Por un lado, las noticias llegadas
a las redacciones de los ditintos medios de comunicación
respecto a la actividad delictiva en Ceuta (incautación de
armas y droga, tiroteo con herido) en las últimas horas,
ponen realmente los vellos de punta. Sin embargo estos
sucesos llegan unidos a la actividad policial rápida y
contundente con detenciones e incautaciones. De hecho, uno
de los pistoleros del tiroteo de la pasada madrugada ya está
entre rejas y el otro a punto de estarlo. Y eso unido a que
una banda dedicada al tráfico nada menos que de armas y de
droga (algo más común lamentablemente también) ha caído como
consecuencia de las pesquisas policiales.
Por lo tanto, la sensación agridulce es absoluta. Sabemos de
la estimable actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
erradicando de la circulación a elementos claramente
subversivos para la tranquilidad social en esta ciudad. Pero
también conocemos, es un secreto a voces, que el cócktel
droga-armas es un combinado muy al uso entre ese submundo
del ‘hampa’ al que le cuesta muy poco hacerse con armas de
fuego de gran nivel como algunas de las incautadas en la
operación policial llevada a cabo en Príncipe Alfonso. Una
vez más, el barrio vuelve a ser -por desgracia- el centro de
las miradas para desgracia de la población de orden que en
él habitan.
La acción policial es destacable y debe alentarse lo
suficiente como para que se logre erradicar cualquier
actividad mafiosa que aún se mantenga.
En Ceuta, con poco menos de 20 kilómetros cuadrados de
superficie no debiera ser excesivamente complicado el
control de las mafias y de la actividad delictiva. Si bien
la resolución de los casos en esta ciudad es realmente alto,
por sus circunstancias, podría iniciarse el camino de la
prevención de los delitos. Una tarea policial, pero también
de la sociedad que debe dar un paso adelante y desenmascarar
a los delincuentes que son una gran lacra para la imagen de
todos.
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