Hace tan sólo unos meses que finalizó la obra de ampliación
de la playa de la Ribera y la arena ya está causando
problemas en el foso de las Murallas Reales. Debido a los
temporales y a las mareas, la arena se ha desplazado al foso
de tal modo que, en algunos puntos, se ha llegado a perder
medio metro de profundidad. Una situación que, de continuar
así, perjudicará a los barcos de mayor calado que atraviesan
este canal.
Según ha explicado el geólogo, Francisco Pereila, que
también es miembro de la asociación cultural Septem Nostra,
en la actualidad “más de la mitad del ancho del foso está
cubierto de arena y se han perdido ya cerca de 40 metros de
frente originario de lo que se puso cuando se rellenó”.
Este problema es consecuencia de la ampliación de la playa
de la Ribera ya que “la playa original no tenía esta arena
tan fina”, señala Pereila. Según explica este geólogo, antes
las olas no eran capaces de desplazar la arena al foso a
pesar de los temporales: “aunque había movimientos de tierra
y la playa se perdía un poco y se echaba para atrás, la
arena no era transportada hacia el foso porque pesaba
demasiado. Ahora la arena pesa poco y va flotando hacia esa
zona, que es donde las olas combaten un poco menos, y la
arena se deposita”.
“Esta es una consecuencia no deseada de haber rellenado con
arena la playa”, explica este miembro de Septem Nostra.
Antes la playa era más pequeña, tenía otras características
pero no ocasionaba este problema que puede llegar a ser
grave y puede obligar a que haya que “dragar el foso para
quitar la arena”.
El proceso, al igual que el de rellenado y ampliación de La
Ribera, sería muy costoso pero parece que, se tome la
decisión que se tome, la inversión económica va a ser
inevitable. Pereila se muestra preocupado por las
alternativas ya que no quiere que vuelva a haber problemas
con la fauna y la flora marinas: “ya hubo perjuicio cuando
se hizo la obra porque se sepultaron especies, algunas
incluso estaban protegidas”. En el momento de la ampliación,
“se echó la arena sin tener en cuenta eso”, por ello, si
ahora hubiera que dragar el foso para liberarlo de arena y
evitar que hubiera que cerrar el paso a los barcos, también
se perjudicaría a los vegetales y animales que viven en
estos arenales porque “la pala entra sin cuidado, sin
contemplaciones y eso también es un problema”.
Según comenta este geólogo, ahora mismo se está a la
expectativa de ver cómo evoluciona la situación porque es
difícil tomar una decisión. “La única cosa que se me ocurre
es o bien quitar toda la arena de la playa, lo cual no es
posible porque se han gastado mucho dinero ahí, o bien
prolongar un dique muchos metros para evitar que la arena
entre al foso, pero esa es una obra que también cuesta
muchos millones”.
Lo peor de todo es que la situación actual podía haberse
previsto ya que “no es algo que haya ocurrido sólo aquí”.
Este tipo de fenómenos es bien conocido: “cuando no hay un
aporte natural, por ejemplo dunas, el mar se lleva la arena
y se producen este tipo de desplazamientos”, explica.
Desde el principio se sabía que la arena empleada para el
relleno “era demasiado fina y no pesaba lo suficiente para
aguantar las rachas fuertes de viento” pero si se hubiera
utilizado un sedimento más pesado para ampliar La Ribera,
éste no hubiera sido “cómodo” para los bañistas ya que
hubiera sido más duro y no sería tan agradable estirar sobre
él la toalla en verano, asegura Francisco Pereila.
Independientemente de si las decisiones tomadas fueron las
adecuadas o no, la situación actual es complicada de
solucionar según lo que ha comentado este miembro de Septem
Nostra. Las medidas que se vayan a tomar para evitar este
continuo desplazamiento de arena al foso de las Murallas
Reales dependen de como ataquen los temporales: “si hay tres
o cuatro fuertes este invierno, la cosa va a estar
peliaguda”.
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Los problemas para hallar una solución
El foso, en condiciones normales,
tiene una profundidad de dos metros en la parte central pero
el desplazamiento de arena hace que, en algunas zonas sólo
haya un metro y medio.
Tal y como está la playa ahora “no hay solución a no ser que
se hiciera aquí un espigón muy largo para impedir que las
olas se llevaran la arena de la playa al foso”, señala
Pereila. Al final, “todo dependerá de los temporales que
haya este invierno y de los debates que tengamos con el
Gobierno Autónomo para que se termine de cerrar el foso o
no”, afirma.
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