Alrededor de Ceuta ya apenas quedan subsaharianos. Tánger
está también “limpia”. Pero todo, ¿a qué precio?. Mientras
el drama se desarrollaba, cerca de doscientas personas
procedentes, en su mayoría, del norte de Marruecos y del sur
de España se reunían en un importante congreso sobre el
problema, creciente, de la inmigración.
Organizado conjuntamente por “Chabaka” (Red de Asociaciones
del Norte de Marruecos para el Desarrollo y la Solidaridad)
y “APDHA” (Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía),
los asistentes debatieron en conferencias plenarias y mesas
de trabajo específicas (menores, mujeres e inmigración
subsahariana), a lo largo de tres días, en la Casa de España
de Larache. A los actos asistieron especialistas marroquíes
en inmigración, como la tetuaní Amina Bargash, doctora en
psiquiatría y especialista en temas de la mujer.
Al final del encuentro, los asistentes consensuaron un texto
, “El Manifiesto de Larache”, del que nos hacemos eco en
éstas líneas. Como alternativas propugnan profundos cambios
sociales apelando a la solidaridad: “No podemos hacer de
Europa una Fortaleza (sic) que se rija por el egoísmo
económico ante la aceptación de las personas inmigrantes”, a
la vez que exigen “la participación de observadores
internacionales” que “investiguen las gravísimas violaciones
de los derechos humanos que se están produciendo en el
entorno de ambas fronteras” (por Ceuta y Melilla).
Sin llegar a rechazarlo abiertamente (hubo cierto debate
sobre el particular), se puso en cuestión “el proyecto de
creación de Centros para Menores en Marruecos tratado en la
cumbre hispano-marroquí”, particularmente ante la falta de
garantías sobre los derechos de la infancia en los mismos:
“¿Quién los va a gestionar?. ¿Marruecos?”.
En esta dirección, hubo casi unanimidad en la oposición a
que en el conjunto del Magreb (Marruecos, Argelia, Túnez,
libia y Mauritania) se financien, a cargo de la Unión
Europea, centros temporales de acogida de inmigrantes
similares a los CETIS de nuestras Ciudades Autónomas.
“Europa no puede olvidar -dice el texto- sus
responsabilidades en los problemas de fondo que originan la
desesperación de los africanos que intentan llegar a ella.
Son personas que tras numerosas penalidades para atravesar
media Africa están malviviendo en condiciones infrahumanas
en la espera de una oportunidad para entrar en Europa. No es
de extrañar que tras las palizas y el hostigamiento de los
cuerpos policiales marroquíes y ante la cada vez mayor
impermeabilidad de la frontera, lleguen a situaciones de
desesperación inimaginables”.
Efectivamente, expertos consultados in situ por EL PUEBLO
coinciden en señalar la desesperación de los inmigrantes
subsaharianos como una de las principales causas de las
últimas avalanchas humanas sobre nuestras fronteras. “A la
vez -indican- la fuerte presión de la Gendarmería y las
Fuerzas Auxiliares marroquíes para hacerle a Zapatero el
favor de limpiar las fronteras de Ceuta y Melilla ante la
última cumbre hispano-marroquí, hicieron el resto”.
El Manifiesto aprovecha también para denunciar “que
Marruecos haya aceptado convertirse en guardián de la
frontera sur de la Unión Europea. La falta de garantías
democráticas y la violación de los derechos humanos es una
realidad constante en un país elegido precisamente para
realizar el trabajo sucio de la UE. Es inaceptable que la
Unión Europea mire hacia otro lado ante las vulneraciones de
derechos elementales que se están produciendo por parte de
Marruecos hacia los inmigrantes”.
¿Utópicos, ilusos ...?. Probablemente, pero gracias a su
esfuerzo y trabajo desinteresado éstas ONGs y asociaciones
son, a veces, la única y escasa ayuda que tiene el
inmigrante subsahariano en los bosques de Beliones (Ceuta) o
del Gurugú (Melilla): “en más de una ocasión se han visto
obligados a comer hojas de los árboles, mientras las fuerzas
de seguridad marroquíes les prohibían el acceso a las
fuentes de agua”.
Finalmente y “Aun siendo conscientes de la complejidad de
factores que inciden en este problema”, los firmantes
reclaman la actuación de organismos internacionales y se
suman “a todas las campañas y exigencias que plantean la
condonación de la deuda externa, el destino del 0,7% al
desarrollo y la puesta en marcha de un ambicioso plan de
cooperación para el desarrollo estructural, destinado
prioritariamente a acabar con la situación de pobreza y
miseria que vive el continente africano. De la misma manera
que consideramos apoyar a cuantos trabajan por el fin de la
violencia que asolan a numerosos países africanos y por su
democratización”.
En lo cercano (aun no había trascendido la autoría de las
fuerzas de seguridad marroquíes) piden como ya escribimos
“Que se cree una comisión de investigación, con la
participación de observadores independientes , que aclare
todo lo sucedido en los luctuosos sucesos de Ceuta y Melilla
y determine las responsabilidades a que hubiere lugar”.
Bien. En lo que respecta al último punto dos observaciones:
1º. Ya está verificada la autoría marroquí. Y ahora, ¿qué?.
2º Por si fuera poco, está perfectamente acreditado el trato
criminal practicado por las fuerzas de seguridad marroquíes
(cuyo máximo responsable es el Rey Mohamed VI), abandonando
a hombres y hasta a mujeres embarazadas en pleno desierto,
exhaustos, sin comida, sin agua, sin nada ... ¿Quién depura
ahora responsabilidades?.
Europa no puede seguir permitiéndose el lujo de seguir
mirando para otro lado ni, una vez más, lavarse las manos,
como Pilatos ..... Tanto por decencia como por eficacia.
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"Aunque quisiéramos, no se puede ponerle puertas al hambre"
El primer deber de un Estado que se precie es proteger sus
fronteras. Indudablemente. Y no tanto por ínfulas
nacionalistas como de seguridad y cohesión social para la
comunidad que en el mismo vive.
Las fronteras no son las que matan. Lo que mata es el hambre
y la opresión, la ineficacia y la corrupción de la inmensa
mayoría de los regímenes (aquí al lado o más abajo) que
explotan a sus habitantes. Claro que en la miseria también
hay graduaciones: por eso, algunos, aguantan más o menos y
otros, los que ya no tienen nada que perder, siguen
adelante. Como sea.
Occidente y su sociedad de consumo es un obsceno reclamo
para los que sobreviven en la indigencia. ¿Y aun nos
extrañamos de que empiecen a subir, a decenas, a centenares,
a miles ...?. Africa está llorando directamente a sus hijos.
¿Qué vamos a hacer?: ¿vallar toda Africa?.
No podemos por mucho más tiempo, aunque queramos, seguir
poniéndole puertas al campo. La auténtica verja es ponerle
coto al hambre y, para eso, hay que poner a algunos
regímenes en su sitio. ¿Neocolonialismo?, ¿despotismo
ilustrado?. Llamémoslo como queramos. Pero eso o la
hecatombe. Tenemos poco tiempo y alguno, aquí al ladito,
bastante menos.
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