No parecía que la situación se
enconara como parece ser que se encona. Lo que tenía visos
de convertirse en el gran maná que solucionara los graves
problemas del Tarajal y que todos acogieron con los brazos
abiertos, se vuelve ahora -según se dice- en contra.
Paso del Tarajal, Benzú, crisis... la solución estaba en el
Biutz y su apertura tras unos intensos trabajos de
relaciones, incluso internacionales, para que el famoso
puente pudiera adecuarse a una de las peticiones que parecía
era la panacea a varios problemas.
Delegación del Gobierno, Ciudad Autónoma y empresarios del
Tarajal, unidos para salir de una crisis en la esperanza de
que el Biutz era o, incluso sigue siendo, la solución.
Sin embargo los parámetros previstos no están dando, en
principio, el resultado apetecible. Los empresarios de la
naves se quejan de que las furgonetas con grandes bultos
dificultan el paso y provocan los colapsos incontrolados
que, ni siquiera, las Fuerzas del Orden público desplegadas
pueden atajar.
Hartos de una situación complicada como ésta, los propios
comerciantes bloquearon calles con sus vehículos personales
para evitar el acceso de quienes, desde fuera del Polígono,
aparecen con grandes fardos que complican el acceso por los
tornos del paso.
Ciudad y Delegación acabada la tarea que se habían
encomendado para dotar al Polígono de un aspecto diferente y
de casi un centro de comercio cerrado, solicitan a los
empresarios la contratación de seguridad privada como para
que, en función de los deseos empresariales, se delimite
según cómo el acceso.
Y ahí es donde ahora se centra parte del quid de la
cuestión. La seguridad privada, dicen los empresarios está
bien de noche. De día advierten que no son nadie para cortar
el paso a nadie.
El problema está ahí y cada vez se encona más, parece el
cuento de nunca acabar.
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