l nuevo curso en la Escuela de Teología “Santa Beatriz de
Silva” se dio por inaugurado ayer en la parroquia de Santa
Teresa de Jesús de la Ciudad Autónoma con la conferencia
impartida por el arqueólogo local, Fernando Villada, en la
que habló sobre el yacimiento de la Basílica Tardorromana de
la ciudad.
La intervención de este experto giró en torno a las
circunstancias del descubrimiento de este importante
monumento en 1987 así como de los avances que se han
producido desde entonces en el que es uno de los primeros
edificios de culto cristiano que se conocen. Un motivo más
que suficiente para que haya sido, precisamente éste, el
tema elegido por la Vicaría General del Obispado de Ceuta
para dar comienzo al curso 2005/2006 de esta escuela de
Teología que lleva el nombre de la santa portuguesa
fundadora de la orden de las Monjas Franciscanas de la
Santísima Concepción de María, Santa Beatriz de Silva.
Hay que recordar que este yacimiento tardorromano, situado
en la céntrica calle Jaúdenes, contiene importantes restos
arqueológicos de un templo y una necrópolis de la época
paleocristiana.
El hallazgo de este monumento, que ocupa una extensión de
600 metros cuadrados, se produjo de manera casual al
derribar un edificio hace casi 20 años en una época en la
que no se había identificado con certeza casi ninguna
iglesia cristiana en los límites del África antigua de habla
latina.
Según ha destacado el arqueólogo Fernando Villada, el
yacimiento consta de una basílica que tiene una necrópolis
en su interior y se trata de “un elemento muy importante
para la arquitectura en Ceuta”.
Desde su descubrimiento, este conjunto arqueológico ha sido
cada vez más valorado hasta el punto de que se tiene
proyectada la apertura de un museo de la basílica y su
contexto en los próximos meses.
El monumento data del siglo IV y es de una gran importancia
no sólo para Ceuta sino para los ámbitos de la historia y la
cultura en general, ya que se trata de uno de los
testimonios más antiguos del cristianismo en el norte de
África, de tal modo que está considerada la basílica de la
época paleocristiana mejor conservada de la que fue la
provincia romana de la Mauritania Tingitana.
El Ministerio de Cultura fijó su atención en este yacimiento
y financió un intenso programa de excavaciones arqueológicas
sistemáticas y, además, procedió a la declaración de esta
basílica como Bien de Interés Cultural con la categoria de
Zona Arqueológica.
Aunque no se ha establecido la fecha exacta de su
construcción, los expertos que han trabajado en este
yacimiento estiman que la Basílica Tardorromana de Ceuta,
que fue concebida como una gran catacumba, se asemeja al
modelo de basílicas martiriales, es decir, dedicadas a un
mártir, y usadas, principalmente, como lugar de
enterramiento.
En lo que se refiere al museo, éste se ha levantado
alrededor de la basílica y con él se pretende realizar un
recorrido cronológico de la Ciudad Autónoma. Su ábside y el
enterramiento principal serán las zonas que centrarán el
interés de este museo que, además, contará con un aljibe o
cisterna medieval perfectamente conservado.
Por otra parte, la Muralla Tardorromana descubierta en las
excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el año 1995 en
la Gran Vía de la Ciudad Autónoma, muy próxima a la Basílica
de la calle Jaúdenes, forma parte de las defensas del primer
núcleo de población de la ciudad y posee torreones
cuadrangulares. Se prevé que, en el futuro, forme parte del
parque-museo arqueológico, ya que, al igual que la basílica
y su yacimiento, está declarada Bien de Interés Cultural.
El museo, que aún no se sabe cuándo será inaugurado, debido
a retrasos motivados por filtraciones de agua de lluvia,
acogerá la que será la colección más importante de piezas
arqueológicas de la Ciudad Autónoma de Ceuta. Unas obras que
han sido elegidas entre un inventario que alcanza las trece
mil unidades.
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La determinación de la fecha de creación
Los arqueólogos que han
participado en las excavaciones coinciden en que esta
basílica tardorromana es paleocristiana y del siglo IV. Sin
embargo, aunque la fecha exacta de construcción no se ha
determinado, hay indicios que señalan que, posteriormente,
se amplió la planta; una acción que se atribuye a los
bizantinos, que ocuparon la Ciudad Autónoma a partir del año
533.
De hecho, se han documentado numerosos enterramientos de
distintas cronologías que la convierten en una de las más
importantes necrópolis tardorromanas documentadas en esta
zona del Estrecho de Gibraltar.
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