El cuento mejor contado ha sido el
de Iker Casillas. El relato comienza con un niño en el
colegio a quien su maestro le notifica que el Real Madrid lo
necesita para viajar por Europa. De ese momento hice yo
columna, hace ya su tiempo, y conseguí ganarme una caterva
de enemigos. Todos los que se creen a pie juntillas lo que
les han estado diciendo los periodistas pertenecientes a la
corte de Florentino Pérez y que no saben, actualmente, de
qué manera se pueden desprender del muerto que llevan sobre
sus hombros. El primero entre sus iguales es, sin lugar a
dudas, Tomás Roncero. El tipo que no ha cesado de cundir en
el diario As que el Madrid se basa en las paradas de
Casillas y en los goles de Ronaldo.
Lo del portero es una mentira que ha servido para fabricar
un mito que se está viniendo abajo por su propio peso y sin
que nadie pueda alegar que existe una predisposición para
debelarlo. En lo tocante a Ronaldo, sólo me cabe decir que
sus goles han sido siempre imprescindibles en cualquier
equipo. Aunque conviene recordar que hubo un tiempo en que
su calidad fue puesta en duda por haber insinuado que se
estaba magnificando la imagen de Casillas. Y es que Ronaldo,
como todos sus compañeros, sabe que Iker es un guardameta
que ha tocado techo.
A pesar de que todos los futbolistas del Madrid sepan que su
compañero ha alcanzado su nivel máximo y que, por tanto,
seguirá siendo un desastre en el juego aéreo y en el manejo
del balón con los pies, no se atreven a decir ni pío por
temor a que tomen represalias contra ellos. Pues menudo son
los del grupo PRISA cuando se les lleva la contraria.
De no ser así, hace ya mucho tiempo que los jugadores
habrían puesto el grito en el cielo por ser acusados de
incapaces a la hora de defender los balones por elevación.
Una denuncia injusta y que va recayendo en todos los
zagueros que visten la camiseta blanca.
Lo lamentable es que para seguir encubriendo una mentira que
ya no se mantiene en pie, se trate de engañar a los
aficionados pasándose los fundamentos del fútbol por los
huevos, que diría Pablo García. Daban pena, lo pongo como
último ejemplo, los comentarios de Francisco, en Canal Sur,
en relación con los problemas que le creaba el Coruña al
Madrid en el área chica, por medio de córners y faltas.
Cierto que yo prefiero, tal y como decía el ex jugador del
Sevilla y Español, los marcajes al hombre en esa zona. Por
razones obvias y que no merecen ser explicadas. Pero
Francisco cometía herejía al silenciar que el área chica es
territorio donde ha de imponer su ley el portero.
Casillas no está, lo llevo diciendo desde sus comienzos,
capacitado para ser portero del Madrid ni tampoco de la
selección española. De hecho, y por culpa de su impericia en
el juego aéreo y en en el manejo del balón con los pies, la
selección ha de jugar dos partidos más, fuera de concurso,
para estar en Alemania. No obstante, lo que hubiera
significado la cruz para cualquier futbolista -recuerden el
caso de Molina y otros más-, en Casillas se admite como algo
normal y hasta se buscan culpables para atenuar sus
continuos y estrepitosos fallos.
Y yo me pregunto: ¿qué más tiene que ocurrir, después de lo
visto en Riazor, para que se ponga punto final a seguir
relatando hazañas deportivas de un mito que produce
hilaridad cada vez que ha de imponer su autoridad en las
alturas?
Confieso que jamás había visto yo antes a ningún futbolista
protegido de la manera que lo está siendo el portero del
Madrid. Y, mucho menos, el miedo que existe por parte de los
técnicos a combatir semejante milonga. Y, claro, la víctima
es el Madrid. Por haber creado una fábula innecesaria.
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