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OPINIÓN - MIÉRCOLES 26 DE OCTUBRE DE 2005

 

OPINIÓN / EL OASIS

Nicolás Fernádez Cucurull
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Es político que siempre ha merecido mi confianza y a quien veo muy preparado para regir un día los destinos de esta ciudad. De ahí que le esté viniendo muy bien ese rodarse en los madriles junto a compañeros de los de colmillo retorcido. Unos contactos que están dando sus frutos, si nos atenemos a las declaraciones que viene efectuando de un tiempo a esta parte.

Porque Nicolás Fernández Cucurull, en sus años mozo, era más bien un joven retraído y poco dado a exteriorizar sus emociones ni a retratarse públicamente. Alguien me dijo un día, hablando de él, que era tan reservado como prudente en todos sus comportamientos. Pero está visto que la política hace milagros: Nicolás, actualmente, es capaz de armarle un cirio al lucero del alba.

Con lo cual podemos pensar y decir, sin temor a equivocarnos, que el senador se ha convertido ya en martillo de los socialistas locales, superando incluso a la persona que gozaba de semejante primacía: Francisco Antonio González. Una actitud que se ha visto reflejada, palpablemente, en sus últimas arremetidas contra María Antonia Palomo, secretaria general de los socialistas de Ceuta, y Jerónimo Nieto, delegado del Gobierno. Incluyendo en sus ataques a todos los asesores que éste suele nombrar. A los que ha calificado de botarates.

Es decir, que el senador está convencido de que en la Delegación del Gobierno no reina ni el juicio ni la formalidad. Y todo, según deducimos por sus palabras, debido a que Jerónimo Nieto es un jubilado socialista. Más bien un pasota que ha venido a Ceuta contra su voluntad y, por tanto, se está tomando su trabajo como un mero trámite.

Sin embargo, conviene ser justo, no piensa lo mismo una mayoría de comerciantes y empresarios que ha visto en el delegado de Gobierno gestos que nunca antes de su llegada fueron posibles en la ciudad. Y a mí, desde esta columna, me cabe recordarlo. Pues entiendo que quien me ha puesto al tanto de ello es pieza fundamental en la vida comercial de Ceuta. Y debe saber con quién se gasta los cuartos.

Pero volvamos a Nicolás Fernández Cucurull, senador y diputado de la Asamblea de la Ciudad, que, como dije antes, se ha convertido en azote de socialistas y que no duda en reafirmarse de cuanto ha dicho últimamente, asegurando, además, que no pedirá excusas. Y, claro, tal comportamiento me ha ce creer en lo siguiente.

Empiezo porque Nicolás está cumpliendo a rajatabla la orden que dieron en la calle Génova: leña a los socialistas hasta que revienten. Y ya sabemos lo peligroso que resulta que alguien se tome las consignas de sus superiores al pie de la letra. Lo cual me extraña muchísimo en él: que fue siempre defensor a ultranza de llevar cogidas de la mano a la prudencia y responsabilidad. Tampoco entra en mis cálculos que su disciplina de partido le haya hecho cambiar su idea de cómo hay que manifestarse en los medios; con ciertas dosis de hipocresía para evitar situaciones insoportables de convivencia.

Lo que no comparto, de ninguna manera, es lo que me han contado acerca de las razones que tiene el senador para actuar así:

-Sabe que peligra su situación política en su partido, debido a discrepancias internas habidas en su día, y está mostrándose como un furibundo hincha.

Ni hablar. Si fuera así, yo no dudaría en escribirlo. Pues me consta que Nicolás, por mucho que esté disfrutando de dos cargos políticos importantes, es de los que no necesitan de la política para vivir. Y por tal motivo, se permite el lujo de disentir en el seno del PP. A pesar de todo, uno cree que debe recuperar el norte. Dado su prometedor futuro político.
 

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