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OPINIÓN - DOMINGO 9 DE OCTUBRE DE 2005

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Cuando uno va cumpliendo años y se va alejando, cada vez más y a mayor velocidad, de la juventud, empiezan a venirle a la memoria, hechos pasados en lo que recrearse y sentirse bien con aquello tiempos y esos pasajes agradables de recordar.

Una vez recordados, con esa enorme satisfacción que da el saber que, en alguna ocasión, uno también fue niño, se dedica a contárselo a los demás y es ahí donde empieza, lo que algunos ignorantes les dan por llamar, las “historietas de los abuelos Cebolletas”. Sin pararse a pensar, por unos momentos, que a ellos les llegará un tiempo en que desearán volver atrás y recordar las memorias de sus tiempos de chavales. ¡Pobres de aquellos que no lleguen a esa edad en que se desea contar todas esas vivencias de tiempos pasados!.

También se puede dar el caso de que carezcan de vivencias por haber estado, toda subida, pegados a la faldas de mamá, y no tengan apenas cosas que contar, a no ser las conversaciones que las amigas de mamá mantenían en esos cafés que se tomaban en casa, donde además de hacerse la señal de la cruz, cada dos por tres, ponían a parir a todo bicho viviente. Cumpliéndose, en muchas ocasiones, aquello de que ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el suyo.

Aunque estas dignísimas señoras, no tenían de que preocuparse, todo consistía en ir a confesar cada día y dar, de vez en cuando, un limosna a un pobre, no mucho dinero, porquelos pobres no está bien que tengan dinero, que eso todo lo perdona y hace ser, al personal, muchísimo mas bueno cada día lo que da opción,al día siguiente, a la hora de tomarse el café, seguir despellejando a todo bicho viviente.

En muchas ocasiones, cuando he visto a determinadas personas en la puerta de las iglesias esperando para entrar a escuchar misa, no he tenido más remedio que sonreírme ante tanta mentira e hipocresía.

La sabia de mí abuela me decía: que todo el que va, cada día, a la iglesia a confesar es porque tiene muchos pecados y quiere que Dios se los perdone. Cosa que no es necesaria en aquellas personas que no van a confesarse, cada día, ni a darse golpes de pecho.

O sea, con claridad meridiana, mi abuela a igual que a servidor, no se fia ni un pelo de todos esos que, cada día, van a confesar y a darse golpes de pecho y, después, son incapaces de darle un pedazo de pan a un pobre.

Ahora, eso sí, en la puerta de la iglesia, a la salida de misa si hay , por casualidad, un pobre le darán una limosna, mientras le sonrien, con sonrisa beatifica, a otros que salen de la misma misa y que se disponen a dar, cómo no, otra limosna al pobre de turno.

No mucha cantidad, porque si le dan mucho el pobre puede cometer cualquier despilfarro con esa enorme cantidad de dinero pues, todo quisqui sabe, que los pobres son los mayores despilfarradores del mundo mundial.
Que gran gesto, que gran detalle de todas estas buenísimas personas. ¿Qué sería de los pobres que se sientan a las puertas de las iglesias, sin estas bonísimas criaturitas no les diesen, cada domingo, esas limosnas ?.

Claro que el darle esas limosnas a los pobres, también tiene su recompensa. Esas limosnas, dada con toda la voluntad del mundo, vale para dejar limpia sus conciencias y poder seguir, en las meriendas de las tardes, “despellejando” a todo bicho viviente.

Y ni te cuento, amigo guardia, a donde llega el asunto del “despellejamiento”, si por una de esas casualidades de la vida, la hija de la portera, se ha quedado embarazada de su novio de toda la vida. ¡Pobre chica, pobre madre y pobre novio!.

Estas buenísimas señoras, todo bondad, todo caridad seguro que la “vestirán” de arriba a abajo. Cariñosas son todas esas criaturitas que, al dia siguiente, como está mandado irán a confesarse, darse golpes de pecho y, cómo no, a comulgar como está mandado en personas de tanta creencia religiosa.

Y los pobres, esos pobres, que se sabían criticados por aquellas “angelicales damas”, eran los mismos, que sabiendo todo lo que murmuraban de su familia, se apartaban para dejarles paso, se quitaban la boina para saludarlas y le seguían llamando doña fulanita, doña menganita.

Hoy, gracias a Dios, a ese Dios al que siguen visitando, cada día, todas esas “angelicales criaturas”, el mundo ha cambiado y hasta se ve, como debe ser, como algo de lo más natural que una chica se quede embarazada de su novio. No pasa absolutamente nada. Es la vida.

Las que no han cambiado son todas esas “angelicales criaturitas”, que siguen acudiendo, cada día, a darse golpes de pecho y dándole una moneda de diez centimos a esos pobres que alargan sus manos solicitando unas monedas en las puertas de las iglesias.

Y es que, la falsedad y la hipocresía, son dos cualidades innatas en todas esas criaturitas ,que alrededor de un café siguen “despellejando” a todo bicho viviente.
 

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