El diario nacional ‘La Razón’ publicaba, en la jornada
dominical, la marcha de unos 2.000 subsaharianos hacia
Melilla para asaltar su valla fronteriza y entrar en España.
Dos de los miles de subsaharianos que viven en campamentos
cercanos a Melilla esperan su ocasión para saltar la valla.
Los inmigrantes clandestinos cruzaron hace una semana
aproximadamente la frontera Este de Marruecos con Argelia,
informa La Razón. Las mafias les concentraron en la cercana
ciudad de Oujda (Marruecos) y desde allí salieron en grupos
caminando hacia Melilla.
La marcha, escalonada, transcurre a través de la carretera
que une Oujda con la ciudad española, separadas ambas por
una distancia de 250 kilómetros. Algunos de los grupos se
hallan muy cercanos ya a la población española y son
perfectamente visibles caminando por el borde de la
carretera en columnas de 15 o 20 personas. Las Fuerzas de
Seguridad, al tanto de sus movimientos, estiman que el
contingente entero puede llegar en una o dos semanas a las
proximidades del perímetro fronterizo español.
Las autoridades de Melilla están siendo informadas cada día
de la evolución de la marcha. La hipótesis más lógica que
manejan es que estos dos mil inmigrantes se reúnan con los
más de 300 establecidos actualmente en campamentos en la
zona marroquí del monte Gurugú, junto a la valla perimetral
que separa Melilla de Marruecos.
Ante esta posibilidad, entre las Fuerzas de Seguridad
asentadas en la ciudad española crece la alarma por el
riesgo de que las redes de tráfico de inmigrantes hallan
planificado grandes avalanchas sobre la verja en los
próximos meses.
Las mafias han detectado que este método se ha convertido en
el más eficaz para llegar hasta Europa. No tiene el peligro
que supone cruzar en patera el Mediterráneo y sólo es
cuestión de esperar e intentar. Esto es exactamente lo que
hacen los clandestinos asentados en los campamentos próximos
al perímetro. Algunos llevan allí hasta dos años, pero otros
muchos han logrado entrar. De hecho, estos asentamientos
cambian continuamente de miembros y su número fluctúa a
medida que unos logran colarse por la frontera y otros
llegan para intentarlo.
El fenómeno de las avalanchas ha surgido en Melilla con gran
intensidad este año como consecuencia del blindaje
electrónico del Estrecho y Canarias mediante el Sistema
Integrado de Vigilancia Exterior. Los sensores y radares
instalados a lo largo de la costa canaria y de Cádiz hacen
muy difícil que las pateras lleguen a la playa sin ser
detectadas.
El obstáculo ha obligado a las redes de inmigración ilegal a
modificar sus formas de actuar y han encontrado en Melilla
una puerta hacia Europa, que se puede abrir a empujones.
La diferencia entre esta valla perimetral y la también
existente en Ceuta está en la orografía. Mientras esta
última permite una visión amplia del perímetro y del terreno
del lado marroquí, la de Melilla es más llana y la
vegetación llega hasta la misma alambrada.
De ese modo, la Guardia Civil no puede observar el momento
en que un grupo de subsaharianos se aproxima a la frontera.
El arbolado y los matorrales impide incluso detectarlos a
través de las cámaras térmicas instaladas a lo largo de la
verja.
Las sucesivas avalanchas ocurridas en la frontera desde el
pasado verano han demostrado a las mafias la eficacia de
este método, pues cuanto mayor es el número de inmigrantes
que participan en ellas más subsaharianos consiguen entrar
en suelo español.
La Guardia Civil reconoce que en cada ataque logran saltar
entre un diez y un veinte por ciento, aunque la cifra se
dispara en función de los clandestinos que lo intentan a la
vez.
Hasta el momento, el salto más numeroso lo protagonizaron
unos 500 inmigrantes el pasado mes de julio. La avalancha
humana surgió entre los arbustos coincidiendo con la primera
llamada a la oración del muecín de una mezquita cercana.
Todos a una, portando unas rústicas escaleras hechas con
palos, se encaramaron a la valla y cogieron por sorpresa a
la Guardia Civil, que apenas pudo contener lo que se le
venía encima.
Ayuda a los agentes. El salto multitudinario fue tan
espectacular que algunos conductores que circulaban en ese
momento por la carretera, paralela al perímetro, se bajaron
de sus coches para echar una mano a los agentes,
completamente desbordados, recuerdan algunos testigos de
esta avalancha.
En aquella ocasión, más de 150 clandestinos lograron colarse
en Melilla de una tacada. Ahí radica la efectividad del
fenómeno. Muchos dentro con pocos riesgos.
A la vista de los acontecimientos, las Fuerzas de Seguridad
se están planteando si estas avalanchas pasadas no obedecen
a una estrategia de las mafias para probar el sistema. El
hecho de que 2.000 subsaharianos marchen ahora mismo sobre
Melilla parece que avala el método.
Las autoridades melillenses piensan que el recrecido de la
valla metálica hasta subirla a seis metros apenas evitará
los asaltos. Por el contrario, creen que los inmigrantes
construirán escaleras más largas y se producirán nuevas
caídas con lesiones de mayor gravedad
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