cuidar: la
composición del equipo que le acompañe ya que Juan Vivas,
caso de que las próximas Elecciones Generales las ganara el
Partido Popular, es muy posible que accediera a un destino
importante o alto cargo de la Administración Central y
entonces se notaría su ausencia, aparte más que nada de por
su valía personal, porque la persona que le secundara en la
lista electoral no reuniera las condiciones necesarias para
ello.
Debe cuidar Juan J. Vivas, y por ende, el Partido Popular,
la confección de la lista y que el Comité Electoral lo
compongan quienes valoren los méritos de los posible
candidatos, dejando a un lado los compromisos familiares,
intereses particulares, influencias económicas o de “otra
naturaleza”, que también existen ya que, por suerte para
ellos, la entidad política dispone de suficientes personas
capacitadas para el desempeño del importante papel que van a
tener encomendados los candidatos mejor situados que de
seguro vendrían luego a regir los destinos de esta Ciudad. Y
ante ello nuestro actual Presidente debe ser el primero que,
dejando de atender influencias vengan de donde vengan, exija
el estricto cumplimiento y la mejor disposición para que el
resultado de su gestión no se viera empañado posteriormente
si acaso se diera la circunstancia que hemos reseñado de su
designación para otro puesto en la Administración Central
del Estado.
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