La secretaria general del partido
socialista de Ceuta, María Antonia Palomo, ha dicho en una
conferencia de prensa que su partido no entiende que un
silencio pueda ser motivo de una manifestación por la
españolidad de la ciudad autónoma, en referencia a la
actuación del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez
Zapatero, al ser preguntado sobre la posibilidad de una
soberanía compartida con Marruecos.
María Antonia Palomo, según sus palabras, parece que le
concede poca o ninguna importancia a los silencios. Cuando
todos sabemos, y más cuando nos vamos haciendo mayores, que
los hay que matan. Y metidos ya en citas, recordemos algunas
dedicadas al silencio.
“El silencio debiera ser la cualidad de aquellos a quienes
faltan las demás”. “Hay silencios que hablan”. “El que
guarda silencio no declara contra sí mismo”.
Cualquiera de estas frases podría aplicársele al silencio
mantenido por ZP ante Driss Jettu, primer ministro marroquí,
durante reciente celebración de la cumbre hispana-marroquí.
Un silencio sepulcral que dejo a los ceutíes confundidos, en
un primer momento; airados, después; y, enseguida, bramando
disparates contra el presidente de un Gobierno que no quiso,
o no supo, contestar a una pregunta de fácil y necesaria
respuesta: Ceuta es española.
Por tal motivo, me extraña que María Antonia Palomo trate de
quitar hierro al asunto con unas declaraciones en las que
viene a decir que el silencio de ZP no justifica una
manifestación frente a la Delegación del Gobierno. Con lo
cual nos está llamando exagerados a cuantos creemos que la
postura del presidente fue un acto de cobardía pasajera, a
fin de no herir la susceptibilidad de los gobernantes
vecinos; siempre tan a flor de piel cuando le son denegadas
sus peticiones o se les dice que nones a unas
reivindicaciones tan absurdas como injustificables.
Lo evidente, y créanme los socialistas, de Ceuta, que lo
siento, es que el silencio de ZP ha propiciado que el
partido haya vuelto a perder la confianza de innumerables
personas que no comulgan con la política de los populares.
Así, todo lo conseguido durante años por la secretaria
general y sus afines, se ha diluido en el vaso de agua que
el inquilino de la Moncloa hizo suyo para hacer frente a un
silencio ignominioso. Toda una injusticia inmerecida que
habrá de soportar una mujer que ha trabajado intensamente
para que en la calle de Daoíz se pudiera percibir el sabor
de la victoria. Me imagino, pues, que la señora Palomo debe
estar sumida en el mayor de los desencantos; aunque se
empeñe en poner buena cara a tan malos momentos y arremeta
contra la manifestación.
Cierto que la manifestación, que se habrá celebrado cuando
ustedes lean estas líneas, está convocada por alguien que en
los años 80 se distinguió por hablar de Ceuta y Melilla como
ciudades anacrónicas... y lo que ustedes ya saben. Pero aun
así, es decir, por más que sepamos que el individuo en
cuestión se está aprovechando de una deslealtad de ZP, ojalá
que la plaza de los Reyes haya registrado un lleno absoluto
y la gente se haya visto obligada a inundar todas las calles
adyacentes. Sería una prueba palpable de que los ceutíes no
están dispuestos a dar la callada por respuesta a las
ofensas que vienen recibiendo. Y que, ante felonías como la
ocurrida en Sevilla, son capaces de salir a la calle aunque
sea acudiendo a la llamada de un dirigente político a quien
sólo le siguen unas cuantas personas. Un dirigente político
que ni siquiera consigue un acta de diputado, teniendo como
tiene a su disposición todos los medios habidos y por haber.
Lo siento por María Antonia Palomo. Pero hay silencios que
matan. El de ZP se la ha llevado a ella por delante.
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