“Con la iglesia hemos topado” dijo
Don Quijote, ese libro escrito por Cervantes, muchisímos
años antes de que el político inglés y Premio Nobelde
Literatura, Churchill, dijese aquello que comentábamos sobre
los pilares que soportan un Estado.
Todos aquellos que, por unas u otras razones han topado con
la iglesia han pagado las consecuencias de sus
enfrentamientos.
La República chocó con la iglesia y no duró más de tres años
y el presidente Trujillo firmó su final, cuando se le
ocurrió, al hombre que no tendría nada mejor que hacer,
llamar a los curas ”desagradecidos”.
Si el genio de Cervantes ya en su libro dijo aquello de “con
la iglesia hemos topado” y el brillante político
inglés,Churchill, muchos años más tardes, hablaba de los
tres pilares intocables que soportan un Estado, uno de los
cuales es la iglesia, cómo es posible que no haya ningún
asesor en Moncloa que haya hecho saber que la iglesia es
indestructible y recordarles a los que mandan lo que dijo
Cervantes por boca de don Quijote o lo que opinaba el genial
politico inglés, Churchill. No lo entiendo.
Pero como esto no es asunto mio, allá todos esos asesores
que rodean a los políticos, y las razones para que no le
hayan hecho saber el gran problema que supone ese
enfrentamiento con la iglesia.
Servidor que este año se ha vuelto a leer el Quijote porque,
siempre, me encanta darle un repaso, dice lo que el genio
literario de don Miguel de Cervantes puso en boca de
donQuijote “con la iglesia hemos topado”.
Y es qué no sé por qué razón, algunos políticos de altura y,
al decir políticos de altura no me refiero a la estarura de
cada quisqui, sino a los se sientan en el Parlamento español
democraticamente elegidos por el pueblo, y que de ellos
depende el gobierno de España.
Pues bien no entiendo por qué se meten en tantos charcos sin
necesidad.
Algunos de estos políticos, arremeten contra los
periodistas, caso del ministro Montilla, al que habría que
recordarle que en nuestra Constitución, esa que nos dimos
todos los españoles, aún vigente, ampara la libertad de
expresión.
Metidos en harina, hemos de reconocer que no sólo habría que
recordárselo al ministro, sino a otros muchos políticos de
menor talla que los que están en el Parlamento y que tratan,
por todos los medios a su alcance, de callar a los
periodistas que no sean de su cuerda o sea, má claro para
que todos nos entendámos, a todos aquellos que no estén
dispuestos a escribir al dictadode nada ni de nadie.
La verdad, sin tapujos, que aún quedamos muchos periodistas
que acogiéndonos a la libertad de expresión que nos da
nuestra Constitución, seguimos sin permtir que nada ni nadie
interfiera en nuestro trabajo. Trabajo más bueno o más malos
pero sin intromisión alguna, mal que les pese a algunos.
Han sido muchos los compañeros que han fallecidos y no,
precisamente, por hacer las preguntas que con anterioridad
les habían dado los encargados de turno para que no pusiesen
en aprietos al entrevistado.
Y que conste, ya que hablamos de Cervantes, Churchill y de
la iglesia, que en esta bendita profesión hay de todo como
en la Viña del Señor. Y el que esté libre de pecado que tire
la primera piedra, pero que la tire con mucho cuidado no se
vaya a dar una pedrada el mismo y, después, nos salga
diciendo “de rebote no vale”.
Hay periodistas, sin señalar que está una jartá de feo, que
después de atacar de forma furibunda a determinados
políticos o partidos políticos, llamándoles de todo menos
bonito, y habiendo apostado fuertemente por un cambio en la
política, prestando toda su colaboración y algunos hasta las
de sus familiares a llevar al poder a determinados politicos
o partidos políticos, consiguiendo buenas prebendas por la
labor desarrollada, no han tenido escrúpulo alguno, ante la
caída de quienes ellos apoyaron, en acercarse a los que les
dijeron de todos menos bonito, para poder mantener las
prebendas que habían recibidos. Manda... la cosa.
Hasta cierto punto, aunque parezca incomprensible, comprendo
sus posturas, porque con las cosas de comer no se juega y si
el bocadillo de cada día, con la pasta gansa que ganan, es
de jamón, mucho menos.
Hay que cuidar los estómagos porque, los estómagos, siempre
son agradecidos y eso dice mucho de todos los pancistas.
Vamos de los que lesgusta llenar la panza.
Lo que ya no entiendo, de ninguna de las maneras, por muy
bien explicado que me lo expliquen, es cómo aquellos
políticos y partidos políticos, a los que estos pusieron de
chupa domine, les acogen con los brazos abiertos, les dan
puestecitos para que ganen una pasta gansa y , además, les
rien hastas las gracias.
Ya sé que ustedes tampoco lo entieden, pero es una verdad
como un templo y no hay que iese muy lejos para comprobar
cuanto estamos diciendo de estos periodistas, capaces de
cambiar de opinión según esté la veleta del poder. Que gran
ejemplo dado por ambos dos.
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