- Una vez aterrizado, es decir
haber tomado tierra, creo estar en disposición de acometer
cuantos asuntos ocupen la actualidad y dar mi modesta
opinión sobre los mismos.
Las cosas hay que tomárselas con cierta calma puesto que,
las prisas en dar las opiniones sobre los diversos temas
que, cada día, surgen a lo largo y lo ancho de nuestra piel
de toro, suelen ser malas consejeras.
Ahora, cuando todo el mundo ha dicho lo que tenía que decir
y han mostrados sus opiniones, sobre la actuación del
presidente de la Ciudad, Juan Vivas, en el programa de la
primera 59” servidor, con toda humildad, como diría Juan
Vivas, va a dar la suya que, presumiblemente, es tan creíble
y tan respetable como la de todos los que la han dado. Todas
las opiniones, vengan de donde vengan, so respetables. He
dicho.
Nada me extraña la brillante intervención del presidente de
todos los ceutíes en el programa. Y digo que nada me
extraña, porque desde estas mismas páginas, siempre, hemos
mantenido que, Juan Vivas, era un gran político y con una
gran facilidad de palabras, capaces de convencer al más duro
de oídos.
Juan, con el paso del tiempo, le ha venido a pasar como a
los buenos vinos y ha ido creciendo políticamente y, hoy
día, su nivel político debe ser considerado de político de
altura sabiendo, perfectamente, en cada momento, cuales
deben ser las palabras adecuadas en determinados actos.
Cuando algunos de su partido, personajes importantes, sólo
consideraban a, Juan Vivas, un buen funcionario,
chicohonrado y trabajador, no sabían cuan equivocados
estaban al hacer esa aseveración. Juan les vino a demostrar
el grave error que cometieron, en aquellos momentos, al
juzgarlo. Además, Juan, tiene baraka.
El tiempo ha sido nuestro mejor aliado, para ir poniendo
cada cosa en su sitio. Y, hoy día, las cosas están
perfectamente encajadas donde deben estar, moleste a quien
moleste y nos ha venido a dar la razón de cuanto hemos
escrito sobre el presidente de la Ciudad y de las cualidades
que adornaban su persona para ser el personaje idóneo que
llevase, a Ceuta, al lugar que le corresponde.
Su humildad y acaso su servicio al partido, no le han
permitido reconocer lo que, en tantas y tantas ocasiones,
hemos escrito de que él, sólo él, fue el que consiguió esa
mayoría aplastante en las pasadas elecciones municipales.
Pero ese es su problema, como el nuestro es dar nuestra
opinión. Y nuestra opinión, mientras no se nos demuestre lo
contrario cosa arto difícil, sigue siendo la misma que
siempre hemos mantenido.
Nuestra opinión, la dimos en aquellos momentos y seguimos
dándola en la actualidad fue la de que él había ganado las
elecciones, sin deberle nada a nadie. Y, mucho menos,
necesitando la ayuda de nadie. Quizás con esa ayuda, no
hubiese ganado las elecciones de “calle”.
Por ese conocimiento que tenemos de, Juan Vivas, nada nos
extraña, ni nos puede extrañar de su extraordinaria
actuación, en el programa, defendiendo los intereses de la
tierra que le vio nacer.
Juan llegó al plato, para enfrentarse a cuerpo descubierto a
todos aquellos que querían encontrarle tres píes al gato.
La cosa la empezó P.J. Ramírez, que hablando en términos
taurinos, - ruego se me permita usar el símil taurino, para
mejor explicar la actuación de nuestro presidente de una
forma desenfadada -, cual mejor mozo de confianza le puso el
toro en suerte al maestro.
El maestro, Juan Vivas, se llevó al astado al centro del
anillo, donde se lo llevan los toreros de verdad y donde no
hay ni trampa ni cartón porque, allí, en el centro del
ruedo, es el toro y el torero solos frente a frente en un
duelo donde la apuesta es la propia vida.
El maestro citó de lejos, esperó con los píes juntos, sin
inmutarse, la primera embestida y le dio un afarolado que
hizo reaccionar al público dándole la primera ovación de la
tarde.
Sin descomponer la figura, con los píes juntos como si
estuviesen pegados al albero, volvió a citar, una y otra
vez, caldeando el ambiente en el coso, donde los
espectadores se entregaban ante ese derroche de valor y
sabiduría del matador.
Nadie osó rechistar, ni tan siquiera los del tendido siete
que tan dado son a protestar por el más mínimo detalle, la
plaza era un clamor de admiración.
Rodó el toro sin puntilla y un público enloquecido pidió,
con miles de pañuelos al aire, caules palomas mensajeras,
salidas de las ajulas buscando elcamino de regreso, pidiendo
los máximos trofeos, a los que nadie puso objección alguna a
que les fuesen entregados.
Con ellos en las manos, a hombros de los “capitalistas”,
salió por la puerta grande quese había abierto, de par en
par, gracias a su genial faena.
Mientras, desde uno de los palcos de la plaza, PJ Ramírez
sonreía al ver salir al matador por la puerta grande.
Y eso que no le dejaron y lo intentó, eso que conste en
acta, explicar por qué Ceuta y Melilla no tienen nada que
ver ni historica ni políticamente con el reino de Marruecos,
aunque se cabreen los “progres” de...
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