PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura


Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - MARTES 25 DE OCTUBRE DE 2005

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Ahora José va a la piscina

España es primera de grupo en número de donaciones de órganos. Esto es casi mejor que encabezar la liguilla para el mundial de fútbol. Solidaridad o crecimiento sostenible; el caso es que a los ciudadanos de un territorio les da por echar un cable a otros después de haber fallecido. ¿Para qué llevarme el riñón conmigo si se puede seguir usando?, se preguntarán algunos. Lo mismo un hombre, enganchado a una máquina de diálisis, puede darse sus paseos tranquilamente, sin pensar en que el martes, el miércoles y el sábado tiene que ir a renovar su sangre al centro hospitalario. La verdad es que es un peso menos para uno y un peso de oro para otro. 34 personas de cada millón de ciudadanos españoles decide donar, al año, parte de sus tejidos y de sus vísceras a otra persona, a quién nunca conocerá, pero que le agradecerá de corazón, de riñón o de córnea su regalo. Y si fueran 50, los tiempos de espera se reducirían una barbaridad. Las cifras nacionales apuntan a que seguimos manteniendo la media de órganos donados; el equipo tira, altruista. Y nadie se sorprende cuando, de vez en cuando, por la calle, a uno le piden el corazón y la piel. Encantado de entregarlo, que mientras no se creen epidermis de pvc, la mía sirve. Pero más allá de si somos solidarios, si tenemos más desarrollado el sentido de la generosidad que los canadienses, o si no nos importa ir de prestado por la vida, el caso es que José, el vecino del cuarto, que esperaba un riñón como agua de mayo, ya lo tiene y en vez de ir al hospital, se toma sus pastillas y se va a la piscina. Antes, Miguel decidió que ese órgano ya no le pertenecería después de muerto; y la familia estuvo de acuerdo; y los médicos rellenaron formularios a mansalva y a todo correr llamaron a José, que estaba en el autobús, peregrinando hacia su diálisis semanal. El hombre casi se tira en marcha, pero luego se puso serio, no vaya a ser que le pase como la última vez y no sea compatible. Pero mira, esta vez hubo más suerte que en Korea.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto