Me han dicho que estabas en el
Alfonso Murube y no me lo podía creer. Pero si hace unos
días dijiste lo mal que te sentías yendo a un campo de
fútbol. ¿Me puedes decir a qué se ha debido ese cambio tan
repentino?
-Debes saber, metijón, que uno tiene que hacer a veces de
tripas corazón y acudir a escenarios donde no se le ha
perdido nada.
-¿Qué te llamó la atención?
-Que la afición, a pesar de que la ADC no consigue ganar, se
muestra la mar de contenta durante el transcurso de los
partidos.
-A mí, aunque llevo tiempo alejado del fútbol local, me
parece que esa actitud nunca ha sido una constante en el
Murube.
-Jamás. En el Murube, y yo sé de lo que hablo, el equipo ha
sido increpado jugando bien y hasta ganando. Podría poner
ejemplos varios. Y ya no hablemos de cómo censuraban a los
entrenadores los cronistas locales. Pocas veces había
sosiego para los técnicos.
-¿Es cierto que ahora acuden al campo políticos y
federativos que antes no ponían los pies en el estadio?
-Así es. Y hasta jalean las jugadas del equipo. Se han
convertido en hinchas que no paran de decir que ahora las
cosas son distintas y que en el Murube se respira otro
ambiente.
-¿Tantas ganas le tenían a José Antonio Muñoz?
-Deja a José Antonio Muñoz en paz.
-¿Por qué razón no he de nombrarlo?
-Porque luego los hay que piensan que es él quien está
interesado en que se cuenten estas y muchas otras cosas.
-Joder, Manolo, yo no creo que, conociéndote, haya nadie
capaz de creerse que tú escribes al dictado de nadie. Y
aprovecho para aclarar lo siguiente: censurarte a ti es lo
que tendrían que evitar tanto los editores como los
políticos. Y saldríamos ganando todos.
-Eres el colmo, metijón, ya te dije la semana pasada que ni
quiero ni necesito las adulaciones. Pero tú sigues emperrado
en regalarme el oído y sacarme los colores.
-Pues hablemos de tu viaje a Sevilla el jueves pasado.
Menuda paliza te diste para asistir a la conferencia de Juan
Vivas en el Club Antares.
-Cierto. Fue un viaje relámpago y cansino, pero mereció la
pena presenciar en directo la actuación del presidente.
Estuvo más que bien y dejó constancia de un saber estar muy
necesario para quienes desconocen la realidad de Ceuta.
-Te he leído las dos columnas que has escrito al respecto,
es decir, las tituladas como Conferencia de Vivas y
Referencia extraordinaria, pero ¿acaso no exageras en
relación a lo mucho que ha progresado el presidente en el
oficio de discursear.
-No lo creo. Aunque entiendo que tú puedas pensar que se me
ha ido un poco la mano. La verdad es una: Juan Vivas se ha
ido curtiendo en lo tocante a hablar en público y está que
se sale. Si bien es verdad que debe pulir algunos detalles.
-¿Cuáles?
Ha de manejar algunos trucos del exordio para agradar e
interesar más aún. Y es que para dar conferencias, además de
aptitudes, el conferenciante necesita conocimientos de las
triquiñuelas a fin de que los asistentes no tengan la menor
oportunidad de bostezar ni notar que se les están cansando
las piernas.
-¿Lo conseguirá?
-Sin duda. De momento, ha logrado lo que parecía más
complicado: ponerse frente a los oyentes con la mayor
naturalidad del mundo. Sin la menor pizca de envaramiento.
Lo cual no es fácil habiendo tenido que intervenir en
programas televisados como El primer café y 59 segundos. Y
ya no digamos nada de su presencia en el Senado. Lo cual le
obliga a no dormirse en los laureles. O sea, a hacerlo
mejor.
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