El Partido Popular logró convencer
tanto a PSOE como a IU -Coalición Canaria estuvo ausente-
para que afirmaran con rotundidad uno de los preceptos
establecidos en la Constitución española de 1978: La
incuestionable españolidad de Ceuta y Melilla como parte
integrante del territorio nacional que es, además, de
indisoluble unidad.
Francisco Antonio González defendió la moción presentada,
logró una abrumadora mayoría de apoyo en la Cámara, pero no
consiguió que el Congreso de los Diputados, salvo los
escaños del PP, votaran a favor de que Ceuta y Melilla
acudieran a futuras reuniones bilaterales de España y
Marruecos.
Dicho esto, llama especialmente la atención la postura de
los nacionalistas con representación en la Cámara Baja de
las Cortes Españolas. Los BNGa, ERC, PNV o, incluso CIU no
apoyaron la moción de defensa de la españolidad de Ceuta y
de Melilla. Si pensamos bien, podemos entender que no de
acuerdo con el PP, votan lo que fuera siempre que esto
significase estar en contra. El BNGa por haber estado
permanente a la sombra alargada de Don Manuel; ERC, porque
cuelquier argumento ‘españolista’ le causa un serio e
incómodo sarpullido; PNV porque lo pasaron realmente mal en
la última legislatura de Ibarreche con el gobierno popular
en Madrid y aún escuecen las secuelas y CIU porque se ha
tomado la revancha ante el desprecio que al PP le ha
ociasionado su ansiado Estatut.
Quizá nadie dude realmente de la españolidad, pero lo que
resulta penoso es que los partidos de espíritu esgoista
(separatista) no refrenen sus instintos ante circunstancias
tan evidentes de sentido de Estado.
Apañados vamos si éstos son los que tienen que consensuar
las reformas en el ámbito territorial que se ha propugnado
desde la parte ‘monclovita’ del PSOE. Difícil papeleta la
del presidente Rodríguez...
PP, PSOE e IU sí han estado a la altura.
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