Juan Vivas ha causado tan buena
impresión durante sus intervenciones en el Senado, días
atrás, que ahora es reclamado para dar conferencias
relacionadas con los problemas de Ceuta. Una ciudad que
necesita darse a conocer. La primera será en Sevilla.
También participará Imbroda: quien mostró en la Cámara un
discurso que ya calificamos de áspero y que hizo tragar
saliva a ZP.
Los dos presidentes, cada uno con estilos opuestos, han
conseguido en tres días destacar más que lo hicieron durante
los años que llevan gobernando las respectivas ciudades
autonómicas. La tribuna de oradores del Senado los ha
catapultado a la fama y ahora habrán de responder al interés
que han suscitado en muchos rincones peninsulares.
Tarea difícil: todo cuanto digan será analizado con lupa y
recibirán las consiguientes respuestas de lo socialistas.
Pues éstos saben, como no podía ser menos, que Vivas e
Imbroda son, actualmente, los políticos mimados del PP y,
por tanto, los encargados de hacer proselitismo de las
bondades de su partido y de cómo Aznar se desvivió por
solucionar los problemas de ambas ciudades. Hasta el punto
de que en Ceuta se sigue pensando en nombrarle hijo adoptivo
de la tierra.
De ahí que haya surgido, con más fuerza que nunca, la voz de
María Antonia Palomo para pregonar a los cuatro vientos que
Vivas es un hipócrita, un cínico y muchas más cosas. Es la
denuncia de una secretaria general subida de tono por la
anunciada visita de ZP a Ceuta. Y cuando una mujer se pone
en Agustina de Aragón, tal y como veo yo a la señora Palomo,
en estos momentos, cuidado con ella.
A mí me consta, pues me lo ha confesado varias veces, que la
señora Palomo odia al tío del bigote: mentárselo es como
hacerlo con la soga en cada del ahorcado. Y a partir de
ahora, es decir, a partir de las reivindicaciones de Juan
Vivas al Gobierno de la nación, ella pondrá el grito en el
cielo contra lo que dejó de hacer José María Aznar por
Ceuta. Lo cual ha empezado ya. Al menos por las
declaraciones que le he leído en los últimos días.
Quienes la conocen, sigo refiriéndome a la señora Palomo, me
han contado que está hecha un basilisco. Y que no cesará en
su empeño de poner a Juan Vivas como chupa de dómine. Lo que
se suele llamar una persecución en toda regla.
Tarea que no le arredra, según he sabido, pero que la va a
mantener en pura tensión hasta que se celebren las
elecciones autonómicas. Por consiguiente, bien haría María
Antonia en hacerse una revisión médica, para comprobar su
actual condición física: dado que habrá momentos en que la
habilidad de Vivas la saque de sus casillas y sea motivo
suficiente para que le hierva la sangre a la secretaria
general.
Porque Vivas es un pesado pesado de la política local,
gracias no sólo al triunfo arrollador obtenido en las urnas
sino también, sin duda, porque ha contado con la suerte de
lucir palmito en un escaparate ideal: el Debate del Estado
de las Autonomías. Un debate que le llegó en fecha que ni
pintiparada para acrecentar aún más la popularidad que se ha
ido ganando con el transcurrir del tiempo.
Y aún más: María Antonia no debe echar en saco roto que está
luchando contra alguien que lleva a la suerte cogida de la
mano y la maneja a su antojo. No se a quién le oír decir que
Vivas está liado, desde hace una eternidad, con la diosa
Fortuna. Y yo me lo creo: pues jamás he visto a nadie que
sea capaz de ganarse la voluntad de los demás, sin apenas
despeinarse. Y, por si fuera poco, María Antonia ha perdido
a su fiel escudero, Álvaro Guzmán: una desgracia que no
presagia nada bueno.
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