Federico Jiménez Losantos es un
escritor político tan inteligente como peligroso. Y, encima,
está protegido por la Iglesia Católica. Con lo cual su poder
y su peligro se está multiplicando sin solución de
continuidad. Federico es locutor de la cadena radiofónica
COPE y desde ese púlpito se ha convertido en el asustaviejas
más importante de la España actual.
Cuando hace ya mucho tiempo que supimos de buena tinta que
el infierno no existe, y, lógicamente, nos quitamos ese peso
de encima, la Iglesia trata de meternos el miedo en el
cuerpo por medio de un regeracionista que no cesa de agitar
la llama de la discordia para dividir España entre buenos y
malos.
Un maniqueísmo propalado por un comunista arrepentido que ha
ido purgando su error hasta convertirse en un fiero defensor
de la política belicista de Estados Unidos y en alguien que
anda lampando porque los militares españoles le hagan la
guerra a Marruecos.
Y para muestra el botón de una respuesta a la pregunta de
uno de los lectores de libertad digital:
-Mire usted, el ejército está para hacer la guerra. Por
ejemplo, para atacar las bases donde se guarecen los
ilegales y para destruir los convoyes de la nueva trata por
territorio marroquí. A lo mejor era más sencillo atacar
directamente a Mojamé a modo de aviso.
Con esta soflama, desde la posición ventajosa que ofrece el
estar protegido por una empresa de la magnitud de la Iglesia
Católica, el escritor aragonés más que ayudar a la causa de
España, y concretamente a la de Ceuta y Melilla, lo que hace
es sembrar el desconcierto y atiborrar de odio a quienes le
vienen prestando atención.
Federico Jiménez Losantos ha evolucionado de manera tan
rápida como rotunda; es decir, ha pasado del comunismo
ácrata al anarquismo y así hasta desembocar en una derecha
extrema. Y no digo tradicional porque el Rey parece ser que
no entra en su juego. Debe de ser, digo yo, debido al odio
que la estrella de la COPE ha de mostrar, como atlantista de
hace dos días, contra los franceses. Y no olvidemos que Juan
Carlos es Borbón por los cuatro costados.
Pero a lo mejor es que el Rey, a pesar de su campechanía y
de ser más listo que los ratones colorados, no ha tenido a
bien darle palique al gran Federico y éste se ha sentido
disminuido. Otro tanto le pasó con José María Aznar: a quien
se acercó vendiéndole la mercancía del mejor Azaña y
deseando que éste lo pusiera a su derecha como asesor
privilegiado. Mas Aznar le dijo que nanay de la China.
Y es que Aznar sabía lo mucho que Federico lo despreciaba
por estar convencido de que era hombre poco preparado para
acceder a la presidencia del Gobierno de España. Y lo único
que hizo es aprovecharse de su talento. Porque talento sí
que tiene el locutor de la COPE: unas dotes intelectuales
puestas al servicio de un internacionalismo
(norteamericanismo) de derechas. Algo que emparentado con el
clero, mediante sumas importantes de dinero, produce una
mezcla de alta peligrosidad.
Y he aquí la tremenda ambigüedad que existe en esta unión
entre periodista e Iglesia. La Conferencia Episcopal
Española no deja de quejarse amargamente de su precariedad
económica y, sin embargo, sigue manteniendo diferentes
medios de comunicación con el pretexto de divulgar la voz de
Cristo en la Tierra. Y al frente de uno de esos medios,
quizá el más importante, ha puesto a alguien que llama a la
rebelión y que, según sus palabras en una entrevista, no
vería con malos ojos que los militares bombardeasen
Marruecos.
Día llegará en que de tanto mover estas cosas, sea Dios
quien deba pedirle cuenta a los suyos. Pues Federico es un
contratado.
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