Luca Ghetti llegó a Ceuta tras descubrir en un mapa que
estaba muy próxima a Italia. Su historia, por reunir
dinamismo y azar, parece la de uno de esos pioneros
norteamericanos que descubren un filón y se adueñan del
mercado, sin ser geniales del todo ni merecerlo demasiado.
Con las ideas muy claras, voluntad de aplicarlas y un
sentido cosmopolita de la existencia que le lleva a viajar
por el mundo para obtener mercancías más baratas y clientes
más importantes. Apasionado de las motos, su entrada en el
negocio de la leche es totalmente casual: su taller mecánico
arreglaba bombas y maquinaria láctea para obtener fondos que
invertían en las carreras. Una cuestión fortuita le llevó a
dirigir el negocio lácteo cuyas máquinas reparaba y el deseo
de prosperar le trajo a Ceuta. Aquí dirige Alice Food, una
empresa que, amparada en las reglas de origen, trata de
abrirse camino en el precario tejido industrial de la
ciudad.
¿Cómo decides venir a Ceuta?
Yo tengo un negocio que, en un determinado momento,
encontraba muchas dificultades para crecer e incluso para
lograr un espacio propio y estabilizarse. Las grandes
compañías lecheras tendían a la concentración del mercado y
se creó una situación en la que tenía que competir con mis
propios proveedores. Para no limitar mi crecimiento, debía
encontrar un lugar en el que pudiese producir sin limitación
y vender en un mercado libre que no estuviese sometido a las
multinacionales europeas. Buscando en el código aduanero
encontré Ceuta y Melilla, dos plazas que, he de reconocer,
no sabía ni donde estaban. También había barajado la
posibilidad de ir a Nueva Caledonia, entre Australia y Nueva
Zelanda, porque tiene una leche de gran calidad, pero la
distancia y el excesivo cambio me echaron para atrás. Cuando
descubrí que Ceuta estaba en el Mediterráneo me acerqué a
indagar y la respuesta fue muy positiva.
¿Cuál es la situación actual de las empresas acogidas a
las reglas de origen y qué hace falta para seguir adelante?
Lo que hace falta es la implicación de las administraciones
para lograr un marco jurídico que nos dé seguridad para
seguir adelante. Es necesario tener un interlocutor
permanente que pueda estar en contacto con Bruselas, conocer
las resoluciones que allí se toman semanalmente e interceder
por nuestros intereses si fuera necesario. Pero este
interlocutor ha de estar amparado por el Gobierno español y
por la Ciudad de Ceuta para dar validez y oficialidad a la
gestión. Sin él ya hemos perdido algunos de nuestros
privilegios pero la situación es todavía interesante. Si la
voz de Ceuta empieza a ser escuchada aún podemos renegociar
algunos reglamentos, tal y como han hecho otros países.
¿Es Canarias el modelo a seguir?
Entre 1988 y 1996 Canarias tuvo el mismo régimen que Ceuta.
Sin embargo ellos sí han sabido explotar las reglas de
origen para lograr un desarrollo industrial considerable,
que se ha beneficiado además de su gran potencial turístico.
En el 96, salen de este estatus al ingresar en la Unión
Aduanera, pero lo hace negociando aún una situación de
privilegio, de manera que España le sigue concediendo las
restituciones que antes pagaba la UE. Se inventaron un
régimen especial de abastecimiento aunque poniendo cupos,
que se establecían calculando la media de producción y
durante un período determinado. De esta forma, el empresario
tenía margen suficiente para amortizar su inversión o variar
su estrategia. Este es el camino a seguir por Ceuta. Pero es
necesario una apuesta decidida y un apoyo institucional.
¿Cuál es la postura de las administraciones?
Su talante es bueno y nos escuchan, pero aún no se ha dado
ese paso decisivo que nos dé seguridad. No pedimos
garantías, sólo un marco que nos permita trabajar con cierta
tranquilidad y no seguir expuestos a cambios que acaben por
anular todo nuestro trabajo. Tampoco pedimos inversiones ni
apoyo económico y estamos dispuestos a compartir todos los
gastos de iniciativas que repercutan en nuestro beneficio,
pero es imprescindible una voz oficial que defienda nuestros
intereses.
Ceuta ha perdido la posibilidad de importar azúcar de
tipo C y las restituciones a la exportación láctea, pero
éstas tienden a perderse...
Es cierto que la UE está tendiendo progresivamente a
suprimir las restituciones, sin embargo no es lo mismo que
se haga paulatinamente y sobre aviso, a que se quiten de
repente y sin que nadie lo advierta. Aún asumiendo la
situación actual de Ceuta se puede trabajar con buenas
perspectivas si logramos negociar pequeños cambios. Croacia,
por ejemplo, tiene las mismas normas que nosotros pero ha
conseguido rebajar el límite del 30% a los ingredientes
lácteos. Cuando las materias primas proceden de la UE,
Israel, Rumanía o Bulgaria, no hay límite de valor ni de
cantidad, pero si el ingrediente procede de terceros países
sólo se permite llegar al 30% del valor del producto
acabado. Sería interesante jugar, mediante negociaciones,
con este porcentaje en los productos que conviniese
potenciar.
Suponiendo que el apoyo institucional deseado se
produzca, ¿hasta dónde puede llegar el desarrollo de una
industria amparada en las reglas de origen?
Soy absolutamente optimista en esto. Ceuta se queja siempre
de su lejanía con la península pero comercialmente su
situación estratégica es inmejorable. El destino de Ceuta no
pasa por las grandes industrias, sino por pequeñas fábricas
especializadas. Bajo las reglas de origen se puede crear un
mercado de postres, turrones, refrescos, licores, quesos,
carnes... con destino a la exportación. Se trataría de
empresas con un potencial enorme, pero que necesitan una
inversión importante, por lo que debe haber una implicación
de las administraciones que garantice su futuro y anime a
los inversores.
Tanto Alice Food como Ceutalimenta tienen intención de
ampliar su negocio en Ceuta. Nosotros pretendemos pasar, de
elaborar productos semiacabados a conseguir productos
terminados que podamos vender como marcas blancas. La
pregunta clave es: ¿invertimos o no? ¿Va a darnos Ceuta la
misma seguridad jurídica que ha tenido, por ejemplo
Canarias?
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