Si bien la reforma del Ipsi es
pedida como agua de mayo por los empresarios de todos y cada
uno de los sectores económicos de la Ciudad, y la
institución autonómica local pide al estado su participación
para sufragar las pérdidas que se deriven de esta posible
bajada de impuestos, contribuyendo así a una mayor
dinamización del entorno económico llamado ‘privado’, lo
realmente interesante es que estos llamados ‘privados’
comiencen a dejarse notar en la economía ceutí.
Una sociedad dinámica se basa en la inversión privada por
encima de la pública. En estos momentos es la pública quien
gana terreno en este sentido. De modo que bien se hace en
intentar eliminar posibles barreras que frenen las
iniciativas de cuantos inversores privados vean en Ceuta
problemas en lugar de mayores ventajas, al tiempo que los
que están ya instalados puedan -como consecuencia de ello-
abaratar precios de artículos que llegan directamente al
consumidor y evitar, de este modo, la tendencia
inflacionista que marcó -por ejemplo- el pasado mes de
septiembre.
Pero las ventajas fiscales de las que se enorgullece Ceuta y
su situación estratégica, le lleva a ser punto de mira en
determinados aspectos inversionistas que bien pueden
favorecer unos mejores augurios futuros. La puesta en
marcha, de nuevo, de la factoría de Ducar, con el contrato
firmado con la petrolera Macoil, moverá un volumen de un
millón de toneladas de combustible al año, lo que ayudará a
potenciar la actividad portuaria de Ceuta en el mercado del
bunkering, en el que se mantiene poderosa Cepsa. Pero no
sólo en este ámbito, el establecmiento de la industria del
mejillón a finales de este otoño puede lograr que la ciudad
vuelva a mirar al mar como fuente de riqueza lo que, unido
al próximo comienzo de la actividad de la Marina Seca,
podemos estar ante una situación favorecedora del entorno
económico en Ceuta. Que así sea.
|