La llamada del metijón se está
haciendo cada vez más espaciada y a mí me toca decirle a los
lectores que no sé las razones que tiene éste para andar de
capa caída. Cuando se lo hago saber, nada más atender su
telefonazo, me responde que lleva un tiempo sin frecuentar
los lugares donde salen a relucir los dimes y diretes de
cuanto acontece en la ciudad y, sobre todo, de lo
concerniente a la vida política.
-La verdad es que echo de menos esas denuncias tuyas y la
facilidad que tienes para ponernos al día de las envidias,
rencillas y discusiones que se producen entre los políticos.
-Procura ser más sincero, Manolo, los que me echan de menos
son tus lectores; pues si de ti dependiera, seguro que me
habrías dado puerta hace ya mucho tiempo.
-¿Me puedes decir las razones que tienes, estimado metijón,
para hablarme de esa manera tan cruda?
-Vamos, amigo, no trates de hacerte el lipendi conmigo. ¿Por
qué razón no has publicado lo que te dije, días pasados, en
relación con el mal carácter demostrado en una reunión por
José Luis Morales y cómo su malestar puede ser principio de
bronca entre compañeros?
- La verdad es que, según te expresaste al respecto, en su
día, no vi que tu comentario tuviera la importancia debida
para dedicarle la menor atención. Sin embargo, si mi
deducción te ha molestado, te prometo que haré todo lo
posible por saber más de un asunto que, seguramente, habrá
sido ya solucionado por Juan Vivas. Y tú bien sabes que,
cuando éste interviene como juez de paz, todos los
enfrentados terminan diciendo a coro esa locución tan
socorrida de “Pelillos a la mar”.
-Bueno, está comprobado que tienes siempre la respuesta
adecuada para salir airoso de tus deslices. A propósito:
explícame cuál ha sido la causa para entrevistar a Álvaro
Guzmán: verdadero azote del Gobierno de la Ciudad y mano
derecha de María Antonia Palomo?
-Una causa muy sencilla: a la hora de entrevistar mis filias
y fobias pasan a segundo plano y, por tanto, mucho menos
tengo en cuenta las tendencias políticas del entrevistado.
-¿Cómo es Álvaro Guzmán?
-A mí me cayó la mar de bien. Pero sería imprudente por mi
parte extenderme en elogios hacia alguien con el cual he
conversado una hora. Tiempo habrá, pienso yo, de tratarlo
más para que nos conozcamos mejor.
-Lo que sí me ha extrañado, y mucho, es la defensa que
hiciste, fechas atrás, de Ángel Gómez, como director general
de Gobernación, sabiendo lo que sé: jamás salió a defenderte
y a decir que tú nunca has tenido nada en contra de la
Policía Local.
-Te voy a responder con una cita, de Thomas Sazasz, sacada
de El segundo pecado: “El tonto nunca perdona ni olvida; el
ingenuo perdona y olvida; el sabio perdona, pero no olvida”.
-¿Tú crees que él lo entenderá?
-¿Te estás refiriendo a Ángel Gómez?
-Coño, de quién si no estamos hablando en estos momentos...
-Ah, allá él con sus problemas y su manera de pensar de los
demás. Lo cual no es óbice para que yo siga creyendo que es
muy válido para seguir desempeñando todas las funciones que
le han sido encomendadas.
-En cambio, de Juan Antonio Rodríguez Ferrón no has dicho ni
pío. Vamos, que no has salido en su defensa cuando los
policías locales pidieron su dimisión ante las puertas del
Ayuntamiento.
-Yo me he pronunciado, en ocasiones, sobre su gestión. Y
ahora, gozando como goza de la protección de CCOO, no creo
que sea necesario estimularlo más. Esa es una labor que
están haciendo ya Alarcón y Aróstegui.
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