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OPINIÓN - LUNES 3 DE ABRIL DE 2006

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Con quince años y una muerte a sus espaldas

El joven Hamya, un menor de quince años, se ha erigido en lamentable protagonista por haberle arrebatado la vida a un padre de familia comprometido con la sociedad y activista decidido de la normalización de su barrio.

Hamya, o Hamza, como es conocido el angelito vivía su particular vida entre la delincuencia con la que se había criado. Con numerosos antecedentes pese a su edad, ya había apuñalado a otro y había sido detenido en Algeciras por intentar ‘pasar’ hachís. Supuestamente, la administración de Justicia lo debía considerar reinsertado tras su paso por un Centro de Reforma de Menores en Cádiz pero... Mustafa Ahmed es una clara muestra de que no era así, para tristeza de los tres hijos que ahora quedan sin padre.

Pero Hamya, el menor homicida, no es el único caso que se conoce en Ceuta entre chavalines que han vivido y convivido con el especial mundillo del hampa en Ceuta. Estos jóvenes, a los que no se les educado en valores sociales y que sólo conocen la ley del mas fuerte contando con un total desprecio por la vida humana, son sólos los cachorros salidos del tiesto de una sociedad que ha venido mirando para otro lado mientras que un barrio, como El Príncipe crecía sin parar en número de habitantes que, poco a poco fueron ubicándose como pudieron parcela a parcela, sin que institución alguna en décadas haya querido controlar los desmanes urbanísticos y estructurales que han degenerado en la creación de un monsruo de tal calibre que cuenta con difícil solución si no se aúnan los esfuerzos necesarios de todo tipo de representantes de la sociedad civil, desde las instituciones públicas, hasta el último representante de barrio, pasando por los partidos políticos.

Bajo la idea de que no se produzca ni una muerte violenta más, el entierro de esta tarde de Mustafa Ahmed debe ser el último rodeado de estas circunstancias. Si la muerte de Mustafa por reprender a un incívico es la última, al menos podremos todos tener la conciencia de que sirvió para acabar con lo que el propio Mustafa odiaba. Que su muerte nos sirva a todos para emprender definitivamente lasmeididas necesarias.
 

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