El orígen de esta prenda de cabeza podemos encontrarlo, con
la llegada al trono de Felipe V a principios del siglo XVIII,
cuando se produce en el Ejército una importante reforma
tanto en su organización como en vestuario y uniformidad.
Respecto a esta última, los cambios fueron radicales al
recibir la influencia de Francia donde también reinaban los
Borbones. Se adoptó como prenda de cabeza, (nos referiremos
únicamente a los cambios efectuados por esta prenda): los
sombreros acandilados, los gorros de frontarela y los
mirlitones, todos de corte francés. Eran muy vistoso pero
incómodas para las tareas cuarteleras, lo que dio lugar a
que apareciese, en la mayoría de los ejércitos europeos una
nueva prenda de cabeza, el gorro de cuartel, precursor del
“GORRILLO LEGIONARIO”.
A través de grabados y dibujos de época, principio del siglo
XVIII, podemos comprobar el uso por los soldados de una
prenda de cabeza más cómoda que en las utilizadas para
campaña y cuartel conocida como “gorro de manga”. Era
sencillamente la versión militar del gorro de dormir
habitual en toda la sociedad de aquellos años y que
consistía en un gorro extremo de caída hacia un lado.
Al militarizarse el “ gorro de manga”, se confecciona de
color a juego con el resto del uniforme y se incorporan
galones y sutases como adorno que, en realidad cubrían y
disimulaban las costuras de los retales que se usaban en su
confección. Sufre distintas modificaciones en el primer
cuarto del siglo XIX por razones económicas y de comodidad.
La manga se solía doblar y meter en la cartera de forma que
la borla saliera por la parte delantera. Posteriormente, al
objeto de uniformar su forma de llevar se entregaba ya
cosida dicha manga.
Después de la guerra de Independencia, evoluciona el gorro
de manga basándose en los Reglamentos de 1.822 y 1.828,
hacia un gorro de cuartel que podemos identificar como el
primer gorro de borla utilizado por nuestro Ejército. Este
gorro estaba adornado con vivos y sutases, de forma que
simulaban la antigua manga remetida en la cartera. La borla
no colgaba de la parte superor del gorro sino que estaba
cosida en su parte media.
El 29 de Enero de 1.876 se publica una disposición de
caracter general por el que se denomina gorro de cuartel
“ISABELINO”, declarándose reglamentario para todo el
Ejército, siendo de color azul turquí: la borla en la parte
superior y los vivos, grana para la infantería y verde para
los cazadores. Medía 14 cm de altura en la parte izquierda y
13 cm en la derecha. Debajo del vivo, los Jefes y Oficiales
llevaban las divisas de su graduación. De esta forma se
siguió usando hasta 1.887 en que se suprime y sustituye por
el gorro redondo para uso cuartelero y conocido popularmente
como “queso” por su gran parecido físico con este producto
lácteo.
En 1.908 se publica un Reglamento de Uniformidad por el que
se suprimen los galones y se imponen las estrellas como
divisas de empleo, de ocho puntas para Jefes y de seis para
Oficiales. La gorra de plato sustituye a la teresiana, en
vigor desde 1.884, como gorra de diario. Otra peculiaridad
de este Reglamento fue la descripción de los emblemas de las
Armas y el fiador de sable para los Oficiales cuyo modelo
sigue en vigor en la Legión y en Regulares.
Un nuevo Reglamento de efímera vida aparece en 1.920 de
marcada tendencia americana. El uniforme que se propuso era
de paño y de color caqui verdoso. Es el Reglamento que está
en vigor cuando se publica en el Diario Oficial del 29 de
Enero de 1.920, por el que se crea una Unidad de choque
dentro del Arma de Infantería denominada “TERCIO DE
EXTRANJEROS”.
En los primeros tiempos los legionarios vistieron el
uniforme de Cazadores pues fue tal la llegada de
expedicionarios que los almacenes del Tercio se quedaron sin
prendas, así que algunos legionarios usaron el “gorro de
queso” como prenda de cabeza por unos días. Pero pronto el
uniforme de la Legión adquirió personalidad propia. Una
Orden Circular de 4 de Septiembre de 1.920 establecía las
prendas que habían de componer el uniforme de legionario,
que debía atender principalmente a “ser practico, cómodo,
vistoso y económico”. Como prenda de cabeza, gorro y
teresiana, quedando autorizados para enseñar el sombrero de
paja en verano. No tardando éste en ser sustituido por el de
lona pespunteada, mucho más práctico, cómodo y duradero. El
paño de todas las prendas era de color caqui verdoso claro.
El gorro que se adoptó fue el isabelino, más alto y al
principio sin vivos ni sutases; de él decía el Teniente
Coronel Millán Astray: “Tiene un especial atractivo. Es
gracioso y muy marcial. Es el clásico y castizo que usaron
los militares españoles luengos años. Es, desde luego,
infinitamente más estético que los bonetes circulares. Es el
que caracteriza a los legionarios.”
En su libro, la Legión de 1.922, al referirse a la
marcialidad de legionario comentaba: “El modo de marchar es
de peculiar marcialidad y soltura. Van erguidos, resueltos,
quizás provocadores. De ellos ha huido la timidez y el
entorpecimiento. Se distinguen por sus clásicos y
legendarios gorrillos con la borla encarnada, el cuello al
aire, despechugados. Marchan alegres y despreocupados
mostrando bien a las claras que son hombres de guerra,
emprendedores y valerosos.”
Este gorro, más conocido como GORRILLO LEGIONARIO ha sido la
prenda más característica y popular de las prendas
legionarias. En los primeros era alto y de dimensiones
desproporcionadas. Su principal característica es la BORLA
que le adorna. De paño y mas tarde de fieltro. Colocado
gracioso y ligeramente ladeado a la derecha. Sus dimensiones
se adaptaron al gorro de cuartel declarado, reglamentario en
1.926 y en 1.938 se añadió el barboquejo, en principio para
las Unidades motorizadas, pero que se hizo extensivo a
todos, quedando así conformado el famoso GORRILLO LEGIONARIO
que ha llegado a nuestros días.
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