La llaman Rebelión de los
Miserables, en alusión a la novela de Victor Hugo y a la
marginación que predomina en los barrios periféricos de las
grandes ciudades francesas.
Y la llaman así, porque a los organizadores de todo esto,
que está perfectamente organizado, les interesa que ante el
mundo entero aparezca como una rebelión de las clases
marginales, para llevarnos a todos a sacar a flote los
sentimientos de acercamiento y apoyo hacia esas pobres
victimas de la marginación.
No vamos a negar, porque eso sería una necedad, que existen
barrios marginales no sólo en Francia sino en todo el mundo
y gentes que viven en la más absoluta de la miserias.
Pero de la misma forma, no vamos a creernos que ésta
rebelión que ha saltado en Francia no está perfectamente
organizada y dirigida hacia unos objetivos marcados por la
mano que guía semejante rebelión.
En un momento de desesperación puede saltar una rebelión de
todos los marginados que dure un par de días. Pero cuando
han pasado más de trece días desde los primeros incidentes
violentos, estos ataques emprendidos por los agitadores se
han convertido más que en una rebelión de los marginados en
una auténtica ola de terror que recorre Francia, de momento.
Más de 2.000 coches quemados, 400 detenidos y 34 policías
heridos de balas no es una simple rebelión de los
marginados, es mucho más que todo eso.
Es una trama perfectamente organizada y dirigida hacia una
meta que se tiene que conseguir. Y, esa trama perfectamente
dirigida no sólo se ha dado en Francia, sino que ha saltado
a Alemania, Bélgica y algún que otro país europeo, de
momento sin la virulencia francesa pero todo se andará
porque, cada paso que tiene que dar la rebelión y no de los
marginados, están calculados a la perfección.
Los errores, en todos los ordenes de la vida, se pagan muy
caros y Europa va a pagar los suyos a muy alto precio,
motivados por la necedad y la ceguera de algunos de sus
gobernantes.
Los disturbios y la violencia callejera de estos días en
Francia nada tiene que ver y, además, supera con creces
aquella revuelta de mayo del 68 .
Aquel mayo del 68 fueron protagonistas también los jóvenes,
pero al contrario de estas revueltas era un proyecto
político que pretendía cambiar las relaciones del poder en
la sociedad-.
Al contrario de esta juventud, la juventud del 68 estába
formada , en su inmensa mayorías, por hijos de la llamada
clase media que buscaron el apoyo de los obreros a cuya
clase, por supuesto, no pertenecían.
Trataban, al buscar este apoyo de la clase obrera, encontrar
una alianza en su lucha contra la derecha y contra una
izquierda tradicional a la que criticaban duramente.
La única cosa en común que tiene aquel mayo del 68 con los
disturbios actuales quese están viviendo en Francia, es que
los protagonistas son jóvenes. Pero nada más.
Estos jóvenes generadores de la violencia y de los
disturbios que se viven estos día, en Francia, por supuesto
no son gente de la clase media ni, mucho menos, de la
burguesía y no tienen ningún proyecto político.
Ahora bien, no cabe duda alguna que están organizados puesto
que existe una comunicación entre ellos según
manifestaciones de la policía y actuan con una táctica en
plan guerrilla urbana.
Como, al parecer, tampoco cabe duda alguna que esta espiral
de disturbio y violencia callejera pueda ser extrapolada a
otros países europeos.
Si esto sucede está más claro que el agua que es una trama
perfectamente urdida y manejada por algunos hilos de momento
desconocidos o igual perfectamente conocida la manol que
guía todos estos actos violentos.
La verdad es que no hay que ser un genio para detectar las
causa de éste estallido de violencia callejera, como tampoco
es muy complicado, para el gobierno francés , extraer las
debidas lecciones que se derivan de todo cuanto está
pasando.
El desarraigo en que vive esta segunda generación de
inmigrantes que malviven en guetos, los índices de paro y el
fracaso escolar son el caldo de cultivo perfecto para a
quienes les interesa aglutinar a todos estos inmigrantes y
después actuar como catalizador de cuanto han de efectuar.
Como será el asunto que la poderosa Unión de Organizaciones
Islámicas se ha visto obligada a pronunciar una fatwa,
pidiéndole a los jóvenes musulmanes que “calmen su cólera”.
No está bien el título de arde París, como tampoco está bien
la rebelión de los Miserables, porque sólo es verdad en
parte y las medias verdades son las mayores mentiras.
Francia no es más que el inicio de la mecha a la que se ha
prendido fuego, y ese fuego puede saltar a otros países
europeos con todo lo que ello pueda conllevar.
La ceguera ante la realidad de unos malos gobernantes han
llevado a Europa a esta situación. ¿Quién la parará?.
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