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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 12 DE ABRIL DE 2006

 
OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

Al son de la Chirimía

Por Nuria Van Den Berghe 


El lunes santo el pueblo de Ceuta estuvo allí. A la vera del Cristo malagueño y Trinitario, de Nuestro Padre Jesús Cautivo. Rindiéndole honores el coronel jefe de Regulares, Asiaín y el coronel jefe del Estado Mayor Gil Mendizábal, dos hombres de bien, dos caballeros cristianos en nombre de los ceutíes y junto a ellos, la banda de cornetas y tambores de regulares de Ceuta 54, tocando admirablemente bien y alborotando con sus sones marciales y melodiosos a las gaviotas, los vencejos, las golondrinas y las palomas que se asomaban a curiosear la procesión.

Servidora de ustedes formaba parte del gentío, de ese mar de fieles que, en Málaga se llaman “promesas” porque cumplen devociones de seguir tras los pasos del Señor vestido de blanco y de Su Santísima Madre, la Virgen de la Trinidad. Setenta mil promesas según cálculos de la policía local. Primero la misa del alba, luego el peregrinar hasta el hospital civil para visitar y bendecir a los enfermos, mientras médicos y enfermeras toman el relevo de los hombres del trono y son ellos quienes transportan sobre sus hombros esa adorada imagen, ese potente receptor transmisor que teletransporta miles de plegarias hacia el cielo. Lloran los de la bata blanca, lloran los enfermos, lloro aferrada a mi bolsita de medicinas donde guardo el tratamiento, todos pedimos sanación, pero servidora, además, daba las gracias de manera ferviente.

Gracias porque ese Cristo trinitario vestido con túnica de piel de ángel, había permitido que yo le acompañara otro año, durante todo el día, hasta la noche, cuando la brisa mediterránea, al paso del Señor por el puente de la Aurora, le va moviendo las vestiduras, haciéndole parecer que flotara. En mi pecho el son de cornetas y tambores y el mágico trinar de alondra de la chirimía. Y una frase en mis oidos, como respuesta a las oraciones “Musarañilla ¡Cuentalo!¡Cuentalo!”Porque mi Padre siempre tiene la poca amabilidad de hablarme llamándome con el poco amable calificativo de “Musaraña con gafas”. Los Jefazos de Ceuta ennoblecían la marcha con su presencia, la banda ceutí arrebataba los corazones y hacía aplaudir al personal con auténtico fervor y a este humilde escribidora, Alguien ordenaba contar el por qué de tanto agradecimiento, de tantísimo amor hacia mi Señor de la Trinidad. Y lo relato porque es tema de cierto interés periodístico, una historia de terror de las que, a veces, aparecen en los medios : mi pequeña familia y yo estamos sentenciados a muerte por el Estado Francés.

Todo comenzó en 1993, cuando la policía de obras de arte de Paris acudió a hablar amigablemente con mi pobre esposo, un hombre que fuera en los sesenta y setenta el mayor ladrón de arte y el mayor falsificador de Europa. Le contaron la historia de que, unos importantes y poderosos gitanos, del temible clan Hecht, habían robado los llamados “Esmaltes de Limoges” un tesoro artístico de incalculable valor. Pillaron a los gitanos, les juzgaron, les condenaron, cumplieron sus condenas y nunca devolvieron el tesoro.

Los franceses sabían que mi marido, el viejo Erik, había colaborado mucho con la policía española en temas de arte y con enorme amabilidad le pidieron que hiciera de negociador con los Hecht, que les ofreciera dinero y que devolvieran las piezas. Con todos los gastos correrían el Estado Francés y el Ayuntamiento de Limoges. El anciano pintor dudó, es diabético, enfermo cardiaco y estaba totalmente desvinculado de ese mundo. Entonces, ante las vacilaciones, la policía de Paris y de Limoges, capitaneados por el célebre abogado Jean Mauvenú comenzaron a amenazar “exigían” su colaboración o de lo contrario le inventarían falsas imputaciones para llevarle extraditado a Francia y de allí no saldría vivo. Las amenazas, la extorsión y las coacciones fueron de tal intensidad que, en 1998 al pobre viejo le reventó la aorta abdominal y le operaron a vida o muerte, implantándole en lugar de aorta un tubo de teflón. Y yo rezaba al Cautivo y cuando me llamaban para amenazarme y yo hablaba de denunciarles me decían “¿Qué pueden ustedes, miserables, contra el Estado Francés?”.

