“Todos los días deberían ser el día Mundial del teatro (...)
la tecnología desplazó la palabra, el fuego del artificio
está en el retorno de las palabras sobre el escenario (...)
Es un acto de fe para todos los seres humanos”. Así
describió Victor Hugo la trágica situación del arte escénico
más antiguo del mundo, y con este discurso una alumna del
Centro Dramático de Ceuta dio comienzo al coloquio informal
sobre el arte teatral que protagonizaba, ayer, en el salón
de actos de la Asamblea, Carlos Larrañaga. A un lado el
viceconsejero de Festejos, Juan Carlos García Bernardo. Al
otro, el director del Centro local de teatro, Manuel Merlo.
De frente, los asistentes al encuentro. Entre todos,
hablaron sobre “esa magia que nunca terminará entre el
público y el actor”, apuntaba Larrañaga.
El teatro “es una necesidad intelectual para todo aquel que
se dedique a la actuación; de hecho, yo me siento muy feliz
junto a la gente que ama el teatro”, aseguraba.
Larrañaga explicó, a los asistentes al encuentro cultural,
que sabe donde puede estar el fracaso, “pero no donde está
el éxito”. Todo actor ejercita la memoria con entrega para
fomentar “la más bella” de las artes. Pero, a su juicio,
alcanzar el éxito depende del interés del público, “aún así,
todos deberíamos tener la humildad de aceptar que nos hemos
equivocado, aunque, a veces, la vanidad puede más que la
lógica y el razonamiento”, sentenció el veterano actor.
En definitiva, una crisis que, en su opinión, es
inexistente, salvo en el apartado creativo. “La gente se
pone de acuerdo para llenar una sala y también para no
hacerlo, es un misterio sin respuesta”, explicaba Larrañaga.
Seducir al público
Al margen de retóricas sobre crisis, el actor aseguró que,
aún hoy, mantiene los nervios en el escenario. “Es una
descarga de adrenalina, se te seca la boca. te entran mil
dudas. ¿Se producirá el milagro de seducir al público?”. En
este punto, comparó el momento de abrir el telón con la
salida al ruedo de los toreros. “Ellos sacan los clarines y
el paseillo. Pero cuando se quitan el capote de brega por el
capote de seda, se acaba todo”. Con sorpresa y admiración,
los alumnos del Centro Dramático de Ceuta que participaron
en el coloquio, escuchaban y empatizaban con las emociones
de Larrañaga. Les miraba y, con complicidad, les decía: “el
escenario es la escuela, no importa donde realices tu
profesión; el verdadero actor sueña con la necesidad de
hacer teatro”.
Y es que Larrañaga no entiende “la fiebre de hacerse
famosos” que tienen algunos jóvenes actores. “La culpa la
tiene la televisión, desconfío de aquellos que buscan el
premio de la popularidad; estar sobre las tablas del
escenario ya hace muy feliz”.
Aseguró que el teatro se ha convertido en un “negocio
carísimo”, por esta razón, no se aposenta en la verdad,
permanece “en la duda”.
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