Merece la pena ir como invitado al
programa 59 segundos de la 1 de TVE, aunque sólo sea por ver
de cerca a Mamen Mendizábal. La presentadora está, con todos
mis respetos, de toma pan y moja. Lo cual no le impide
realizar perfectamente su papel de moderadora.
Juan Vivas, además de disfrutar de ese privilegio, nos
demostró que hace ya mucho tiempo dejó de ser un novillero
de la política para convertirse en un matador de toros que
puede competir en todas las plazas de España. Sus
respuestas, ante las preguntas de los periodistas invitados
al debate, fueron tan claras como rotundas. Estuvo bien el
presidente; sencillamente bien. Y, si me apuran un poco,
hasta más que bien.
Donde quiera que voy soy un trozo de paisaje de mi tierra.
Eso es lo que fue el presidente durante el programa de TVE:
un trozo muy importante en Madrid de una Ceuta que habrá de
acogerse a lo que dijo José María Pemán:
-No hay virtud más eminente que el hacer sencillamente lo
que tenemos que hacer.
Lo que tenemos que hacer es gritar a los cuatro vientos que
estamos hartos de soportar los ataques furibundos de ciertos
españoles (?) que andan convencidos de que serlo es porque
no se puede ser otra cosa.
Decía uno, días atrás, que María Antonia Iglesias y Máximo
Cajal, entre otros, han conseguido con sus declaraciones
despertar el localismo de los ciudadanos más apáticos. Y
bien harían éstos en acudir a la plaza de los Reyes, hoy, si
acaso la manifestación anunciada sigue adelante. De lo
contrario, Ceuta seguirá siendo zarandeada, como la flor del
vilano por los vientos, por quienes desconocen su realidad
histórica o por cuantos, conociéndola, mienten como bellacos
al servicio de una causa parecida a la que se le atribuye al
conde don Julián.
Pero volvamos al presidente y a sus actuaciones nada más
producirse el asalto de los inmigrantes a las vallas del
perímetro fronterizo. Lo primero es recordar esta cita: “En
una situación de crisis la rapidez es más importante que la
precisión”. Y a fe que Juan Vivas ha estado tan diligente
como preparado para explicarle al mundo entero lo sucedido
y, de paso, hacer valer la indiscutible españolidad de
Ceuta.
Ha sabido el presidente, sin duda, adelantarse a los
políticos de la oposición y convertirse en la única voz que
se ha escuchado atentamente en momentos cruciales para esta
tierra.
De Vivas conocía yo, por haberlo tratado muchos días,
durante un tiempo prolongado, que tenía unas habilidades
indiscutibles para convencer a los demás de lo que, según
él, hubiera que hacer en cualquier momento. Habilidades que
a mí me parecían que sólo podían cuajar en el ámbito local.
Y confieso que me he equivocado de cabo a rabo.
Y a los hechos me remito: durante el tiempo que duró su
intervención en el espacio de debate conducido por la guapa
Mamen Mendizábal, se empleó de forma que mantuvo siempre
como sedados a los periodistas que lo rodeaban. Es decir, su
forma de ser, estudiada o no, le dio el resultado apetecido:
mantener a las fieras domeñadas.
Puesto que ni Ramón Lobo, ni Carlos Carnicero, ni Margarita
Saenz-Díaz, ni Pilar Cernuda, ni muchos menos Pedro J.
Ramírez, intentaron llevarle la contraria a un presidente
que se limitaba a responder con seguridad y contundencia,
aunque adobando su firmeza con una increíble puesta en
escena de humildad y educación.
Y, precisamente, diciendo las cosas como si se tratara de
alguien que parecía no haber roto un plato en su vida,
cuando tanto se grita en España, éstas surtieron los mejores
efectos. Por lo tanto: sí al presidente.
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