Las dos únicas empresas que se han
instalado en Ceuta al amparo de las Reglas de Orígen y que,
entre directos e indirectos, ofrecen trabajo a más de ciento
veinte ceutíes, se encuentran en un punto de cierto
desamparo en tanto Europa ha comenzado a restar privilegios
a Ceuta, curiosamente a Ceuta y no a Canarias.
La restitución sobre los productos lácteos se ha perdido y
respecto del azúcar, la empresa instalada en la ciudad no
podrá adquirir del tipo C, la más barata del mercado y sólo
podrá acceder a la del tipo A y B, con lo que la manufactura
en Ceuta pierde competitividad.
Lo curioso del caso es que Canarias, como decíamos, ha
logrado defender sus intereses en Bruselas por lo que Europa
no ha prescindido de lo que sí le ha restado a Ceuta y a
Melilla.
La promoción de la Ciudad como referente y atractivo para
constituirse en la base de empresas que se instalen en Ceuta
e inviertan favoreciendo un movimiento económico muy
interesante tanto en el aspecto impositivo (Ipsi) y en la
creación de puestos de trabajo, debe ir necesariamente
acompañado del esfuerzo de la Administración (local y
estatal) como firmes defensores y aliados de los que han
apostado por acercar a Ceuta sus negocios.
De nada vale atraer inversión si por distintas razones -bisoñez
entre otras- no sabemos defender en Bruselas los intereses
de los ceutíes. Los canarios, con oficina permanente en el
corazón de la política europea, con un gobierno pujante y
decidido, logran beneficios por sí mismos.
Ceuta y Melilla no pueden convertirse en las cenicientas de
los intereses económicos de una UE que trata de aligerar
lastre restando privilegios -obtenidos con justicia- a
regiones de las llamadas “de poco peso” por el hecho de no
estar a “salto de mata” ante cualquier ataque a sus
intereses. Habrá que espabilar ya.
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