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OPINIÓN - JUEVES 13 DE OCTUBRE DE 2005

 
OPINIÓN / EDITORIAL

La esperada visita de Rajoy

En los círculos políticos ya se comentaba en los últimos días de septiembre, antes de los sucesos de la valla de Ceuta, que el presidente nacional del PP, Mariano Rajoy barruntaba la idea de acudir a Melilla primero y a Ceuta después como consecuencia del ‘feo’ causado a las dos ciudades por la no asistencia a la cumbre hispano-marroquí. Idea que tomó más cuerpo, días después, por los macabros acontecimientos del 29 de septiembre en el perímetro de Ceuta con el asalto masivo a la linde de España con Marruecos, traducido en más de un centenar de heridos y cinco muertos. Idea que resultó definitiva en la decisión final de viajar a las dos ciudades por el tan traído y llevado ‘silencio’ de Zapatero ante Jettú el mismo día 29 cuando se cuestionó el ‘status quo’ de Ceuta y Melilla hacia una ‘co-soberanía’.

No fue hasta el miércoles -día 5 de octubre- cuando la vicepresidenta del Gobierno recibió a los presidentes de Ceuta y Melilla, que se supo de la visita apresurada de De la Vega a ambas ciudades. Bien recibida, por otra parte. Debemos concluir que toda visita institucional a las dos ciudades españolas del norte de Africa son excepcionalmente bien acogidas. Pero éste y no otro, fue el ‘tempus’ de las agendas.

Dicho lo cual, la visita de Rajoy a Melilla el pasado domingo llevaba consigo la espera, para hoy jueves, de la llegada a Ceuta del líder nacional del principal partido de la oposición. De ahí lo de esperada.

Las circunstancias novedosas indican, según informe de la UE, que una bolsa de más de 30.000 inmigrantes acechan las ciudades de Ceuta y Melilla entre Argelia y Marruecos y que, por otro lado, las encuestas apuntan a un cambio en la intención de voto por primera vez desde las pasadas generales a favor del PP. Y todo ello unido a que un 67% de los españoles manifiestan que el Gobierno español aplica medidas excesivamente suaves para con Marruecos.

No obstante no hay mal que por bien no venga y la extrema situación en la que se halla, en estos instantes la inmigración y en lo que afecta a España y a Europa, va a provocar soluciones, esperemos que definitivas.

De igual modo, y ante el constante flujo de información al respecto que se ofrece en la actualidad, donde Ceuta y Melilla son protagonistas, convendría aprovechar la coyuntura como para que se erradique del vocabulario relacionado con las dos ciudades la palabra “plazas” en relación a la pertenencia de España. Nadie habla de plazas españolas de Irún o de La Guardia por su cercanía a Francia o a Portugal, respectivamente.
 

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