Lo peor que tiene el irse de
vacaciones, es que se tiene uno que volver y, además, con
menos dinero en los bolsillos que el que se está duchando. ¡Dita
sea el queso de bola!.
Un siglo de estos, cuando me toque la primitiva y, con ella,
pague la mitad de lo que debo, me voy a dar la vuelta al
mundo. La otra mitad tendrá que espera a que, de nuevo, me
vuelva la suerte, y entonces me voy a crear una empresa de
no hacer nada nombrandome, por unanimidad, director de la
misma.
El personal que deberá hacer que la empresa marche por buen
camino y dé sus correspondientes dividendos, ya lo tengo
elegido. Con unos sueldos de aquí te quiero ver. Ríase
usted, amigo guardia, de lo que ganan, por un suponer, los
consejeros.
Advierto, para que no haya la menor duda, que lo que voy a
crear es una empresa, nada de un nuevo partido político.
Por cierto, antes de que se me olvide, que tengo una jartá
de mala memoria, se está creando un nuevo partido político.
Que como se dice en el argot taurino, Dios reparta suerte.
Ya sé que algunos han pensado, que como no hay nada que
hacer, porque es una empresa de no hacer nada y cobrar
buenos sueldos, es que voy a crear un partido político y
gobernar.
Por supuesto que otros habrán pensado, bien pensado por
cierto que, cosa lógica, me ponga por “decreto datilar” al
frente del asunto, que para eso no tengo la menor idea de lo
que es ser político o de qué es la política.
En eso de que no sé qué es ser político o qué es la política
llevan toda la razón del mundo.
Pero, lo que no me pueden negar es que, a igual que muchos
de los politiquillos del tres la cuarto, entiendo que ser
político es ganar una pasta gansa por no hacer nada y,
ademas, tener la facultad de colocar, en buenos lugares para
que coman de la sopa boba, a los hermanos, cuñados, cuñadas,
primos, primas, sobrinos, sobrinas y demás parientes.
Ese, al menos, es el convencimiento que tienen todos
aquellos que han llegado a la política por el celebre
“empujoncito” dado por los que mandan en los partidos que,
más o menos, en la mayoría de los casos, están a la altura
de aquellos a los que dan el “empujoncito” en cuanto a
conocimientos de política.
Con la ventaja, sobre ellos, de que los que reciben el
celebre “empujoncito”, deberán acatar cuantas ordenes les
den y decir a todo “si bwana”, si quieren mantener el
puestecito y seguir ganando una pasta gansa, aunque en el
desempeño de sus funciones sean más inútiles que el de una
muñeca.
En definitiva, y para no cansar más al personal, que ya está
uno de vuelta y presto a contarles a ustedes todo aquello
que se pueda contar.
Uno es una jartá de bueno y no vaya a ser que, por mal del
demonio, se me cabree el personal y me tengan en el dique
seco, sin escribir, par de meses por un suponer.
Comprendo que la culpa sería del menda, por ser una jartá de
bueno , en el asunto de escribir en los papeles.
Y hoy día, tal y como está la situación, ser bueno en los
trabajos a realizar, dado el gran número de mediocres
existentes, es un peligro que los mediocres, por los caminos
que sean tratan de eliminarlos.
Oiga, amigo guardia, por mi santa, ser bueno en una
profesión es estar expuesto a ser eliminado, para evitar
crearle problemas a los inútiles de turno que, en estos
momentos, tienen la sartén cogida por el mango. ¡Vivir para
ver!.
Y si esto es en las profesiones consideradas liberales, ni
te cuento lo que debe ser en cuanto a la política y a esos
que “pomposamente” se hacen llamar políticos, cuando no son
más que unos politiquillos del tres al cuarto, con menos
conocimientos sobre política, que un niño recién nacido en
cuestión de sexo.
Las luchas, por tratar de eliminar a los mejores políticos
que tienen los partidos, debe ser una lucha enorme, sobre
todo, por parte de aquellos inútiles de turno ante el temor
de perder el puestecito que ocupan sin que nadie sepa los
méritos que tienen para estar donde están.
La suerte que tenemos todos aquellos que vamos de libres por
la vida, sin pertenecer a ningún partido político, es que no
tenemos que luchar por defender ningún puestecito ni su
pasta gansa y, mucho menos, tener que decirle al inútil de
turno, a cada momento, ”si bwana”.
No se pueden imaginar, la satisfacción que siente uno,
cuando no tiene que rendir pleitesía a alguno de esos
personajes que no les llegan, a ustedes, ni a la suela de
los zapatos.
Oiga, amigo guardia, cada día siento mayor satisfacción al
comprobar que no pertenezco a nada ni a nadie y, mucha más,
que no tengo que agradecerle nada a nadie.
Esa independencia, me permite reírme y pasar buenos ratos
con algunas de las actuaciones de todos esos mediocres que
dicen ser y se hacen llamar políticos.
Un consejo, si usted por un casual pertenece a algún partido
político, no muestre grandes habilidades.
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