Digámosle a los tres pequeños de Mustafa Ahmed que su padre
no les va a poder acompañar este verano a la playa;
contémosle a los tres hijos de Mustafa que esta Feria no va
a ser como otras, y que las tareas del ‘cole’ no las volverá
a corregir papá. Vayamos a decirles, a los tres hijos de
Mustafá, que viven en un barrio donde si reprendes la mala
acción de alguien, te pueden descerrajar un disparo a
bocajarro, como le pasó a su papá.
Culpemos su situación desgraciada, de convertirse en
huérfanos, a las mafias, a los delincuentes, al mal ambiente
que creaban los narcos. Escurramos el bulto y culpemos a la
inadaptación, el desinterés y la falta de valores, las
causas por las que el menor Hamya le pegó un ‘tiro’ a su
padre. Digamos todo eso en tanto lo ocurrido no nos afecte
en lo personal, ni nos roce... pero sólo serán excusas,
excusas vanales porque la situación ahora de El Príncipe es
sólo el reflejo del desinterés manifiesto que durante
décadas todas las administraciones (local y central) han
mantenido en un barrio que ha crecido sin el control de la
propia administración, lo que degenerado en el caos social
actual.
Instituciones y representantes civiles, religiosos y
políticos deben comprometerse sin demagogias en adoptar un
definitivo plan a medio y largo plazo que recupere la zona
en todos los órdenes, se lo debemos a Mustafa, y a sus tres
hijos.
|