Luis Aragonés ha
decidido que Guti no vaya al Mundial de Alemania. Y la
prensa de Madrid empieza a mover los hilos contra lo que
consideran una injusticia. Con lo cual no me extrañaría que
el seleccionador pudiera cambiar de opinión si acaso le
ponen por delante la justificación correspondiente para que
pueda rectificar en el último momento. Y es que los
intereses comerciales y las amistades poderosas son capaces
de obrar el milagro correspondiente.
La culpa de que José María Gutiérrez, Guti, no sea un
jugador indiscutible en su equipo y en la selección la
tienen quienes han insistido en que éste debe ser alineado
en cualquier sitio, con tal de que no sea suplente. Grave
error. Y, claro, han conseguido que al futbolista, por más
que traten de cantar sus excelencias, se le hayan ido viendo
unas deficiencias que siguen acrecentándose a medida que
juega más y en posición equivocada.
Fue Vicente del Bosque, por pura
necesidad, quien colocó a Guti en una zona donde ni su
lentitud, ni su indolencia a veces, ni su lado ciego, ni sus
regates innecesarios, ni, por supuesto, su falta de
capacidad para el marcaje y la anticipación, fueran trabas
para el equipo. Y, desde luego, para que el público del
Bernabéu no lo tratara despectivamente y en ocasiones de
manera injusta. Algo que estaba ocurriendo y que amenazaba
el crecimiento deportivo de un jugador en quien el club
había depositado mucha confianza.
Esa zona estaba por detrás del delantero más avanzado. Y en
ella, cualquier perdida de balón no suponía peligro para el
conjunto. Amén de que las exigencias defensivas eran menos.
Desde esa media punta, un término futbolístico, los pases de
Guti hacían mucho daño y qué decir de sus llegadas desde
atrás. Y, por supuesto, su tiro desde la media distancia.
Ah, tampoco podemos olvidar que esa situación le permitía
controlar la salida de cualquier zaguero contrario.
Jugando así, los goles de Guti iban llegando y, aunque me
toque redoblar el tambor, sus pases causaban estragos entre
los defensores. De esa manera estaba jugando cuando a
Ronaldo lo fichó el Madrid y presenció su primer partido
desde el palco del Bernabéu. De ahí que nadie pueda
extrañarse que el brasileño se confiese rendido admirador de
uno de los jugadores a quien, entonces, se le discutía todo.
Y es que el delantero pensó, rápidamente, que el juego de
aquel compañero era el más apropiado para ponerle el balón
en los espacios libres y... zas: gol.
Mas el hombre propone y los intereses disponen. Y ese lugar
en el campo estaba destinado para otros jugadores. Es cuando
la suplencia de Guti se empieza a cuestionar, después de
haberlo visto hacer goles y jugar muy bien en posiciones
avanzadas; incluso como delantero flotante. Y se pide
encarecidamente, por parte de los periodistas deportivos,
que se le haga un hueco en la zona vital del medio terreno.
Y presionando a los entrenadores para que lo usaran como
volante para todo, lo que hicieron fue obligarle a actuar en
espacios tan grandes que se pierde y comete desatinos
defensivos e interviene muy poco en el juego.
Y cuando lo hace es practicando un fútbol de pases cortos y
horizontales, que suponen problemas para su equipo. Y es que
el ritmo cansino que impone Guti en la medular es una rémora
para un equipo que no puede estar siempre esperando sus dos
o tres pases excelentes entre los defensores. Sería injusto
olvidar que el jugador viene poniendo todo su empeño para
salir airoso en la misión que le encomiendan. Pero carece de
aptitudes para tal menester. Aun así, Guti podría haber
tenido un sitio en la selección. Jugando o esperando su
oportunidad, como media punta. Pero tal vez no le caiga muy
bien a quien decide.
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