Yo sé lo que es cagarse de terror.En el sentido literal de la palabra. Bajo coacciones obligaron al pobre viejo, con su aorta de plástico a viajar una y otra vez a Francia, sin pagar ni un euro “Ya echaremos cuentas cuando usted triunfe en su misión”. Vendimos los cuadros para costear la misión de Satanás, lo vendimos todo, Erik persiguió al terrible Hecht y a sus once hijos por toda Bélgica, les suplicó, les argumentó, les ofreció los cincuenta y cuatro mil euros que ofrecían los de Limoges. Yo nunca viajé a Francia. Yo me limitaba a recibir terribles amenazas sobre que me extraditarían, que cuantos días podría resistir en un agujero sin ventanas a oscuras y que después irían a por mis hijos ¿Qué pueden ustedes, miserables, contra el Estado Francés?. Nada. Ellos, los terroristas, los que nos han hecho vivir en el terror se burlaban de la policía y de la Justicia españolas diciendo que no había un juez en España con cojones ni un político capaz de hacer detener a policías, jueces, fiscales y consistorio en pleno de una ciudad francesa. Y menos con las “idílicas” relaciones hispano-galas que no se iban a ver empañadas por las tácticas terroristas cruelmente aplicadas a dos mierdecillas como nosotros. El gitano Hecht acabó recibiendo el dinero, desapareciendo y amenazando a mi familia. Para el ese dinero era una ridícula compensación por las molestias causadas y no iba a entregar un tesoro que era el futuro de sus hijos, nietos y bisnietos.

Policía, jueces y Ayuntamiento de Limoges lanzaron sus iras contra el pobre viejo, ya con un ojo ciego y dos infartos más por el horror vivido y me amenazaron a mi de rechazo, aunque nunca he estado en Francia ni se quienes son. Yo callaba y seguía año tras año a mi Padre Jesús Cautivo, hasta que el el 2004, un 15 de agosto, día de la Virgen denuncié las torturas, las amenazas, las lesiones graves, la prevaricación, la inducción al suicidio, todo ante un Juzgado de Guardia malagueño que se quitó de encima el tema, una patata caliente y la patata sigue dando bandazos “no somos competentes” si lo son hemos sido aterrorizados, extorsionados, lesionados y amenazados en España y estafados. Porque, no solo nunca nos pagaron los gastos sino que encima reclamaron a Erik el dinero robado por el gitano, he tenido que vender un apartamentito que era para los estudios de mis hijos y enviarles cuarenta y un mil euros a los del Ayuntamiento y aún me reclaman más. Pero no quieren dinero dicen y repiten “Francia no tolera errores ni fallos y el viejo Erik ha fallado”. Ellos no querían un negociador sino que intentaron que, el pobre desgraciado, reclutara un ejercito y resolviera a tiros el contencioso, que secuestrara a algún hijo de Hecht, que secuestrara al propio Hecht para que devolviera los esmaltes “Que utilice sus métodos” ¿Qué métodos? ¿Matar?.

Denuncié y denuncié y todos se quedaban helados. Acudí a las Víctimas del Terrorismo, con un “¡Bendito sea un tiro en la nuca y que todo se acabe!” ¿Y saben lo que me dijo su hipócrita presidente José Alcaraz? Que, como es sabido que el viejo pintor pinta para donar al Opus Dei y a las iglesias y que somos personas de fe, que rezáramos mucho, pero que, aún siendo víctimas del terrorismo más terrible: El terrorismo de Estado, no nos podían ayudar. La AVT es muy excluyente, les homenajéan, les condecoran ,les dan convites, les miman y no quieren casos difíciles, patatas calientes. A las víctimas del terrorismo de Estado nadie nos mima ni nos protege, con excepción de ese Señor Trinitario vestido de blanco.

Mil veces nos han dicho que nos llevarán a Francia y nos matarán. Y las Autoridades Españolas se quedan heladas, sin capacidad de respuesta, en lugar de comenzar a dictar órdenes de detención contra los franceses, por mucho escándalo que se arme. Por eso, por esta precariedad en la que vivimos, por haber aprendido a convivir con el miedo absoluto y la desprotección total, hemos vuelto los ojos hacia Dios.

Me he pasado de espacio. Mi Cautivo me observa y hay dulzura en sus ojos, me he pasado de espacio y el tecleo de mi ordenador me trae el son de la chirimía El me dijo “Cuéntalo” y lo he contado.
 

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