Es político que siempre ha
merecido mi confianza y a quien veo muy preparado para regir
un día los destinos de esta ciudad. De ahí que le esté
viniendo muy bien ese rodarse en los madriles junto a
compañeros de los de colmillo retorcido. Unos contactos que
están dando sus frutos, si nos atenemos a las declaraciones
que viene efectuando de un tiempo a esta parte.
Porque Nicolás Fernández Cucurull, en sus años mozo, era más
bien un joven retraído y poco dado a exteriorizar sus
emociones ni a retratarse públicamente. Alguien me dijo un
día, hablando de él, que era tan reservado como prudente en
todos sus comportamientos. Pero está visto que la política
hace milagros: Nicolás, actualmente, es capaz de armarle un
cirio al lucero del alba.
Con lo cual podemos pensar y decir, sin temor a
equivocarnos, que el senador se ha convertido ya en martillo
de los socialistas locales, superando incluso a la persona
que gozaba de semejante primacía: Francisco Antonio
González. Una actitud que se ha visto reflejada,
palpablemente, en sus últimas arremetidas contra María
Antonia Palomo, secretaria general de los socialistas de
Ceuta, y Jerónimo Nieto, delegado del Gobierno. Incluyendo
en sus ataques a todos los asesores que éste suele nombrar.
A los que ha calificado de botarates.
Es decir, que el senador está convencido de que en la
Delegación del Gobierno no reina ni el juicio ni la
formalidad. Y todo, según deducimos por sus palabras, debido
a que Jerónimo Nieto es un jubilado socialista. Más bien un
pasota que ha venido a Ceuta contra su voluntad y, por
tanto, se está tomando su trabajo como un mero trámite.
Sin embargo, conviene ser justo, no piensa lo mismo una
mayoría de comerciantes y empresarios que ha visto en el
delegado de Gobierno gestos que nunca antes de su llegada
fueron posibles en la ciudad. Y a mí, desde esta columna, me
cabe recordarlo. Pues entiendo que quien me ha puesto al
tanto de ello es pieza fundamental en la vida comercial de
Ceuta. Y debe saber con quién se gasta los cuartos.
Pero volvamos a Nicolás Fernández Cucurull, senador y
diputado de la Asamblea de la Ciudad, que, como dije antes,
se ha convertido en azote de socialistas y que no duda en
reafirmarse de cuanto ha dicho últimamente, asegurando,
además, que no pedirá excusas. Y, claro, tal comportamiento
me ha ce creer en lo siguiente.
Empiezo porque Nicolás está cumpliendo a rajatabla la orden
que dieron en la calle Génova: leña a los socialistas hasta
que revienten. Y ya sabemos lo peligroso que resulta que
alguien se tome las consignas de sus superiores al pie de la
letra. Lo cual me extraña muchísimo en él: que fue siempre
defensor a ultranza de llevar cogidas de la mano a la
prudencia y responsabilidad. Tampoco entra en mis cálculos
que su disciplina de partido le haya hecho cambiar su idea
de cómo hay que manifestarse en los medios; con ciertas
dosis de hipocresía para evitar situaciones insoportables de
convivencia.
Lo que no comparto, de ninguna manera, es lo que me han
contado acerca de las razones que tiene el senador para
actuar así:
-Sabe que peligra su situación política en su partido,
debido a discrepancias internas habidas en su día, y está
mostrándose como un furibundo hincha.
Ni hablar. Si fuera así, yo no dudaría en escribirlo. Pues
me consta que Nicolás, por mucho que esté disfrutando de dos
cargos políticos importantes, es de los que no necesitan de
la política para vivir. Y por tal motivo, se permite el lujo
de disentir en el seno del PP. A pesar de todo, uno cree que
debe recuperar el norte. Dado su prometedor futuro político.
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