¡Cuanto dinero gastado por los
hombres buscando agua y aire respirable en otros planetas!
¿Y hasta ahora que han encontrado? NADA.
Cuando el hombre juega a hacer de Dios, lo único que
consigue es hacer el ridículo.
A diario vemos la poca importancia que tiene el agua en
nuestra vida, hasta que nos falta. Si Dios no existe ¿porque
no la hacemos nosotros?
Hablar del elemento en el cual todos los humanos estuvimos
sumergidos durante 9 meses antes de nacer, seria
interminable; con lo que dije en el articulo del sábado
pasado creo que todos nos hemos hecho una idea del poder de
Dios “Que exista una bóveda que separe las aguas.
Y separó las aguas de debajo de las aguas de encima.
Y llamó Dios a la bóveda “cielos”.
Y dijo Dios:
Que se junten las aguas de debajo del cielo.
Y Dios llamó a los continentes “tierra”,
Y a la masa de las aguas la llamó “mar”.
Y vio Dios que era bueno.”
Veamos ahora el tercer elemento: EL AIRE.
“El milesio Anaxímenes, hijo de Eurístrato, compañero de
Anaximandro, dijo, como éste, que la naturaleza subyacente
es una e infinita, pero no indeterminada, como él [Anaximandro],
sino determinada, y la llamó aire; se diferencia en las
sustancias particulares por rarefacción y condensación. Al
hacerse más sutil se convierte en fuego, al condensarse en
viento, luego en nube, más condensado aún en agua, tierra y
piedra; las demás cosas se producen a partir de éstas. Hace
también eterno al movimiento gracias al cual nace también el
cambio” (Simplicio, Fís. 24, 25-26).
Dios hace al hombre después de soplar su espíritu en una
figura hecha de agua, tierra y fuego. Fue el nacimiento del
hombre, aire de Dios en la nariz humana. Y el hombre muere
por falta de aire.
Dios introdujo el aliento del espíritu divino en las narices
de Adán con un soplo de aire, por eso perdura (Isaías 2 y
Salmos 103). Dios mismo nos mantiene el soplo de vida con su
espíritu, dando aliento a esos seres que habitan la tierra y
espíritu a esos que la pisan, por eso vivimos, nos movemos y
existimos en Él (Isaías 42 y Hechos 17). Viento de los
cuatro vientos y aliento de los cuatro alientos unidos por
Dios que resucitan a los muertos (Ezequiel 37). A partir de
un soplo de aire, Dios concede el espíritu divino a hombres
en los cuales la vida del aire inspirado ya era innata. De
ahí que en hebreo “espíritu” se represente de igual forma
que “aliento”. A partir del aire, Dios otorga el espíritu
divino, introduciendo el aire junto con el espíritu mismo y
la llama de la propia divinidad que llena el aire.
Nuestra vida se nos otorga y se nos salvaguarda a través de
la bendición de su aliento, como Job.
Como cita Aristóteles en sus libros De Anima, la idea de
Orfeo de que el espíritu divino es transportado por los
vientos y entra con una inspiración plena es cierta. Las
enseñanzas de Ezequiel nos dicen que el espíritu divino
contiene una especie de sustancia elemental y, como Dios
mismo enseña, se trata de algo presente en la sustancia de
la sangre.
Hay que referirse al aire como espíritu, porque en lenguaje
sagrado no existe un nombre específico para designar al
aire. Es más, este hecho indica que el aliento divino está
presente en el aire que el espíritu del Señor llena.
Si Dios nos da la vida y la mantiene dentro de nosotros es
porque su Espíritu mora en nosotros hasta que nos llega el
momento de volver a CASA.
Pues si. El hombre entiende de lo físico, de lo tangible, de
los científico, de lo racional; no cree en lo que no ve, por
eso somos imperfectos.
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