Que las tiranteces institucionales
no benefician a nadie es un hecho claro y evidente. Es más,
los máximos responsables en Ceuta -Ciudad y Delegación-
guardan como nadie la lealtad institucional y sólo hace 48
horas departían con café de por medio sobre los pormenores
recientes de la incesante actividad política que el
Presidente de Ceuta había llevado en Madrid.
Es así, Ceuta debe ser lo suficientemente importante para
todos como para buscar -en un ejercicio de responsabilidad-
lo que nos une y dejar para un segundo plano -con
inteligencia- lo que nos separa. Cuando el bien general está
en juego es mejor hallar las conexiones y no los
cortocircuitos.
Dicho todo lo anterior y en el asunto del hospital en
particular como causante de algún que otro dime y direte,
convendría recordar que el muy vetusto centro hospitalario
de la ‘Cruz Roja’, hoy ‘civil del Ingesa’, no da para más.
Son décadas las que contemplan al edificio que fue
construído para las necesidades reales de una población, de
entonces, que en nada tienen que ver con las de ahora. El
uso tan sobredimensionado que se le está dando al hospital
es tan apabullante que no es capaz de soportar tanta
demanda, lo que contribuye a su deterioro constante pese a
que, nos consta, se hace a estas alturas casi lo que se
puede para mantenerlo ‘vivo’ hasta la inauguración del nuevo
clínico. Más tarde llegará una reparación completa para su
continuidad operativa a más bajo nivel.
Sin ser esto una justificación, no parece demasiado
edificante, desde el punto de vista crítico, el que un
determinado número de ratas, cucarachas u hormigas sea
cuestión tratada en la dialéctica política desde el momento
en que estos repugnantes seres vivos no deben ser nunca,
jamás, habitantes de ningún centro hospitalario. Más si el
hospital está deteriorado, será cuestión del tiempo que ha
transcurrido sin que nadie haya procurado celeridad en la
solución al problema.
Juan Vivas y Jerónimo Nieto han dado una lección al
respecto. No ha trascendido su reciente encuentro, pero
ellos dan muestra de que sin perder la perspectiva del
pasado, es mejor mirar al futuro.
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