Desde hace una jartá de años no
creo en las encuestas por mucho que, algunos, me intenten
comer el coco, asegurándome que se ajustan a la realidad con
escaso margen de error.
Todas estas dudas, sobre la fiabilidad de las encuestas,
empezó cuando en mi casa, con mi familia, hicimos una para
ver quién ganaba el premio Nobel de Literatura, y a pesar de
que salí con mayoría absoluta en esa encuesta casera, se lo
dieron a otro ¡Dita sea!.
Los otros días salió una encuesta en la que, el Partido
Popular, adelantaba en intención de voto en un 4,2 al PSOE .
Rápidamente, como no podía ser de otra forma, salió a la
palestra otra encuesta del CIS en la que, como no podía ser
menos, el PSOE adelantaba en intención de votos al Partido
Popular en 2 puntos.
Sin discusión alguna los partidarios del Partido Popular
creerán con firmeza en esa intención de voto que les hace
estar, a estas alturas, un 4,2 puntos por encima del PSOE.
Todo lo contrario de la opinión que tienen sobre las
encuestas los partidarios del PSOE que, con toda certeza,
fiarán en esa encuestas que les dan dos puntos de ventaja en
intención de voto sobre el Partido Popular.
La pregunta que nos estámos haciendo todos los españoles que
nada tenemos que ver en el asunto es, a quién creer, a la
encuesta que favorece al PP o a la encuesta que favorece al
PSOE. It is de questión, como dijo aquel que, en esos
momentos, no tendría nada mejor que decir.
Lo que me extraña una enormidad, si es qué aquí se puede uno
extrañar de algo, es la rápidez con la que ha salido el CIS
a decir lo contrario que dice la otra encuesta.
Servidor, como he querido dejar claro desde el principio, no
cree en ninguna encuesta, la haga quien la haga o la quiera
dejar de hacer.
La única encuesta fiable y en la que creo, es en la que se
hace al final de las votaciones, una vez realizado el
recuento de votos y que le dice, a ustedes y a servidor,
quien ha sido el ganador de las elecciones.
Y ya que hablamos de encuestas sigamos con ellas, aunque
insisto y espero que conste en acta, no creo en ninguna
encuesta
En el único punto en que coinciden estas encuestas, las que
favorecen a los populares o las que favorecen a los
socialistas, es en el suspenso que ha conseguido Zapatero.
Cosa lógica el descenso de zapatero, cuando todos sabemos
que los oficios artesanales para desgracia, de los pobres me
refiero, nuestra están desapareciendo.
Antes, en mi época de niño de aquellos niños que nacimos
después de la guerra, una de las profesiones más queridas
era la de zapatero. Aquellos zapateros que te solucionaban,
como nadie, esas medias suelas para que los zapatos te
durasen una par de años más.
Tener unos zapatos, en aquella época, era todo un lujo, que
no todos nos podíamos permitir.
Y cuando los tenía, los cuidaba como oro en paño. Y si por
el desgaste del paso del tiempo, tenías un boquete en la
suela, el problema se solucionaba poniéndole un trozo de
cartón, que ni te cuento lo bueno que eran los cartones de
aquellos tiempos, que aunque “lluviese” aguantaban lo
indecible,
Lo mejor de todo se presentaba cuando tenías para comprarte
unos zapatos hechos a medida, Ahí se lucían aquellos
fenomenales artesanos, auténticos artistas en sus
profesiones de zapatero.
En esta tierra, para suerte de nuestro pueblo, teníamos a
varios de estos geniales artistas, entre otros, Galindo y
“Los ratones”.
Unos zapatos hechos a medidas por estos artesanos, te
duraban más que un martillo metido en manteca.
Aunque estos artesanos siguieron trabajando, aparecieron los
zapatos “gorilas”, dicho sea sin mirar a nadie, que tela
marinera lo que duraban y que para mayor satisfacción del
personal te reglaban una pelotita.
También hay que decirlo, porque es justo hacerlo,
aparecieron unos zapatos de goma, traídos por Cruzados, que
no te daban una pelotita, pero que te dejaban entre los
dedos de los pies unas cositas negras que ni te quiero
contar.
En fin, que con toda esta modernidad y la aparición de toda
esa clase de zapatos, que la verdad sea dicha, eran
económicos, los zapateros ante la falta de trabajo fueron
desapareciendo, dejando paso a la modernidad contra la que
no podían competir.
Ahí se inició la desaparición, poco a poco, de estos
auténticos artistas artesanales que tantas y tantas medias
suelas le echaron a nuestros zapatos, a los zapatos de
aquellos niños de mi generación, que tapabamos los boquetes
de la suelas con cartones.
Estos artesanos, auténticos artistas, como eran los
zapateros, han ido desapareciendo poco a poco, sin prisa
pero sin pausa y, en la actualidad, quedan muy pocos de
ellos que, sin duda alguna, arrastrados por la modernidad
terminarán desapareciendo.
No exageramos si creemos que, en un par de años, no quede
ningún zapatero.
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