¿Han ejercido ustedes en alguna
ocasión como analistas políticos? Servidora si y fue una
mala experiencia. El que me contrató era un político de una
ciudad andaluza, al que iban a presentar una moción de
censura y necesitaba un “negro” para escribirle emotivos
discursos y sentidos panegíricos, astutas intervenciones y
brillantes propuestas, amen de certeros análisis llenos de
profundidad y espíritu de cohesión.
Debería haber desconfiado desde un principio. De hecho,
cuando me lo presentó el nota que me recomendaba nos dimos
la mano y al salir del despacho sentí que me faltaba algo y
es que, en el interior de la estancia, se había quedado uno
de mis dedos. Me sublevé y se lo comuniqué a mi recomendador
“Oye, que el tipo ese me acaba de birlar un dedo!” El otro
le disculpó y desdramatizó el asunto “Que va…Eso es que se
lo ha quedado como recuerdo y además se trata del dedo gordo
y ese no es el dedo con el que escribes en el ordenador,
vamos ¡No seas tan posesiva!”. Mi interlocutor era
persuasivo hasta el extremo de que me hizo sentir muy mal y
muy egoísta por reclamar mi apéndice. Y no es solo lo del
dedo, es que, a la postre no me pagó el trabajo extra y eso
que le escribía unas intervenciones tan sentidas que, hasta
al mismo político hacían moquear de emoción y exclamar “¡Yo
arraso!” y “¡No soy nadie!” realmente el muy capullo acaba
creyendo que esas frases llenas de fuerza y pasión
dialéctica las había parido el y no una miserable
escribidora como era yo.
¿Qué si utilizaba algún alias en mi faceta de negro-analista
de un político? Si. Me hacía llamar “Mariquilla Cojones”
porque era apodo netamente español y de honda raigambre
ibérica, de hecho le comenté el apodo a un monje colega mío
del monasterio de Santo Domingo de Silos que es la cuna del
castellano, o como diría el primer poeta de la lengua,
Gonzalo de Bercéo “ román paladino en el cual suele el
pueblo hablar a su vecino”, en una palabra, el español. Se
lo comenté al hombre de Dios y le pareció adecuado y con un
tinte numantino muy favorecedor.
¿Qué que pasó con el político? Pues que le echaron y le
procesaron pese a los arabescos dialécticos que yo le
escribía y tuve que abandonar la faceta de negro analista o
analista subsahariano, a la espera de que alguien requiriera
mis servicios, habida cuenta de que, a los “muy” Poderosos,
siempre hay un menganillo que se lo escribe todo y bastante
tiene con leerlo de corrido, en plan monocorde y sin
atascarse.
Pero hay veces que añoro el oficio, como ahora, cuando, hace
unas fechas el Partido Popular que es el partido al que
votamos todos los de ciberderechas, ha vuelto a los
calificativos insulsos y a las negaciones encubiertas. Y
parece mentira, parece mentira que vengan de gobernar
durante años y de hacerlo bien, porque los complejos de los
líderes son idénticos y balbucean al decir “Somos el centro
reformista”.
Vale, por mi como si dicen que son los auténticos valedores
de los nativos de Guinea Nueva Papúa, palabras huecas. Serán
“El Centro” pero les votamos los de derechas, de forma
absoluta, mayoritaria y abrumadora, al menos hasta que nos
digan claramente que, al ser centro reformista no quieren
nuestros sufragios. Y entonces entenderemos que nos
rechazan, votaremos a otro o no votaremos y el PP,
sencillamente, desaparecerá. ¿Ustedes conocen a alguien que
sea centrista reformista? Y, por cierto ¿Qué se trata de
reformar? ¿La realidad social o la Constitución? Si es la
realidad social, tiempo han tenido cuando gobernaban de
meter la caña de España y si es la Constitución me parece
bien, porque es una Carta Magna cojitranqui, disminuida
física, el muñoncillo al viento… Yo quiero que la reformen y
que contemplen en su articulado el derecho inalienable del
pueblo, de todos los españoles, a ser felices. No tan solo
libres (relativamente, vivimos acojonados por la
delincuencia) iguales ante la Ley (mentira, Su Majestad el
Rey no tiene responsabilidad legal) amparados por la
presunción de inocencia (¡No me hagan reír!, le preguntan a
los miles de presos preventivos). Derecho a la vivienda y al
trabajo. Vale. Y derecho a la formación profesional
obligatoria que capacite para trabajar y comprarse una
vivienda… Muchos derechos, muchísimo buenismo y ni una
alusión al principal anhelo del ser humano, paralelo al
deseo de libertad: el deseo de felicidad.
Pero mis colegas peperos no van por ahí. Como los de
enfrente son progresistas, lo que, los míos, identifican con
“modernos” que en determinados lugares de la geografía se
pronunciaría “modelnos”, los del PP se apuntan a reformar
¿Pero que? ¿Reformistas de que? Centro reformista y liberal.
Ni el político trajinoso para el que ejercí de analista
aspiraba a tantos calificativos. Si se es de Centro no se es
democristiano ni conservador ni tampoco liberal.
Porque el Partido Liberal es el Partido Liberal y ni mama ni
se nutre de los votos de la derecha, de esa buena derecha
que si es amante y respetuosísima con nuestras tradiciones y
nuestro patrimonio, acomodada, conservadora y distinguida se
llama “derechona” y si es cañera, cibernauta, de la que se
realiza con el trabajo bien hecho, orgullosa de ser un mix
de derecho romano, filosofía griega, Humanismo Cristiano y
los más espectaculares avances científicos y tecnológicos,
es decir, católicos y occidentales, entonces nos llamamos
ciberderecha. Me digan lo que quieren reformar a ver si me
conviene o me quedo huérfana de partido y sin personas a las
que arrimar mi pobre voto ¡Ay Dios, que disgusto y que
zozobra!.
En verdad estas son, la vida y las tribulaciones de
Mariquilla Cojones.
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