Tony, Junior, Nayim... Ghana, Nigeria, Senegal, Guinea
Conakri... Éstos son los nombres de la tragedia. De una
tragedia que en la madrugada del pasado jueves enturbiaba la
noche caballa. Un grupo de entre 500 y 700 inmigrantes
asaltaba la valla del perímetro fronterizo que separa Ceuta
y Marruecos. Su objetivo: pisar suelo español. Un total de
214 subsaharianos lo lograron... en su empeño murieron cinco
de ellos, dos en territorio español y tres al otro lado de
la verja, en Marruecos. Muertos, heridos, declaraciones
políticas, despliegue de las fuerzas y cuerpos de seguridad
y de los servicios sanitarios... y la imagen de la tragedia:
cientos de heridos que se recuperan en el Centro de Estancia
Temporal de Inmigrantes, CETI. Han pasado varios días y los
‘recién llegados’, algo más recuperados nos cuentan como
vivieron el asalto. En sus ojos miedo y el brillo que supone
el alcanzar un sueño.
Nayim es de Mali. Tiene 27 años y ha logrado cruzar la
frontera durante el asalto. Sus manos están vendadas y ha
perdido en el incidente dos dedos. A pesar de su estado no
parece triste. “Conseguimos pasar”, nos explica, “la Guardia
Civil tiraba al cielo y, por detrás, nos daban con palos.
Ahora no importa. Conseguimos llegar”, dice. Junto a él hay
otro grupo a inmigrantes que también lograron sortear a los
agentes de seguridad el pasado jueves. Todos tienen
magulladuras, vendas, muletas... pero un gesto afable en su
sonrisa. “Llevábamos escaleras, éramos muchos y nos
disparaban”, explica otro de los subsaharianos. Se llama
Jahsir y asegura que ha intentado cruzar la frontera en
“muchas veces”, un trabajoso viaje que se ha prolongado
durante cinco años. Su relato prosigue en un español no
demasiado difícil de entender. “La policía de Marruecos nos
ha vuelto muchas veces. Me pegaban, me quitaban el dinero,
el teléfono y me llevan a Oujda. Desde Oujda hasta aquí
tardado 28 días”.
Un nuevo inmigrante se acerca y nos explica como se vio
acorralado por ambos lados. “Por detrás la policía marroquí
tiraba piedras”, dice, “del lado español el guardia civil
disparaba pelotas al aire. No tenia miedo. Éramos muchos, un
grupo de cien. Yo solo pensaba n saltar la valla”. La
historia es tan dura que al preguntarle por lo dos
inmigrantes que murieron en el asalto responde sin vacilar:
“Mala suerte”.
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